Este modo de transporte no es nuevo, pero aumenta porque entraña menos riesgos
05 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La víspera de Nochevieja, agentes de la Unidad de Especial de Intervención de la Guardia Civil embarcados en la patrullera de la Armada Río Segura abordaban a pocas millas de la isla de El Hierro el narcovelero Adamas, que venía del Caribe y navegaba rumbo a Ibiza con 725 kilos de cocaína hábilmente camuflados en su interior. La bautizada como operación Pericles se saldó con la confiscación de la embarcación y la detención de sus dos tripulantes, ambos de nacionalidad española y residentes en Ibiza, y de la droga que lograron localizar tras diez horas de registro, una vez que la embarcación estaba en puerto.
La buena racha comenzó hace menos de dos meses con la captura velero Meguem, en esta ocasión le tocó a Vigilancia Aduanera y el abordaje se hizo desde el buque de la Armada Relámpago el pasado 6 de noviembre. El botín fue de 599 kilos del preciado oro blanco. Y siguió. Días más tarde eran los servicios antidroga de la Policía los que se apuntaban la confiscación de los 950 kilos de la misma sustancia que viajaban por la misma ruta a bordo del velero Liberty Belle, interceptado el día 16 del mismo mes.
Con estos tres éxitos policiales encadenados, los eficientes servicios antidroga españoles han frustrado la entrada en el mercado de 2.274 kilos de la sustancia ilegal con más demanda que, antes de llegar al consumidor final -al del mercado generalista, no al de los vips- se habría multiplicado como el milagro de los panes y los peces, a golpe de otros subproductos tanto o más nocivos para la salud como la propia coca.
¿Casualidad o algo más?
Que se hayan interceptado tres envíos consecutivos por vía marítima, en veleros, y por tres cuerpos policiales diferentes, según los expertos consultados, no tiene nada de casual.
La utilización de veleros no es nueva, pero se ha intensificado en los últimos años por ser el sistema de transporte marítimo que entraña menos riesgos, ya que se diluye en medio del tráfico de embarcaciones deportivas y de recreo que surcan el Atlántico. Además, reduce costes de logística -basta con dos a tres tripulantes-, permite llegar directamente a puerto sin arriesgados transbordos en alta mar y descargar discretamente la mercancía cada vez que un tripulante baja a tierra.
Los dos primeros tenía tripulación procedente de los antiguos países del este de Europa y los del Ademas eran españoles, pero a fin de cuentas, asalariados.
Los tres son fruto de la colaboración de las agencias internacionales -la nota oficial cita a cinco- aunque en este caso todos los méritos son de una de ellas, gracias a la información obtenida en el marco de investigaciones más amplias llevadas a cambo en Colombia. Las fechas tampoco son arbitrarias, ya que el movimiento de veleros empieza cuando concluye la temporada de huracanes en el Caribe, que coincide con el final del otoño.
Narcotráfico las rutas marítimas de la cocaína