Mas y Junqueras negocian la fórmula para concurrir a las elecciones por separado, pero un proyecto único para lograr la independencia de Cataluña
18 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El proceso soberanista catalán ha entrado en lo que parece ser su recta final Las elecciones autonómicas del 27-S, las terceras en cinco años, permitirán comprobar el estado real de salud del proyecto independentista. A ocho meses de los comicios, la gran incógnita que sobrevuela sobre el llamado proceso de transición nacional es saber si Convergència y Esquerra serán capaces de sumar una mayoría absoluta lo suficientemente clara como para afrontar la negociación política de mayor calado de la historia de Cataluña.
«A mi juicio, el proceso está tocado. Hay que tener en cuenta que arrancó como un proyecto avalado por cuatro formaciones (CiU, ERC, ICV y CUP) y ahora solo están en el barco dos (CiU y CUP). Ha perdido efectivos», señala Joaquim Coll, historiador y vicepresidente de Societat Civil Catalana, plataforma antisoberanista. Coll cree además, que entre Convergència, Esquerra y puede que también CUP necesitan obtener al menos 90 diputados (sobre 135) para poder «acometer algo tan serio, como cambiar el marco jurídico». «Con los 70 que tienen ahora no pueden hacer nada, en la UE no les tomarán en serio», afirma. Enoch Albertí, catedrático de Derecho Constitucional, decano de Derecho de la UB y miembro del consejo que asesora a Mas, considera en cambio que con la mayoría absoluta (68 diputados) ya estarán «legitimados para tirar adelante el proyecto». «Por supuesto, cuanto más amplia sea esa mayoría, más fácil lo tendrán», añade.
Encuestas en contra
Una de las razones por las que Mas se resistía a convocar las elecciones en el mes de marzo, como le pedían tanto Esquerra como la ANC, era que no acababa de ver clara esa mayoría. Con las encuestas en la mano, no le salían las cuentas, ni a su partido, castigado por la corrupción (casos Pujol y Palau) y aún asociado a tres años de severos recortes sociales, ni tampoco al tándem soberanista, lo que comprometía el proyecto independentista. «Estaban asustados por el efecto Podemos», señala Coll.
Unas elecciones en marzo, convertía a las catalanas en el ensayo general y en la primera irrupción de la formación de Pablo Iglesias, lo que suponía un riesgo para el independentismo, pues podía perder votantes del descontento, electores que han dado el salto al independentismo, sin serlo, y que lo han hecho como respuesta a la desesperación por la crisis y ante la esperanza por algo nuevo. Podemos también opta a conquistar a los indecisos a los que Junqueras se dirigió ayer para «construir la mayoría más amplia posible, comprometida con la plena independencia».
Mas y Junqueras tienen ocho meses para afianzar una mayoría sólida, pero se van a encontrar una buena serie de obstáculos. «Hay que ver cómo se ponen de acuerdo para no hacerse daño en la pugna electoral y que no se les vayan votos. Al fin y al cabo, van separados pero luego tienen que sumar fuerzas», señala Albertí. «Deberán pergeñar algún tipo de pacto de no agresión», apunta, pero «sin olvidar que se disputan algo muy importante como es ganar las elecciones para poder liderar la fase final del proceso».
«Muertos no están, tocados sí. Han perdido fuerza y están desgastados, pero pondrán toda la carne en el asador. Han perdido potencia, aunque siguen su curso. Veremos su capacidad para inflar velas, porque han perdido efectivos y glamur, con tanta bronca interna se le han visto las vergüenzas. Este proceso se vislumbra infinito, ya que el nacionalismo es inasequible al desaliento», afirma Joaquim Coll.
El reto municipal
El primer gran escollo del proceso estará en las elecciones municipales. «Chocarán tras los comicios» vaticina Coll. En la disputas de los dos últimos meses han saltado chispas, se han dejado unos cuantos pelos en la gatera, la desconfianza es mutua y la lucha electoral por las municipales puede perjudicar aún más las delicadas relaciones entre ambos. Según Coll, Mas ha fijado las catalanas en el 27-S para evitar el castigo electoral en las locales de mayo.
Las municipales son un examen muy importante para Esquerra, pues hace cuatro años tocó fondo y su poder municipal desde entonces es exiguo. Junqueras tiene ahora su primera oportunidad de situar a los republicanos como primera fuerza de Cataluña, lo que puede determinar las negociaciones de cara al 27-S. El presidente de ERC arrancó ayer la precampaña de las municipales y situó a los convergentes como uno de sus principales adversarios: «Cuando oigo que hay quien se ha enriquecido con una deslocalización (Oriol Pujol, caso ITV) siento asco», afirmó.