El fantasma de la ruptura planeaba tan amenazante que las bases, atónitas ante el espectáculo que están dando Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, les exigieron unidad
12 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.De «asaltar los cielos» en Vistalegre I a la realidad de un Podemos partido en dos. De la euforia a la preocupación. El fantasma de la ruptura planeaba ayer por el palacio. Tan amenazante que las bases, atónitas ante el espectáculo que están dando Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, les exigieron unidad. Un rapapolvo en toda regla, eso sí en plan amistoso, para que hagan propósito de enmienda. Significativamente, fue Miguel Urbán quien con una intervención incendiaria logró enardecer el palacio y poner en pie a los militantes al grito de «¡No hay enemigos internos, somos compañeros!». Más duro fue el líder de la candidatura minoritaria En Equipo, Miguel Martín, quien echó en cara a Iglesias y a Errejón su lucha «cainita y autodestructiva», lo que también recibió los aplausos de la concurrencia.
En la campaña interna, incluso la indumentaria ha sido objeto de discordia. Iglesias echó en cara que Errejón ha cambiado hasta su forma de vestir, a lo que este respondió que nunca se había puesto esmoquin como hizo el secretario general en la gala de los Goya. Ayer ambos volvieron a sus tradicionales atuendos.
Con traje y corbata
Pero el que llamó la atención fue el candidato florero a la secretaría general, Juan Moreno Yagüe, la única persona en todo el recinto que llevaba traje y corbata. Un candidato que declaraba que «no tiene diferencias» con el actual líder del partido y que su apuesta se dirige a «cambiar el mundo y que haya más igualdad y democracia».
Entre Iglesias y Errejón, frialdad absoluta. Incluso en el abrazo final, que fue de puro compromiso. A lo largo de la sesión no cruzaron apenas palabra, refugiados en sus respectivos móviles.
En un palacio que no se llenó, hubo gritos de aclamación para Diego Cañamero un día después de que el Supremo le abriera una causa por un delito de coacción sobre el derecho de huelga, y de libertad para Andrés Bódalo, en la cárcel por agredir a un concejal socialista. Entre los invitados estaba el padre Ángel. «Hay que estar con la gente», aseguró a La Voz. Y no mostraba preferencias por ninguno de los dos líderes, con los que tiene una relación fluida. «Es como elegir entre papá y mamá», señaló.
Después de una guerra abierta en los medios de comunicación y en las redes Twitter, Facebook, WhatsApp y Telegram, Iglesias y Errejón se vieron ayer las caras. Pero no fue, ni mucho menos, para firmar la paz, sino que se trataba de dejar pasar la jornada a la espera de los resultados de la votación de los inscritos, que decidirán hoy su futuro político.