Sánchez desoye el aviso de Susana Díaz e insiste en el acuerdo con C's y Podemos

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

.Juan Herrero | EFE

Margarita Robles apunta que podría haber Gobierno si Rajoy no es candidato

18 sep 2016 . Actualizado a las 09:01 h.

Pedro Sánchez no se da por aludido. Pese que Susana Díaz le ha advertido de que no se puede gobernar con 85 diputados -el peor resultado de la historia del PSOE- sigue dispuesto a intentarlo. Su apuesta es un pacto a tres, con Podemos y Ciudadanos, que estas dos formaciones consideran imposible porque se declaran incompatibles. Esta vez, según fuentes de la dirección, variará la estrategia que siguió en la anterior legislatura y que acabó en fracaso en la investidura. Ahora tratará primero de lograr el sí de Pablo Iglesias y luego la abstención de Albert Rivera, lo que no quiere decir que vaya a formar un Gobierno de coalición con Podemos, sino en solitario, buscando apoyos en el Congreso para negociar una a una las leyes.

El secretario general del PSOE volvió a apelar ayer en San Sebastián a los dos partidos para que abandonen sus «vetos cruzados», lo que «sería el principio de la regeneración democrática en este país». Aseguró que solo recibe exigencias de sus líderes, ya que mientras Iglesias le pide que hable con los nacionalistas Rivera le insta a que lo haga con Rajoy. «¿Y ellos por qué no se juntan a hablar? ¿Por qué no pueden hablar?», se preguntó.

Además, advirtió a los críticos de que los socialistas no se abstendrán para facilitar el Gobierno al PP. Díaz y otros barones han pedido al presidente del Gobierno en funciones que dé un paso atrás para desbloquear la situación. Ayer mismo la número dos de Sánchez en Madrid y jueza en excedencia, Margarita Robles, se alineó con esa tesis al asegurar que hay más opciones que las de un Gobierno presidido por Rajoy para evitar las terceras elecciones, entre las que citó que no lo encabece el líder del PP. 

La corrupción como arma

Aunque Sánchez personaliza sus ataques en Rajoy, también se niega a abstenerse ante cualquier otro candidato del PP, agarrándose al pie de la letra a la resolución que aprobó el comité federal el 28 de diciembre. «La responsabilidad del PSOE no es reforzar aquello que queremos combatir y cambiar», aseguró ayer.

Una vez más utilizó los casos de corrupción que afectan al PP -un partido al que acusó de haber hecho de la mentira «una forma de hacer política»- como argumento fundamental para defender su posición. Calificó como «una mentira más» que Rajoy dijera que no puede pedir el escaño en el Senado a Rita Barberá porque ya no pertenece al PP y no tiene autoridad sobre ella. «No es por falta de autoridad, no se lo pide porque Barberá, como Matas, Camps, Granados o Bárcenas, son todos piezas de un mismo engranaje mismo engranaje, que se llama financiación irregular del PP y que él ha liderado durante estos últimos 20 años», sentenció. Así, dijo que ante la pregunta de si el PSOE se va a abstener ante la corrupción de Rajoy «la respuesta es no».

Y volvió a insistir en que no va a ceder a las presiones. «Se lo digo a las derechas política, económica y mediática. Somos el partido del sí al empleo con derechos, del sí a la igualdad, del sí a la regeneración democrática, y por eso votamos no a Rajoy», aseveró. Finalizó diciendo que España necesita un Gobierno «de manera urgente», pero tiene que ser «limpio, creíble, libre y dialogante». «Y eso no sería nunca un gobierno de Mariano Rajoy», concluyó.

Dos años de mandato sin ser capaz de tejer complicidades con dirigentes de peso

En sus dos años de mandato, Sánchez ha dejado claro que no se siente en deuda con nadie. No ha sido capaz de tejer complicidades con casi ningún dirigente de peso. Al contrario, ha logrado poner del mismo lado a aquellos que no le querían desde el principio pero que, por sentido de partido, habrían estado dispuestos a colaborar con él, como el asturiano Javier Fernández y el extremeño Guillermo Fernández Vara -únicos líderes territoriales que apostaron por Madina- y a los que decidieron hacerle la guerra al comprobar que pretendía volar solo, es decir, la presidenta andaluza, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, el castellano-manchego Emiliano García-Page (siempre capaz de nadar entre dos aguas), el valenciano Ximo Puig, el aragonés Javier Lambán, el madrileño Tomás Gómez (fulminado con líder del PSM pero aún en la ejecutiva), la exministra Carme Chacón... Los críticos aseguran que son cada vez más.

Pero el secretario general juega con un arma poderosa. Fue elegido en el primer congreso por voto directo celebrado por el PSOE y por eso apela a los militantes cada vez que se siente presionado. No es una cuestión menor. En un momento como el actual, las bases, siempre más temperamentales que los cargos con responsabilidad institucional, se sienten (o eso parece) más identificadas con el rechazo inamovible a un Gobierno del PP en el que se ha envuelto Sánchez que con el discurso posibilista de la mayoría de los presidentes autonómicos, dispuestos a una abstención si los populares presentan a un candidato distinto de Mariano Rajoy