La propuesta independentista crea un profundo cisma en el Gobierno catalán

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Alejandro García | Efe

Varios consejeros protestaron a Mas, quien les preguntó si quieren elecciones

31 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las aguas bajan muy revueltas en Convergència y en el Gobierno catalán. El pacto suscrito entre el grupo parlamentario de Junts pel Sí y la CUP para aprobar una declaración de ruptura con la legalidad española y desobediencia al Tribunal Constitucional ha abierto una grieta importante en el Ejecutivo autonómico. El movimiento ha inquietado al ala más moderada de la formación liderada por Artur Mas y ha puesto al presidente en funciones en una situación límite.

La chispa estalló el mismo martes cuando, durante la celebración del consejo de gobierno, un grupo de consejeros, sobre todo los alineados en el área económica, como Andreu Mas-Colell (Economía), Santi Vila (Obras Públicas) o Felip Puig (Empresa), pero también Joan Jané (Interior) e Irene Rigau (Educación) expresaron sus recelos, e incluso su indignación, por el contenido del texto pactado entre las dos formaciones secesionistas. Algunos se limitaron a subrayar lo grave de la medida en términos jurídicos y democráticos; y otros, como Puig y Rigau, se refirieron también a su utilidad política o partidaria y cuestionaron la conveniencia de semejante cesión ante la CUP, sin tener siquiera el compromiso de la coalición radical para investir a Artur Mas como presidente el día 9.

La escena, según relató ayer La Vanguardia, se completa con un Artur Mas desolado y completamente superado, no por la discusión, sino por las circunstancias a las que se enfrenta tras no haber logrado la mayoría absoluta que pidió a los electores el 27 de septiembre. «Entonces ¿qué me estáis pidiendo?, ¿que haya elecciones?», planteó tras recordar que solo con el apoyo la CUP existe alguna opción de formar gobierno. El debate no quedó zanjado. Aunque fue el único consejero que ayer se refirió al asunto, Santi Vila, presunto díscolo, reconoció veladamente que el texto de la discordia no le acaba de gustar del todo. «En el momento en que entre en el Parlamento, es posible que se mejore y enriquezca, y así lo espero», dijo. Además, reiteró que si la CUP insiste en no votar a Mas, las elecciones son inevitables.

Hasta la fecha, el único consejero que se había atrevido a cuestionar en público las negociaciones con la CUP era Felip Puig, que hace diez días se mostró partidario de fijar líneas rojas, dio casi por hecho que el Ejecutivo catalán ejercerá en funciones hasta el año que viene y no descartó ni conversaciones con otras formaciones ni nuevas elecciones.

Problemas, dentro y fuera

El coordinador general de CDC, Josep Rull, calificó, sin embargo, de meras «especulaciones» y «supuestas filtraciones» las posibles discrepancias en la Generalitat y se negó a darles «validez». Según él, el partido avaló en una reunión celebrada el domingo, de manera «unánime», el texto pactado con la CUP y ninguno de los «supuestos discrepantes» alzó la voz. En privado, no obstante, hay sectores del partido, sobre todo los que están más a la derecha y que mantienen un vínculo con el mundo económico, que no pueden ver ni en pintura a la CUP y que al día siguiente de que se registrara la declaración secesionista ya echaban pestes en un acto con empresarios en Barcelona.

A los problemas internos, Convergència suma los externos. Ayer anunció junto a Esquerra que finalmente no habrá candidatura de Junts pel Sí para las generales. Oficialmente, ambas partes esgrimieron que todo es fruto de un acuerdo, que no hace falta repetir el plebiscito del 27S, porque ya está «ganado», y que yendo por separado amplían la base del independentismo. Las razones que no cuentan son las diferencias sobre los cabeza de lista, las ganas que tiene ERC de volver a imponerse a CDC, su incomodidad creciente por los casos de corrupción que afectan al partido de Mas y las tensiones en su relación.

Empresarios de Cataluña insta a las bases de CDC a rebelarse contra la dirección del partido

La entidad Empresarios de Cataluña, que preside Josep Bou y que mantiene un activo papel en contra del secesionismo, se dirigió ayer a las bases y a los votantes del Convergència Democrática de Cataluña (CDC), el partido de Artur Mas, para que «se rebelen» contra la situación que vive políticamente Cataluña y expresen su malestar ante la dirección del partido por la propuesta presentada en el Parlamento para iniciar lo que denominan la desconexión de España.

En un comunicado, la asociación se hace portavoz de la «preocupación» entre «numerosos votantes de CDC» ante «la situación actual, los anuncios y derivas hacia la ilegalidad y las alianzas contra natura con un partido como la CUP», que defiende posturas antisistema y anticapitalistas, que incluye la ruptura con la Unión Europea.

La asociación pide a Junts pel Sí y a la CUP que desistan en su intención de presentar la declaración para iniciar el proceso de independencia de Cataluña al considerar que solo puede acarrear «tensión política, económica y social». A su juicio, Junts pel Sí y la CUP deberían rectificar y «anunciar su incondicional respecto a la legalidad y al Estado de derecho». Empresarios de Cataluña afirma en su comunicado que la resolución tiene como única finalidad «la ruptura de la legalidad democrática y la convivencia» entre los catalanes e insta a las dos formaciones políticas que intentan negociar la investidura del próximo presidente de la Generalitat a respetar el Estatut y la Constitución, «sin subterfugios ni condicionamientos».

El presidente de la entidad, Josep Bou, ha reiterado en numerosas ocasiones que la actual situación catalana «está provocando gran preocupación entre los empresarios e inversores» y que, a consecuencia de ello, «se están paralizando inversiones» extranjeras.