Permitirán a Pedro Sánchez negociar con Podemos si este renuncia al referendo
28 dic 2015 . Actualizado a las 01:51 h.El encuentro en la calle Ferraz se había convocado con la excusa de fijar una postura común sobre cuál debe ser la estrategia de pactos que debe seguir el PSOE tras las elecciones del 20 de diciembre, antes del Comité Federal de hoy. Pero los barones con mayor peso en el partido llevaban días calentando el ambiente para forzar a Pedro Sánchez a convocar el congreso, inicialmente previsto para febrero, en lugar de dejarlo para la primavera. Finalmente, el ruido se quedó en nueces. Y, según los asistentes, nadie abordó la cuestión.
La duración de la cita, casi cinco horas, y el modo en el que se desarrolló [Sánchez se presentó acompañado de su secretario de Organización, César Luena; del portavoz parlamentario, Antonio Hernando, y de otros miembros de su ejecutiva como Patxi López y María González Veracruz] dan buena idea de lo delicado del momento. No en vano, en los últimos días, tanto la dirección del partido como algunos líderes territoriales habían empezado a hacer recuento de posibles apoyos en previsión de que hubiera que llegar a medir fuerzas, bien en el Comité, bien en un Congreso, si Susana Díaz hubiera dicho a las claras lo que desde Andalucía y desde otras federaciones se aseguraba: que esta vez daría el salto para hacerse con las riendas del partido.
En lugar de eso, los dirigentes del partido decidieron dedicar todos sus esfuerzos a decidir dónde se ponen las comas y los acentos de una resolución sobre la estrategia de acuerdos poselectorales en la que fundamentalmente ya estaban de acuerdo, porque todos coincidían ya de antemano en que hay que votar no a la investidura de Mariano Rajoy y en que la soberanía nacional no se fragmenta, lo que limita la búsqueda de un acuerdo de Gobierno con Podemos a que este partido renuncie al referendo de autodeterminación para Cataluña. «Es que en la letra pequeña, es donde se esconde el diablo», se excusaba un barón.
El documento alternativo en el que durante todo el sábado estuvo trabajando la presidenta andaluza y en el que, según un dirigente que estuvo en contacto con ella, pretendía entrar en cuestiones orgánicas, además de exigir autocrítica por los resultados de los comicios y fijar en la unidad de España los límites para cualquier conversación con otra fuerza política, quedó convertido, pues, en papel mojado. «No hay ambiente para un congreso» apuntó con resignación a la salida de la reunión uno de los secretarios regionales que más convencido estaba de que ha llegado el momento de que Sánchez de un paso atrás.
Él, como el resto de los barones que están gobernando, menos la balear Francina Armengol, creen que, después de haber obtenido los peores resultados de la historia del partido y, pese al descalabro del PP, el hoy líder de su formación tenía que haber asumido su fracaso. Pero no fue así. Y, cuando toda la atención se ha posado sobre ellos para que resuelvan el complicado puzle al que han abocado las elecciones, con un Parlamento terriblemente fragmentado y el PSOE en el centro del tablero, no se han atrevido a forzar la máquina.
García-Page: «No salen las cuentas para sumar una mayoría»
Quienes entre bambalinas llevaban tiempo preparando el «postsanchismo» han replegado velas. «Todo lo que sea quedar por debajo de los 100 escaños es inadmisible y tendrá que conllevar la marcha de Pedro», advertía hace dos meses un dirigente territorial. Ahora, rumia el enfado que le produjo oír a Sánchez aquella frase pronunciada la misma noche electoral: «hemos hecho historia». El asturiano Javier Fernández, el extremeño Fernández Vara, el aragonés Javier Lambán, el valenciano Ximo Puig y, por supuesto, la propia Susana Díaz, han decidido no ir a una guerra que, pese a su aparente debilidad, el secretario general y su lugarteniente, César Luena, estaban decididos a ganar. Con todo, el manchego García Page no se calló: «No salen las cuentas para sumar una mayoría».