Déficit, empleo y pensiones obligan a elegir: más impuestos o más recortes

Rubén Santamarta Vicente
Rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

JOHN THYS | AFP

Esta segunda legislatura para Rajoy arranca con un serio aviso de Bruselas que condicionará sus primeros días: tiene que sacar 5.500 millones con los que cumplir el objetivo de déficit para el 2017

04 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La fiesta de la mayoría absoluta del 2011 se la estropearon a Rajoy los mercados, Merkel y Sarkozy, los que entonces andaban con el cuchillo entre los dientes ante el incumplidor Gobierno español. Sin ese jolgorio este 2016, porque arranca en precario, y sin esas amenazas encima, esta segunda legislatura para Rajoy arranca con un serio aviso de Bruselas que condicionará sus primeros días: tiene que sacar 5.500 millones con los que cumplir el objetivo de déficit para el 2017. Parece una cifra menor si se compara con los más de 30.000 millones de cursos precedentes, pero lo cierto es que el PP vuelve a tener las manos atadas. Y Rajoy, obligado a decidir entre subir impuestos (con lo que incumpliría su programa con Ciudadanos) o recortar gasto (con lo que incumpliría su propio programa, y se quedaría sin apoyos en el Congreso) para atajar ese reto.

Ese es el primer desafío. A corto plazo. Pero no el único: el Ejecutivo está obligado a tomar una decisión pronto (se espera para primavera) sobre el futuro de las pensiones, teniendo en cuenta el déficit de la Seguridad Social y que el próximo año se agotará la hucha de las pensiones (de donde se pagan las extras a los jubilados, por ejemplo). El PP lo fía todo a unos mayores ingresos de prestaciones sociales por la creación de empleo, pero el que se está creando es precario y no es suficiente.

Ahí se liga a otro desafío: reactivar un mercado laboral (se aventura una nueva reforma) que ofrece preocupantes señales de desaceleración, sin un modelo económico definido más allá del turismo y las exportaciones. Si no se relanza el mercado laboral tampoco se encogerá la grave sima de los últimos años: la desigualdad social, con una menguante clase media. Porque todo va unido.

El Gobierno que toma posesión hoy sabe, además, que se quedará pronto sin dos muletas que han facilitado que la economía española lidere el crecimiento entre los grandes países europeos. Primero, el precio del petróleo ya está subiendo, y eso encarecerá las exportaciones, uno de los motores del renacer de España; y segundo, en dos o tres años -el calendario que manejan los analistas- el BCE retirará su política de estímulos y tipos bajos, lo que encarecerá los créditos, subirá las hipotecas y pondrá contra las cuerdas a muchas familias y empresas. Conviene no perder eso de vista. Y tampoco el brexit, otro efecto externo cuyas consecuencias no se han medido nada bien.