Rivera se coloca en el centro del tablero al pactar con el PSOE

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El acuerdo con el PP en Madrid, casi cerrado, completa su estrategia política

10 jun 2015 . Actualizado a las 11:55 h.

La era de los pactos y el nuevo escenario político en el que han irrumpido dos fuerzas emergentes se plasmó ayer en Andalucía y lo hará con toda probabilidad en los próximos días en la Comunidad de Madrid, donde el acuerdo entre el PP y Ciudadanos está ya muy encarrilado, pese a las complicaciones de última hora surgidas por la operación Púnica. Todo indica que está prácticamente cerrado y que la primera piedra del mismo fue la cesión por parte de Cristina Cifuentes a Ciudadanos de la vicepresidencia primera de la Asamblea, que no le correspondía por los escaños obtenidos.

En ambas comunidades autónomas, Albert Rivera se ha convertido en la llave para facilitar la gobernabilidad, en un caso del PSOE y en el otro del PP, que fueron los partidos más votados. Su objetivo es afianzar la marca centrista de su partido, sin decantarse ni por la derecha ni por la izquierda en una operación política diseñada de cara a las elecciones generales.

¿Qué supone el pacto de investidura en Andalucía?

Llega 80 días después de las elecciones, lo que solo se explica porque Rivera no quería que su partido se presentara a las elecciones autonómicas y municipales con el pacto con los socialistas bajo el brazo. Es la primera vez que una de las dos fuerzas emergentes se retrata para facilitar la gobernabilidad de una comunidad autónoma, en este caso la más poblada de España. Significativamente es Ciudadanos quien va a facilitar la investidura de Susana Díaz, lo que desmonta en cierta forma la estrategia que han puesto en marcha el Gobierno y el PP de denunciar que el PSOE se ha entregado a Podemos para gobernar. Lo que ha sucedido en Andalucía demuestra que no es su única opción y podría repetirse en la Comunidad Valenciana tras la ruptura de los socialistas con Compromís por no aceptar que su líder, Ximo Puig, sea el presidente de la Generalitat.

¿Por qué ha pactado Susana Díaz con Ciudadanos?

Era la única salida que le quedaba tras la negativa del PP y de Podemos para evitar unas nuevas elecciones, lo que habría sido un fracaso, ya que rompió con Izquierda Unida y las adelantó para buscar más estabilidad institucional. Pero este pacto es también fruto de una estrategia política. Díaz no podía aceptar un acuerdo con los populares que suponía dejarles gobernar como lista más votada en ayuntamientos tan importantes como Sevilla, Córdoba o Cádiz. Además, ser investida con la abstención del PP tenía inevitablemente un coste político. Por otro lado, descarta como socio a Podemos, su competidor en la izquierda, y proyecta así una imagen de moderación sin tener que hacer concesiones importantes a Ciudadanos.

¿Qué gana y qué pierde Albert Rivera?

Con su respaldo a Díaz y el que dará próximamente a Cristina Cifuentes en la Comunidad de Madrid, Rivera quiere ocupar la centralidad del tablero político. Ciudadanos se convierte en la fuerza imprescindible en dos autonomías clave y lanza el mensaje de que es capaz de llegar a acuerdos con el PSOE y el PP, indistintamente, siempre que se acepten sus condiciones. Presenta sus credenciales como un partido que favorece la estabilidad institucional.

Pero es también una operación política arriesgada, ya que puede encasillar a Ciudadanos como un partido meramente bisagra cuya función es completar las mayorías de los dos grandes. Además, apoya al PSOE y el PP en dos comunidades muy marcadas por la corrupción, los casos ERE y de los cursos de formación en Andalucía, y Gürtel y la operación Púnica en Madrid. Aunque les obligue a firmar documentos por la regeneración democrática, el hecho es que les facilita que gobiernen, lo que puede contrariar a una parte de su electorado.

¿Cómo puede afectar el acuerdo a las relaciones entre Díaz y Sánchez?

Susana Díaz ha seguido al pie de la letra la decisión de Sánchez de dar libertad a los barones socialistas para negociar en sus respectivas comunidades autónomas. La andaluza lo ha hecho totalmente por libre, sin informar siquiera al secretario general. Las relaciones entre ambos se han ido deteriorando con el paso del tiempo, hasta el punto de que los contactos se han reducido al mínimo. Sánchez ha buscado acuerdos con Podemos, obligado en muchos casos por la aritmética electoral, mientras Díaz ha optado por Ciudadanos después de advertir, la última vez en el pasado comité federal, de los peligros que entraña pactar con la formación política que lidera Pablo Iglesias.

La presidenta andaluza consolida así sus futuras pretensiones de dar el salto a la política nacional y refuerza su perfil propio ante Sánchez, al que deja en una situación complicada al desmarcarse, ya no solo de palabra sino con los hechos, de su estrategia de acercamiento a Podemos.