El presidente de la Generalitat propone ampararse en un título no impugnado por el Constitucional y buscar un plan B que sustituya a la consulta, mientras ERC propone «un Parlamento que haga una declaración de independencia inmediata»
14 oct 2014 . Actualizado a las 09:55 h.Cuando falta menos de un mes para el 9-N, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, trasladó ayer a sus socios que la consulta sobre la independencia de Cataluña, tal y como está planteada en el decreto de convocatoria que firmó hace dos semanas, no puede celebrarse. Mas, que presidió su tercera cumbre con los líderes soberanistas en solo diez días, ha tomado la decisión de no avanzar y aparcar el referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional, ya que, como él mismo reconoció la semana pasada, celebrar una consulta ilegal podría provocar una crisis constitucional con el resto de España.
La determinación de Mas, debatida con el resto del bloque soberanista en un encuentro que duró más de siete horas y que no comunicó la propia Generalitat, sino que la hicieron pública los portavoces de Esquerra e Iniciativa, supone un punto y seguido, que no un punto final en el proceso, porque la intención del presidente de la Generalitat es buscar algún plan B que sustituya la consulta por otro tipo de iniciativa, por supuesto mucho más rebajada, el día 9 de noviembre. La Generalitat anunció una comparecencia de Mas para este martes, en la que presentará esta nueva propuesta al frente soberanista, amparándose en los artículos no suspendidos de la ley de consultas y que la norma califica como «procesos de participación» ciudadana, entre los cuales la ley cita foros y encuestas. La cuestión que calibraron en la cumbre fue si este plan B puede tener algún tipo de validez internacional y si puede servir como alternativa homologable a la consulta.
Intención original
El caso es que la intención original del Gobierno catalán era celebrar un referéndum de autodeterminación, luego pasó a una consulta popular y en estos momentos está en un estadio de menor carga política. Fuentes de Convergència rechazaron, no obstante, un Arenys de Munt 2 y no negaron que al final el 9-N no haya ningún tipo de votación. Iniciativa no la descartó de entrada y aseguró que la estudiará cuando la tenga sobre la mesa, pero Esquerra y sobre todo CUP, que apostaban por sacar las urnas el 9-N aun con la convocatoria suspendida, no «comprarán» este sucedáneo de referéndum, que hasta hoy no se sabrá qué formato tendrá.
De hecho, fuentes de Esquerra señalaron a la salida de la reunión que en «ningún caso este proceso participativo sustituye la consulta».
Desde ERC cargaron contra la Generalitat. «Nos impone un nuevo escenario que en ningún caso hemos pactado», dijeron. La formación independentista marcó perfil propio a la salida de la cumbre y no disimuló su enfado: «Advertimos de que sólo hay un camino: un Parlamento que haga una declaración de independencia inmediata y la apertura de un proceso constituyente». La respuesta de la formación republicana supuso una ruptura de facto de la unidad del bloque proconsulta.
El proceso, por tanto, se aboca a un adelanto electoral. Lo apuntaron horas antes de la reunión el consejero de Empresa y Ocupación, Felip Puig, que admitió que si los catalanes no votan el 9-N, lo harán más adelante, y sobre todo lo reconoció el presidente del consejo asesor para la transición nacional, Carles Viver Pi-Sunyer.
Tres opciones
Viver, uno de los principales estrategas jurídicos de Mas y exvicepresidente del Tribunal Constitucional, dijo que ve complicado, prácticamente imposible, que la corte levante la suspensión de la consulta y de la ley que la posibilita o que dicte sentencia antes del 9-N. Y como consecuencia, a su juicio, Mas tienen tres opciones: una consulta fuera de la legalidad, una consulta alternativa o elecciones plebiscitarias. Su recomendación al presidente de la Generalitat es que apueste por los comicios, como paso previo a una declaración unilateral de independencia en un año y medio si las formaciones secesionistas ganaran entonces los comicios de manera clara. Esta es una de las opciones que Mas ha planteado en las tres reuniones que ha presidido al más alto nivel con los líderes de los partidos soberanistas. Lo que Mas desea es cerrar una lista conjunta en las plebiscitarias entre Convergència y Esquerra y que todo el frente proconsulta cierre filas con el adelanto electoral. El sábado pasado habló de compartir responsabilidades, para que el previsible desencanto del votante soberanista -ante el fracaso de la consulta- no solo lo paguen los convergentes. Pero a día de hoy, esta unidad se antoja prácticamente imposible.