Mucho se ha hablado esta semana de cocina en Twitter y otras redes sociales. Y no porque en Top Chef se hayan acuchillado dos concursantes, que tampoco sería extraño. Tampoco porque David de Jorge -el vasco hacedor de guarridongadas que se ha adueñado de los fogones de Telecinco- haya retado al mítico Karlos Arguiñano a un duelo de coplas y chistes. Sino por las tripas de una encuesta.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha tenido en vilo durante más de una semana a medio país a causa de su barómetro más esperado, el que finalmente ha consagrado a Podemos como alternativa y gran rival de los dos grandes partidos del régimen surgido de la transición.
Vistos los resultados, el sondeo que da carta de naturaleza al tripartidismo muestra que, pese a que Podemos crece como la espuma, la gran coalición entre PP y PSOE sería la única suma posible para un gobierno estable. Leídas las reacciones, queda claro que España puede presumir de poseer una legión de expertos demoscópicos, capaces de explicar en cero coma la diferencia entre estimación e intención de voto. Y también de desentrañar como pondera, filtra, contrasta, manipula y adultera el CIS los datos electorales. Ese es un misterio mayor que el de la fórmula que usaba Walter White para cocinar su metanfetamina en la formidable serie Breaking Bad.