Sánchez se la juega a todo o nada con un golpe que ha dividido al PSOE

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Marcial Guillén / Efe

Incluso sus fieles admiten que ahora depende de Gabilondo y del 24-M

15 feb 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Una jugada maestra o un suicidio. La intervención por las bravas del PSOE de Madrid, ordenada el miércoles por Pedro Sánchez, puede ser una cosa u otra en función de cómo se gestione el ruido inicial y de lo rápido que se pueda dar por cerrada la candidatura del exministro de Educación Ángel Gabilondo, un hombre ajeno al partido y sin tacha visible. Es lo que creen aquellos socialistas que, en esta ocasión, ven los toros desde la barrera. Sánchez es un secretario general sentado sobre una bomba lista para estallar el 24 de mayo, fecha de las elecciones autonómicas y municipales. La duda es si ahora ha sido capaz de desconectar el cable adecuado.

El secretario general del PSOE sabía que cortar la cabeza a Tomás Gómez iba a ser una operación de dificultad extrema y durante semanas discutió acerca de ello con distintos dirigentes del partido. No todos le animaron a hacerlo, por más que la mayoría creyeran que ir a las urnas con el exalcalde de Parla como candidato era resignarse a ser tercera o incluso cuarta fuerza política -no ya por detrás de Podemos sino también de Ciudadanos-. Madrid es una plaza de enorme fuerza simbólica y una derrota de esa naturaleza sería un golpe mortal para el ánimo del partido en toda España. Pero para echarlo había que ensuciarse las manos.

Eso es lo que Sánchez parece haber descuidado. Son muchos los que están dispuestos a taparse la nariz y pasar por alto la violencia de la fórmula empleada -el derrocamiento de toda la ejecutiva del PSM con el argumento fabricado ex profeso de «deterioro grave de la imagen pública del PSOE» e «inestabilidad orgánica»-, pero lo que no perdonarían es que todo acabe en una chapuza. Y chapuza sería, subrayan uno tras otro exdirigentes que en su día ocuparon altísimas responsabilidades en el partido, que Gabilondo diga que no.

El catedrático de Metafísica, muy por encima del estilo marrullero que tanto se estila en los partidos ya advirtió a la vuelta del verano, cuando Sánchez le sondeó para ser candidato en una operación más limpia que la actual, que él iría solo si no había bronca interna. Por eso quienes le conocen creen que mientras siga «manando la sangre» no estará dispuesto a convertirse en la supuesta tabla de salvación que no pocos creen que sería.

Zapatero y Zerolo

Lo que debía ser una intervención rápida tiene visos de acabar en guerra de trincheras. «Ya que te has metido en esto, lo lógico habría sido poner ya desde el primer día a Ángel como candidato. ¿Qué sentido tiene intentar blanquearlo todo con una supuesta consulta a los votantes? -se pregunta un experto en batallas orgánicas-; y si es que no lo tenían ya cerrado con él, entonces es que en Ferraz están locos».

El paréntesis ha dado tiempo a Gómez y a quienes le secundan para poner en marcha su estrategia. Algunas fuentes sostienen que el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero le apoya en su lucha. El viernes, tanto la catalana Carme Chacón, que ya se opuso en la reunión de la ejecutiva a la disolución del PSM, como el propio líder defenestrado exigieron la convocatoria de primarias para elegir al próximo cabeza de cartel a la comunidad. Pero lo más relevante quizá sea que se pusiera en marcha una campaña en las redes a favor del exconcejal Pedro Zerolo, que entró en la dirección de Sánchez como secretario de movimientos sociales a propuesta de Gómez. Este se descartó «en este momento». Ahora bien, los afines al exdirigente territorial no dan la batalla por perdida.

Haya primarias o no, la dirección del PSOE puede tener un problema si, en las asambleas convocadas por la comisión gestora que preside Rafael Simancas para oír lo que tengan que decir los militantes, los tomasistas logran un apoyo masivo a Zerolo. La gestora solo «interpretará» la voluntad de las bases, pero el ruido sería colosal. Y lo peor para Sánchez es que podría acabar instalándose el mensaje, que desde el primer día puso en circulación Gómez, de que todo lo ha hecho obsesionado por la debilidad de su liderazgo frente al de Susana Díaz.

Los opositores

Fueran las que fueran las razones de Sánchez, el hecho de que no comunicara nada de antemano ni a Susana Díaz ni al valenciano Ximo Puig ni al castellano-manchego Emiliano García-Page, a los que cree enredados junto a Gómez en un plan para desgastarlo y descabalgarlo del poder tras los comicios de mayo, ha generado, según advierten algunos de ellos, mucha «desconfianza».

La presidenta de la Junta de Andalucía, inmersa en su campaña para sus elecciones del 22 marzo, no se ha pronunciado para evitar un ruido que ahora no le conviene, pero fuentes de su entorno sostienen que está muy enfadada. Si las cosas le salen bien, en cambio, la idea vencedora será la de que Sánchez hizo una apuesta arriesgada que puede mejorar enormemente las expectativas electorales del PSOE. En esa tesis está la mayoría de los líderes territoriales que a lo largo de estos días han salido a cerrar filas con él, el gallego José Ramón Gómez Besteiro entre ellos. Son más, pero en número de militantes, menos.

Firmas para reclamar primarias

La gestora del Partido Socialista de Madrid justifica la destitución de Tomás Gómez porque su continuidad conducía al partido al despeñadero electoral el 24 de mayo. El socialismo madrileño «necesitaba un cambio» para ganar, afirma el presidente de la dirección provisional, Rafael Simancas, en una carta a los militantes de la organización. En ella, sostiene que con el relevo el partido podrá ser «una alternativa fuerte, coherente, confiable y ganadora». Hace asimismo un llamamiento a la unidad. Que no será fácil, porque dos grupos de militantes han iniciado ya una campaña de recogida de firmas para exigir la celebración de elecciones primarias abiertas para designar el candidato a gobernar la comunidad.