Hará una nueva propuesta a Junts pel Sí y después decidirá en asambleas
20 nov 2015 . Actualizado a las 15:49 h.El líder de Unió Democrática y exsocio de Convergència, Josep Antoni Duran Lleida, comparó ayer las conversaciones para formar gobierno con una montaña rusa: una semana arriba, parece cerca el acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP; y la siguiente abajo, se aleja. Días después de que destacados dirigentes de Convergència, como Francesc Homs o Andreu Mas-Colell, llamaran casi de todo a los anticapitalistas, la negociación para la investidura de Artur Mas ha entrado en la fase optimista y ofrece signos de que existe una senda en la que el entendimiento es posible. La CUP dejó de vetar la reelección y abrió la puerta a dar su apoyo en la investidura.
Una semana después de su segundo portazo al presidente de la Generalitat, la cúpula de la formación de la izquierda anticapitalista radical rompió ayer su silencio y por primera vez evitó el veto explícito a Mas y pasó del no rotundo al ya veremos en la investidura. Para que así sea, lo tendría que aprobar la militancia de la CUP en una asamblea extraordinaria, una solución de resultado imprevisible por las fobias que despierta Artur Mas entre la izquierda radical de base. El pequeño gran movimiento de los diputados antisistema permite al menos desbloquear las conversaciones, encalladas entre Mas sí, Mas no; y si acabara siendo Mas no, el siguiente paso sería elecciones de nuevo en marzo.
La CUP se mostró dispuesta a dejar en manos de su militancia la solución al entuerto, siempre y cuando Junts pel Sí haga sus deberes de contraparte, mueva ficha y presente una «propuesta global» de legislatura. Esta oferta, según dijeron los dirigentes anticapitalistas en una comparecencia coral, debería introducir cambios sustanciales, tanto en el plan de choque social, como en el proceso constituyente, así como llenar de contenido las propuestas lanzadas por Mas de formar un gobierno con un presidente que delegue atribuciones en tres vicepresidentes o su intención de someterse a una moción de confianza a los diez meses de la investidura.
Lo que hace la CUP, en el fondo, es ganar tiempo, porque su dinámica de partido impide la toma de decisiones sobre la marcha, ya que todo lo tiene que someter al veredicto de la asamblea. En cualquier caso, la dirección de la formación antisistema emprenderá la semana que viene una ronda por las asambleas territoriales para ir tomando el pulso a los suyos con vistas a celebrar el día 29 una «jornada de debate nacional», en la que, en principio, no se decidiría nada, aunque fuentes de la formación no descartan que se acabe convirtiendo en la asamblea definitiva, donde las bases del partido voten si la CUP inviste a Mas.
Fuentes de Junts pel Sí afirman con cierta sorna que «esta gente no se aclara», aunque tanto los dirigentes de Convergència como de Esquerra confían en alcanzar un acuerdo antes del 4 de diciembre, cuando comienza la campaña electoral.
Tras casi dos meses de presiones, la CUP ya no pone la línea roja en el no a Mas. un paso que ha facilitado que las tres mesas de negociación -desconexión, plan de choque social y proceso constituyente- se hayan vuelto a reunir. La idea, según expresó el número uno de Junts pel Sí, Raül Romeva, es que en el acuerdo no haya vencedores ni vencidos, que «nadie gane por 5-0 o 0-5», en palabras de Mas, o que nadie se «baje los pantalones», según Antonio Baños.
Becas, transporte gratuito para los desfavorecidos y paralización de privatizaciones
Para que la CUP pueda ofrecer a su militancia una propuesta en la que no aparezca como el gran derrotado que se arrodilla ante la Convergència corrupta, Junts pel Sí tiene que ceder con 39 medidas sociales, como aumentar la dotación en becas comedor, decretar la gratuidad del transporte público para sectores desfavorecidos, paralizar 14 procesos de «privatización», suprimir algunos conciertos escolares, retirar el proyecto Barcelona World, garantizar el acceso gratuito a todos los tratamientos médicos de forma universal y recuperar la renta mínima de inserción. «No estamos pidiendo un plan anticapitalista ni salir del euro, como aparece en nuestro programa electoral», señalaron en la CUP. No será así, pero para muchos, cada vez más, en Convergència eso es pedir la luna.
La izquierda radical mostró el camino para el acuerdo, pero al mismo tiempo recordó a Junts pel Sí, y en concreto a Convergència, que piensa negociar a cara de perro y que la independencia de Cataluña no tiene marcha atrás. Por ello, se mostró muy crítica con la «campaña» de presión a la que se ha visto sometida por parte de buena parte de la prensa catalana y de sectores soberanistas, y cargó con dureza contra Convergència, a la que acusó de haber abandonado la vía independentista y de haber regresado a la ambigüedad pujolista. «Ni peix al cove (?más vale pájaro en mano?) ni la puta y la ramoneta (?jugar a dos bandas?). Si hay alguien que cree que se puede volver al neoautonomismo, mala suerte, lo que hemos avanzado es irreversible», advirtió Antonio Baños.