El sí de Rajoy al rey sofoca otro incendio entre Sánchez y sus críticos

paula de las heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

JAVIER BARBANCHO | REUTERS

Los críticos con el secretario general del PSOE temían que se postulase para la Moncloa

01 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Su intención era otra, pero el pasado jueves Mariano Rajoy evitó un incendio en el PSOE. El líder del PP aceptó el encargo del rey como aspirante a la presidencia del Gobierno convencido de que, con paciencia, será capaz de mover a Ciudadanos y a los socialistas de su negativa a apoyarle, en el primer caso, y a no obstaculizar su Ejecutivo, en el segundo. Está aún por ver que lo consiga, pero lo que ya ha logrado es serenar los ánimos de todos los críticos con Pedro Sánchez que, en los últimos días, habían comenzado a agitarse temerosos de que aún aspire a ser el nuevo inquilino de la Moncloa.

A diferencia de lo que ocurrió tras los comicios del 20 de diciembre, Sánchez no ha dicho nunca que pretenda liderar un Gobierno alternativo al del PP; algo que, a la vista de los resultados electorales, parece complejo. Los principales cargos de su ejecutiva -desde el secretario de Organización, César Luena, a los portavoces del Congreso y el Senado, Antonio Hernando y Óscar López- han dicho en numerosas ocasiones, incluso, que esa vía está cegada porque Podemos y Ciudadanos, los únicos partidos con los que podrían sumar si se excluye a los independentistas, ya demostraron en la pasada legislatura que son incapaces de participar de un mismo proyecto.

Pero las dudas persistían. En sus últimas comparecencias, tanto la que siguió a su entrevista con Rajoy como la posterior a la audiencia con el rey, el secretario general de los socialistas se mostró deliberadamente ambiguo. Es cierto que este jueves afirmó que «todos tenemos que sacar lecciones de lo que pasó en la pasada legislatura», lo que en su entorno interpretan como que no tendría sentido volver a intentar un acuerdo que ya fracasó para su investidura, pero al mismo tiempo evitó afirmar de manera clara y expresa que esa sea su convicción. 

«¿Y por qué no?», escribió

El lunes pasado, un cambio en el estado de su Whatsapp hizo saltar, además, las alarmas en las baronías críticas con su gestión. «¿Y por qué no?», escribió. A lo largo del último mes han sido varios los líderes territoriales afines (todos los que no gobiernan, como el catalán Miquel Iceta, la vasca Idoia Mendía o el castellano-leonés Luis Tudanca, además de la presidenta balear, Francina Armengol) que han dejado caer que si Rajoy fracasara Sánchez debería intentarlo.

Los críticos no quieren que Sánchez lo haga porque creen que -pese a que, pudiendo, no lo hizo en la legislatura pasada- estaría dispuesto a formar un Gobierno Frankenstein, ingestionable y nocivo para España, junto a Podemos y los independentistas. Sostienen que lo haría para así perpetuarse en el puesto de secretario general porque difícilmente un presidente del Gobierno perdería un congreso como el que debe celebrar el PSOE a la vuelta del verano o en cuanto se resuelva el vacío institucional.

Los oficialistas, en cambio, aseguran que hoy por hoy esa idea no pasa por su cabeza y que el objetivo de Sánchez es liderar la oposición, pero admiten que si la opción de Rajoy no prospera y el resto de los grupos políticos le pidieran que tome la iniciativa, como ya han empezado a hacer esta semana, quizá debería planteárselo.

El apoyo de Rivera al PP abriría «otro escenario» en las filas socialistas

La decisión de Rajoy ha evitado un nuevo conflicto interno. Pero no está claro por cuánto tiempo. El jefe del Ejecutivo en funciones dio a entender, tras abandonar la Zarzuela, que mantendrá activa su candidatura hasta que sus potenciales socios de investidura claudiquen, pero suena a estrategia negociadora porque, en la práctica, esa postura es inviable. En el PSOE avisan de que el líder del PP solo tiene dos opciones: o ir a una investidura fallida (y a partir de ahí, con el contador para unas nuevas elecciones en marcha, los socialistas tendrían que replantear su voto) o convencer a Ciudadanos para que vote a favor de su investidura.

Incluso los más próximos al secretario general admiten que si Rivera diera el sí a un Ejecutivo del PP habría que replantear la estrategia. «No digo que nuestra abstención fuera automática, ni mucho menos. Habría un montón de cosas que analizar, entre otras, el programa de Gobierno acordado -dice un colaborador de Sánchez-, pero admito que estaríamos ante otro escenario».

El líder del hoy principal partido de la oposición apuntó en esa dirección el pasado jueves cuando remarcó, una y otra vez, que su partido no puede apoyar las políticas que quiere cambiar. Faltó la otra pata: ¿qué ocurre si las políticas cambian gracias a la presión del partido centrista? En todo caso, para que el PSOE abandonara el no a Rajoy tendría que convocar un nuevo comité federal en el que debatir y aprobar la postura. Y, de momento, ni siquiera los críticos lo contemplan. Pese a querer evitar unas terceras elecciones, ninguno de los dos bandos (sanchistas y susanistas) quiere asumir el coste de una abstención.