El Fondo Monetario suspende las negociaciones con Grecia para seguir desembolsando el dinero del rescate hasta que haya un nuevo Gobierno
30 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Andan los griegos acostumbrados a pasear por el borde del abismo. Cinco años de castigo -los que llevan penando por haber falseado sus cuentas y engañar a sus socios- han hecho mella en sus vidas. Y también callo. La que no lo lleva tan bien es la vieja Europa, a quien esa tediosa manía helena de jugar con fuego le disgusta sobremanera. La obliga a contener el aliento. No hay más que ver lo rápido que salieron ayer a la palestra sus líderes cuando conocieron el fracaso de Samaras. Les faltó tiempo para recordarle a la díscola Grecia que tiene unos compromisos que cumplir.
Dios le libre a Europa de indicarle a los griegos qué papeleta han de meter en la urna. Hasta ahí podíamos llegar. ¡En la cuna de la Democracia! Pero en la cara del presidente de la Comisión Europea no se observa ni rastro de rubor cuando asegura que no le gustaría que «fuerzas extremistas llegaran al poder», que prefiere «las caras conocidas». Toda una injerencia que, como era de esperar, levantó ampollas en suelo heleno hace unas semanas. La sutileza no parece figurar entre las virtudes de Jean Claude Juncker.
Mucho mejor se manejan en esas lides los del Fondo Monetario Internacional. Ayer el organismo -integrante de ese monstruo de tres cabezas que es la troika- enseñó los dientes. Con disimulo, pero lo hizo. Dio por suspendidas las negociaciones con las autoridades griegas. Esas que habían de cristalizar en un nuevo desembolso del dinero que llega periódicamente al país para ayudarlo a mantenerse en pie en tanto consigue poner en orden sus cuentas. No las retomará hasta que se forme el nuevo Gobierno. Lo que no dijo el FMI es qué pasará si el 25 de enero, como pronostican las encuestas, Syriza, sale victoriosa de las urnas. El partido de Alexis Tsipras ha prometido a los griegos que, si le entregan su confianza, obligará a la troika a renegociar los draconianos términos del rescate. Y también ha puesto sobre la mesa la posibilidad de una nueva quita para la descomunal deuda pública del país. Con todo, como el propio Fondo Monetario precisó ayer, «Grecia no necesita asistencia financiera inmediata», tiene liquidez suficiente para afrontar sus compromisos por lo menos hasta marzo.
El más diplomático y elegante de todos, como siempre, el presidente del BCE, el italiano Mario Draghi. «Corresponde al electorado griego» decidir sobre la futura composición del Parlamento y el Gobierno. «No interferiremos o comentaremos sobre este proceso democrático», aseguró en un comunicado la institución que pilota el romano.
Donde no se mordieron la lengua fue en Alemania. Allí, el Ejecutivo de la canciller Merkel, por boca de su ministro de Finanzas, el siempre inflexible Wolfgang Schäuble, envió un claro mensaje a Syriza. «Todo nuevo Gobierno deberá atenerse a los acuerdos contractuales suscritos por su antecesor», sentenció.