La presidenta andaluza se niega a dar entrada en su Gobierno al líder de IU y se prepara para un adelanto electoral que le sirva de trampolín contra Sánchez
26 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.A Susana Díaz no le gusta la ciencia ficción. Aunque no lo dijo, da la impresión de que se decanta más bien por el suspense. Eso explica que no quiera hablar sobre lo que sucederá el próximo verano, cuando se celebrarán las primarias para elegir al candidato socialista a las elecciones generales, pero día a día alimenta la tensión en el seno de su partido con crípticas, pero muy medidas, declaraciones en las que no desvela, pero deja entrever, su intención de competir con Pedro Sánchez por ser la adversaria de Mariano Rajoy en las elecciones generales de dentro de un año.
Aunque el apoyo de Susana Díaz y de la todopoderosa federación andaluza a la elección de Pedro Sánchez como secretario general, la presidenta no se ha cortado en precisar que ese respaldo fue exclusivamente para liderar el partido, y nada tiene que ver con la candidatura electoral. Con eso le basta al equipo que ahora manda en Ferraz. El secretario de Organización, César Luena, declaró ayer a Europa Press que ve a «Pedro Sánchez presentándose a las primarias y siendo candidato a la presidencia del Gobierno», mientras que a Susana Díaz la ve «volcada en Andalucía y en la gestión del Gobierno autonómico».
La actual dirección socialista se esfuerza por consolidar esa distribución de papeles. Y para reforzarla, Sánchez se prodigará durante los próximos meses en Andalucía en un intento de encerrar a Susana Díaz al otro lado de Despeñaperros y para que se vea claramente cuál es la función de cada uno. Y, de paso, forzarla a mostrar públicamente sus ambiciones.
Pero la presidenta andaluza se resiste. Parapetada en su papel institucional, reitera que no es momento de «distraerse» en cuestiones internas en unos momentos tan difíciles para millones de españoles. El partido, insistió ayer en la Ser, «tiene que estar unido, fuerte y vertebrando a la inmensa mayoría de los progresistas de España», porque «solo es útil cuando le sirve a la gente, y si no le sirve a la gente, nos estamos equivocando».
Y la mejor forma de servir a la gente es desde el poder. Este es el mensaje que lanzó ayer a Pedro Sánchez. Ella y el PSOE de Andalucía pueden aportar más a España «porque cuando se está gobernando, lo que se dice se puede hacer». Susana Díaz quiere asentar su poder en la comunidad y, con ese aval, intentar el asalto a la Moncloa.
Para ello, lo primero es lidiar con sus socios de gobierno en Sevilla, una Izquierda Unida dividida entre los partidarios de Diego Valderas, anterior líder de la formación y actual vicepresidente del Gobierno andaluz, y los de su sucesor, Antonio Maíllo, quien para reforzar su posición y perspectivas electorales pretende entrar en el Ejecutivo andaluz. Pero Susana Díaz le cerró ayer el paso. «Yo no voy a cambiar el Gobierno porque me lo diga una fuerza política; el Gobierno que presido es fruto del acuerdo de dos fuerzas, pero no puede estar sujeto a las cuestiones internas de las distintas fuerzas políticas».
Además, y ante la amenaza de Izquierda Unida de someter a consulta de sus militantes la continuidad del acuerdo de gobierno, Díaz señaló que «no puedo entender, ni compartir, ni admitir que mi Gobierno tenga fecha de caducidad». Con este ejercicio de autoridad, pretende prepararse para un adelanto electoral en Andalucía que, en caso de victoria, le serviría como trampolín para las primarias del PSOE.