
Artur Mas, presidente en funciones, elude su responsabilidad en la organización del 9N
16 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Artur Mas volvió a utilizar ayer la técnica que viene empleando desde el momento en el que, comprobado su fracaso en el intento de arrancar al Gobierno un pacto fiscal para Cataluña equivalente al vasco, se convirtió al independentismo del que había renegado toda su vida política: tirar la piedra y esconder la mano. Así lo hizo cuando dejó en manos de las asociaciones independentistas el protagonismo de la histórica manifestación de la Diada, que sin embargo quiso rentabilizar después políticamente como un respaldo expreso a su gestión. Eso es lo que hizo también al convocar un referendo, pero involucrando en ello a todos los partidos y asociaciones civiles independentistas, con el propósito de no asumir en solitario las posibles consecuencias de su apuesta política. Y así lo hizo también, una vez constatado el fracaso en su intento de celebrar un verdadero referendo independentista, al plantear el órdago de convocar unas elecciones con carácter plebiscitario en torno a la independencia, pero parapetándose en el número cuatro de la lista, oculto tras unos candidatos independentistas y forzando al líder de ERC a presentarse en la misma candidatura. Si sale bien, he sido yo, y si sale mal, han sido los demás. Esa ha sido hasta ahora su estrategia política, y esa es la que está utilizando ante los tribunales
Así lo demostró en su declaración de ayer, cuando trató de eludir su responsabilidad endosando la celebración de la consulta del 9N a los voluntarios y asegurando que él se limitó a hacer una propuesta política y a dar apoyo. Eso, intentar escapar de la acción de la Justicia, es lo que en esencia han pretendido él y las dos consejeras que organizaron la consulta, por más que, ya fuera del juzgado, levantaran la voz diciendo que asumen toda la responsabilidad. Su puesta en escena de ayer, rodeado de alcaldes independentistas, y su empeño en sostener que juzgándole a él se juzga a toda Cataluña, no es sino otra demostración de su negativa a asumir de manera personal las consecuencias de sus actos políticos.
En esa estrategia, Mas no ha dudado en socavar la independencia de los jueces y fiscales, acusándolos de actuar al dictado del Gobierno y tratando de condicionar sus decisiones advirtiéndoles, como hizo ayer, que no está dispuesto a acatar una sentencia que lo inhabilite para ejercer su cargo, lo que abriría un conflicto gravísimo. De nuevo, traspasando a los jueces la responsabilidad de lo que pueda ocurrir. Y tampoco ha dudado Mas en tratar de utilizar todo el proceso en su contra para obtener rédito político. Desde el mismo momento en el que se conoció su imputación y su llamada a declarar ante la Justicia, se movilizó para tratar de asegurarse la investidura como presidente de la Generalitat que la CUP se niega a facilitarle. El argumento es que si no le hacen presidente, destruirán la posibilidad de alcanzar la independencia. Para Mas, la culpa siempre es de los otros.