La intransigencia de la CUP ya abre grietas en el entorno de Artur Mas

cristian reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

TONI ALBIR | Efe

La vicepresidenta desautoriza al consejero de Empresa, que recela de los radicales

21 oct 2015 . Actualizado a las 12:59 h.

La intransigencia de la CUP tanto en lo que se refiere a la investidura de Artur Mas como en el modelo económico que propone ha abierto las primeras grietas en el seno del Gobierno catalán y en Convergència Democrática. La vicepresidenta de la Generalitat, Neus Munté, valor al alza dentro del soberanismo, desautorizó ayer al consejero de Empresa y Ocupación, Felipe Puig, quien el lunes arrojó pesimismo sobre un eventual acuerdo con la CUP, se mostró partidario de fijar líneas rojas en la negociación, dio casi por hecho que el Ejecutivo catalán ejercerá en funciones hasta el año que viene y no descartó conversaciones con otras formaciones ni nuevas elecciones. Munté y también el número uno de la lista de Junts pel Sí, Raül Romeva, salieron en tromba para apagar el incendio, que puede perjudicar unas negociaciones muy delicadas. «La única línea roja es no trabajar para alcanzar un acuerdo que nos permita cumplir el mandato democrático del 27S», afirmó Munté. «Necesitamos tiempo y discreción, existen espacios de diálogo con la CUP», añadió. «Vamos avanzando, con la CUP hay mucho espacio compartido», apuntó Romeva.

Manifestaciones muy distintas a las de Puig, que puso voz a los sectores del partido próximos al mundo económico, los que no quieren depender de la CUP, pues recelan de su programa radical, que habla de autogestión, de intervención total del Estado en la economía, de salir de la UE, del euro y de la OTAN, de paralizar privatizaciones y de desobedecer ya las leyes españolas y las resoluciones del Constitucional.

«El modelo económico de Junts pel Sí es muy diferente del de la CUP, en algunos aspectos es casi incompatible, no estamos en disposición de aceptar según qué planteamientos», señaló Puig, quien aprovechó para lanzar un aviso a los negociadores de Junts pel Sí, en la línea de que no se puede transigir todo lo que proponga la CUP, por importantes que sean sus diez diputados para la investidura.

Romeva, quien lidera esas conversaciones, le replicó que es necesario no poner énfasis en las diferencias y que en ningún caso trabaja con la hipótesis de unas nuevas elecciones. A pesar de las críticas, tanto Munté como Romeva reconocieron «dificultades».

Miedos

A los obstáculos objetivos de entendimiento hay que añadir otro factor, el de las elecciones generales, que puede acaba de enredar el panorama. Los dos partidos quisieran cerrar el pacto antes de los comicios para el Congreso, aunque son conscientes de que será muy complicado. En las filas de la CUP existe el temor, confesado públicamente, de que un cambio de Gobierno en la Moncloa abra un nuevo escenario en la política española y que sectores moderados de CDC, ahora entregados a la causa independentista, puedan pisar el freno. Munté, de hecho, valoró ayer que el candidato del PSOE, Pedro Sánchez, haya mostrado su disposición a sentarse a hablar con Mas en caso de ser elegido presidente del Gobierno. CDC y Esquerra, tanto si van juntos como si no, pueden obtener más de 20 diputados el 20D y podrían jugar un papel clave en el contexto de un Congreso muy atomizado. De ahí que Puig apuntara que tras las elecciones generales es posible que se abra el abanico de opciones de negociación en Cataluña, al margen de la CUP, extremo que los negociadores de Junts pel Sí no aceptan.

Los no soberanistas se unen para tratar de que Junts pel Sí no controle la Mesa del Parlamento catalán

PSC, Ciudadanos, PP y Sí que es Pot pactaron ayer una iniciativa para pedir que la Mesa del Parlamento catalán no tenga una mayoría absoluta de Junts pel Sí y garantizar la «proporcionalidad y representatividad». Intentan evitar que Junts pel Sí se haga con cuatro de las siete sillas de la Mesa, algo que solo puede facilitar la renuncia de la CUP. Y hablan de anomalía democrática si obtiene la mayoría en la Mesa, pues no la tiene en el hemiciclo. En cualquier caso, el PP se quedaría sin representación, y el resto de grupos ocuparía una silla cada uno: Ciudadanos una vicepresidencia, y CUP, PSC y Sí que es Pot una de las cuatro secretarías. Además, el texto pide que tanto el jefe de la oposición como el resto de grupos tengan la ubicación «que se merecen» en el hemiciclo, después de que Junts pel Sí haya propuesto ocupar las primeras filas de lado a lado, rompiendo la tradición.

La Generalitat no quiso desvelar cuándo será la sesión de constitución de la Cámara autonómica, aunque todo apunta al lunes 26, el último día posible, el mismo que el presidente Rajoy firmará el decreto de disolución de las Cortes. De momento, CDC y Esquerra han llegado a un acuerdo para que la expresidenta de la ANC, Carme Forcadell, presida la Cámara. Su designación, no obstante, recibió fuertes críticas por parte de las formaciones no soberanistas, que destacaron su radicalidad independentista, su falta de experiencia en política y su incapacidad para representar a la mitad de los catalanes.