
Eleuterio Sánchez regresa tras 40 años a Mangas Verdes, el barrio de Málaga donde protagonizó una de sus famosas fugas
06 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Eleuterio Sánchez no era más que un delincuente común en la España de Franco de los años sesenta y setenta. Y el nombre de El Lute no permanecería todavía en la retina de muchos sino fuese por el armazón legendario que se forjó en torno a este salmantino nacido en una chabola en 1942, condenado a cadena perpetúa y que se convirtió en el delincuente más buscado de España por su capacidad para poner en jaque a la Guardia Civil con fugas espectaculares, que le llevaron a las primeras páginas de los periódicos de la época e incluso a inspirar dos taquilleras películas y canciones de artistas tan dispares como Sabina y Boney M.
Eleuterio Sánchez -que aprendió a leer y escribir en la cárcel, donde también estudió Derecho- hizo ayer un guiño a su pasado. Regreso después de cuarenta años, media vida, a un escarpado barrio que permanece en su memoria, el malagueño de Mangas Verdes donde se ocultó en 1972 y logró escapar de la Guardia Civil. El Lute estuvo en la casa de su hermana, recuperándose de dos tiros, recibidos en Cártama. Paso casi un año sin ser detectado ni denunciado, pero finalmente los agentes rodearon la casa en la que vivía. Eleuterio Sánchez tenía un as en la manga y pudo escabullirse aprovechando las estrechas calles y los tejados del barrio, en una de sus célebres huidas.
Una treintena de vecinos esperaban ayer a el Lute, a punto de cumplir 74 años, en el local de la asociación de Mangas Verdes. La disculpa para el regreso eran unas jornadas sobre reinserción social. El ritual llevó al descubrimiento de una placa que recuerda su paso por el barrio y al intercambio de impresiones con muchos de los que asistieron al acto, que aún lo recordaban.
En aquella etapa, Eleuterio Sánchez se sentía protegido por su disfraz, con el que salía a la calle, aunque muchos vecinos ya sabían quien era. «Pero yo no era consciente de que me reconocían», confesó en este encuentro, en donde también apartó un dato poco conocido. A él nadie le llamaba El Lute, sino Leuterio. El apodo fue cosa de la policía, en 1965. En una España «insolidaria, dictatorial, muy inculta», agradece que estas personas, «sabiendo que si se chivaban podían ser incluso premiadas con mucho dinero», no lo hicieran y le dieran su cariño y amistad, algo que para él es «inolvidable», reconoció en declaraciones recogidas por Efe.
Se puede pensar que Eleuteiro Sánchez es el ejemplo de la capacidad de reinventarse y reinsertarse. Pero la frase necesita un matiz. La cárcel, según El Lute, no ayuda a ese objetivo. «No están construidas para rehabilitar y regenerar, como nos dicen, sino para que no se fugue nadie. Yo creo que es un principio humano que el preso busque su libertad. Y yo lo hice», confesó sin arrepentimiento.