Un pata negra del PP que se creía intocable por sus servicios al partido

Gonzalo Bareño Canosa
G. Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

BENITO ORDOÑEZ

El siniestro del avión acaba con la carrera del exministro. Ahora, fuera de control y sin cargo, puede convertirse en un serio problema para Rajoy

13 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Federico Trillo es un pata negra del PP que se creía intocable. Entre otras cosas, porque fue uno de los cuatro, junto a Cascos, Rato y Gallardón, que en el año 1989 se plantaron el chalé de Fraga en Perbes para convencerle de que debía nombrar sucesor a Aznar, y no a Isabel Tocino. De ese, y de otros muchos servicios a Aznar y a Rajoy, ha vivido hasta ayer. Pero los tiempos han cambiado en el PP. Y de aquellos cuatro ya no queda ninguno. Hasta el último momento aspiró Trillo a tener una salida digna de la embajada. La reunión de la nueva ministra de Defensa con las víctimas del Yak-42, y el hecho de que asumiera la tesis del Consejo de Estado sobre la responsabilidad del entonces ministro, hizo comprender al ya exembajador que su suerte estaba echada. Las despectivas declaraciones del secretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maíllo, preguntándose si lo que debería hacer el PP con Trillo es «mandarlo a Perejil» remataron la faena. El exministro había mantenido una posición calmada, a la espera de comprobar si Rajoy lo respaldaba o no. Y, al constatar que aplicaba su técnica habitual de defender al afectado pero cortar la comunicación a la espera de que sea él mismo quien renuncie, entendió el mensaje.

El problema es que Trillo no es un cualquiera en el PP. Y ahora, fuera de control y sin cargo alguno, puede convertirse en un serio problema para Rajoy. Trillo sabe cosas del PP. Muchas. Ha lidiado con asuntos muy turbios. Entre otros, fue el encargado de convencer a Francisco Camps, en una escena de película, de que debía dimitir. Trillo ha sido también el artífice de la estrategia de defensa del PP en el caso Gürtel, incluyendo no pocas presiones a los jueces. Pero ya en los años ochenta fue el encargado de desactivar el caso Naseiro, con otro extesorero del PP acusado de financiar ilegalmente al partido. «Has estado siempre ahí, ocupándote de temas que no vamos a calificar», le dijo el propio Rajoy a Trillo en un mitin de la campaña del 2011 en Valencia.

El extitular de Defensa está dolido ahora con Rajoy y no acaba de comprender de dónde le viene el ataque, ni por qué el Consejo de Estado, presidido por el exministro del PP Romay Beccaría, ha aprobado un informe que lo sitúa a los pies de los caballos cuando ya preparaba su regreso a España. «Trillo es mal enemigo», aseguran algunos dirigentes populares, que contienen el aliento a la espera de su reacción, por más que en público su respuesta sea muy moderada. El asunto no tiene nada que ver con el caso Bárcenas, porque Trillo no se enfrenta a una responsabilidad judicial en un asunto ya juzgado, pero coincide en que un histórico del PP se siente abandonado por Rajoy y en que en ambos casos es la secretaria general, María Dolores de Cospedal, la encargada de hacerle frente. De momento, Trillo ha preferido presentar su renuncia antes de que la ministra de Defensa comparezca en el Congreso para evitar que ese debate le perjudique aún más.