Jordi Canal: «El relato independentista se basa en suposiciones y falsedades»

ESPAÑA

Denuncia que los nacionalistas catalanes han sustituido la historia por mitos
22 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Doctor en Historia y profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Jordi Canal acaba de publicar Historia mínima de Cataluña (Turner), una síntesis accesible, rigurosa y desmitificadora.
-¿Cuáles son los principales mitos que los nacionalistas han creado y que refuta la historia?
-Son numerosos y fueron sobre todo elaborados en el romanticismo. Destacaría el de Wifredo el Velloso y la creación del escudo de las cuatro barras en el siglo IX, al que se otorga un sentido nacional y político. Es, evidentemente, una leyenda aparecida en la época moderna. Otro mito es el de Jaime I y la expansión hacia Valencia y Baleares, leído en clave de un destino común en términos de Países Catalanes. Nada que ver con la realidad. U otro, muy de moda el año pasado: 1714 y el final de la guerra de Sucesión como el fin de un Estado catalán ya casi plenamente democrático. Ni existía entonces un Estado catalán ni había democracia, está claro. La lista se podría ampliar con otros más contemporáneos, como la supuesta intrínseca modernidad catalana frente a una Castilla y España retrógradas y atrasadas casi por naturaleza.
-¿Por qué cree que han arraigado en buena parte de la población?
-Los mitos apelan al sentimiento y provocan la adhesión. La historia es otra cosa. Pero en Cataluña una gran parte de los historiadores han incorporado, desde el siglo XIX, los mitos al relato ?nacional?. Y los mitos han sustituido a la historia para algunas generaciones de catalanes. Como decía el periodista Gaziel de la Historia de Cataluña de Ferran Soldevila, no se trataba en realidad de una historia de Cataluña sino de la historia del sueño de Cataluña. Los hechos eran reales, pero con ellos se construía un relato imaginado en el que se ponía por delante lo que Cataluña debía ser o debería haber sido frente a lo que fue. Esta es la historia de Cataluña que se sigue contando a los chicos y chicas de las escuelas y que se puede encontrar en la mayor parte de historias de Cataluña.
-¿Resulta difícil explicar la historia de Cataluña sin mitos ni prejuicios en Cataluña?
-Parece que sí. Los mitos y prejuicios son la base de la historia de Cataluña entendida como historia nacional o nacionalista. Y esta historia sirve para justificar demandas políticas del presente. Pero la tarea del historiador es aplicar la crítica a mitos y prejuicios para intentar explicar una historia, como yo he intentado en mi libro, más apegada a la realidad.
-Usted ha dicho que el populismo independentista se ha inventado un relato según el cual la independencia llevará a la felicidad, pero no se ha construido otro alternativo para rebatirlo.
-El nacionalismo independentista cuenta que una Cataluña independiente será más rica y tendrá mejores servicios, además de menos paro y más eficacia. España ya no robará a los catalanes y con ese dinero se conseguirá una Cataluña envidiada en Europa. Este es el relato, que ilusiona en época de crisis económica, social y político-institucional. Es la promesa de la felicidad a la vuelta de la esquina. Pero este relato está basado en suposiciones y falsedades. Apela a la fe, como todos los relatos urdidos por los nacionalismos, y no a la razón. La realidad apunta, por el contrario, a crisis, conflictos, boicots y una existencia de Cataluña al margen de la UE. Frente a este relato ilusionado, desde el otro lado nadie ha construido otro en el que se intente explicar las ventajas y conveniencias de seguir viviendo juntos: aplicar la ley, como hace el Gobierno, es imprescindible, pero insuficiente; el federalismo de los socialistas es demasiado ambiguo y abstracto; los intelectuales callan en exceso. Quizás ha faltado verdadera conciencia de peligro frente al reto y el órdago independentista.
-¿Qué le parece que Artur Mas pretenda seguir adelante con el proyecto independentista con la mayoría de escaños?
-Mas hace ya un tiempo que solamente puede seguir el camino a ninguna parte al que ha condenado a la comunidad autónoma catalana. Ha quemado las naves. La cuestión de los escaños versus votos es otra interpretación particular más de un nacionalismo independentista que funciona como un auténtico populismo y con una concepción muy discutible de la democracia y la libertad. Se suma a otras ocurrencias como el llamado derecho a decidir, la voluntad del pueblo que permite pasar por encima de la ley o el pretendido carácter plebiscitario de las elecciones del 27S.
-¿Cree que aún es tiempo de tender puentes y dialogar para buscar un mejor encaje de Cataluña en España?
-Si queremos seguir viviendo juntos no nos queda otro remedio. Si el desafío independentista no se consuma habrá que repensar un futuro marco de convivencia, tras un conflicto inevitable. El anterior marco ya no nos sirve. No hay vuelta atrás y serán necesarios enormes esfuerzos para imaginar la Cataluña y la España futuras.
No hubo Estado catalán antes de 1714
«La nación catalana no existe antes del siglo XX, si entendemos nación en el sentido que le damos hoy a este término», explica Canal. «Otra cosa es si lo reducimos al sentido antiguo de grupo de personas que hablan la misma lengua o nacieron en el mismo sitio», añade. «Son los nacionalistas catalanes los que se lanzan al trabajo de construir una nación catalana», concluye. Por otro lado, «la existencia de un Estado catalán antes de 1714 no se sostiene desde un punto de vista histórico». «Desde el siglo XII los condados catalanes forman parte de la Corona de Aragón, que siglos después va a integrarse en la Monarquía católica. Cataluña era una entidad diferenciada dentro de una monarquía compuesta, pero no un Estado», sostiene.