¿Por qué los antisistema rechazan al «president»?

C. R. BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Alberto Estévez | Efe

Parte importante de los dirigentes de la CUP nunca han podido ver a los señoritos barceloneses de Convergència, que ahora dicen que son independentistas, pero que anteayer pactaban con el PP

05 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La CUP hizo bandera durante la campaña electoral de su rechazo a una investidura de Artur Mas. Salvo David Fernández, con quien el presidente se fundió en un efusivo abrazo tras la votación de la consulta del 9N, una parte importante de los dirigentes de la CUP, sobre todo los que están más alineados con el anticapitalismo, nunca han podido ver a los señoritos barceloneses de Convergència, que ahora dicen que son independentistas, pero que anteayer pactaban con el PP.

Para entender mejor de dónde viene la inquina casi atávica de los cuperos hacia Mas y la vieja guardia de CDC vale la pena poner el foco en algunas de las organizaciones que integran la formación secesionista, por ejemplo, Lluita Internacionalista o Corrent Roig, corrientes que beben de la izquierda trotskista; sectores que proceden del sindicalismo más radical como el Colectivo Drasannes o la Coordinadora Obrera Sindical y facciones más antisistema y próximas a movimientos okupas y de ateneos populares de barrio.

La CUP es próxima asimismo a los colectivos que protagonizaron el asedio al Parlamento catalán en el 2011, ocho de cuyos participantes fueron condenados a tres años de prisión por el Supremo. Los anticapitalistas nunca han perdonado al Gobierno de la Generalitat que se personara como acusación particular en el caso. El elemento central, en cualquier caso, es la corrupción y sus derivadas como modelo de una sociedad, la catalana, que no es ningún oasis. Arran, la organización que hace de cantera de la CUP, difundió en plenas negociaciones con Junts pel Sí, una imagen por las redes sociales, que decía: «Hasta nunca Mas». Las juventudes del partido mantienen que el convergente es un freno para el independentismo porque su figura es «sinónimo de impunidad ante la corrupción, los recortes y la precariedad de las clases trabajadoras».