Advierte al independentismo de que los derechos se consiguen con la Constitución
30 jul 2017 . Actualizado a las 08:55 h.«Somos socialistas, somos de izquierdas. Y la izquierda ha puesto siempre a la gente por delante de los territorios, por delante de las fronteras. Nunca fuimos nacionalistas» La presidenta andaluza, Susana Díaz, irrumpió ayer en el debate territorial que afronta el PSOE con un mensaje contundente en defensa de la igualdad de todos los españoles, muy alejado del discurso impuesto en la dirección del partido por el secretario general Pedro Sánchez, que define España como una «nación de naciones» y como un «Estado plurinacional».
Durante su intervención ante el congreso regional del PSOE andaluz, Díaz marcó posición de cara a la reforma de la financiación autonómica, dejando claro que reivindicará la «igualdad» de todos los ciudadanos y defenderá los intereses de Andalucía, sin aceptar privilegios para ninguna comunidad. «La igualdad va a ser la bandera en el debate de la financiación y lo hago pensando en España; defendemos el espacio común y la soberanía nacional; dueremos justicia, igualdad y trato equitativo con el resto de territorios de España», señaló.
Ataques al independentismo
Esa advertencia llega cuando, a poco más de dos meses del 1 de octubre, fecha anunciada para el referendo independentista, el secretario general del PSOE aboga por una negociación que permita un nuevo encaje de Cataluña en el Estado español para evitar la ruptura. El discurso de Díaz va en consonancia con la posición adoptada por los socialistas andaluces, que en la ponencia política de su congreso defienden un modelo federal que no vaya más allá de la Declaración de Granada y sin hacer alusión alguna al Estado plurinacional. Una posición que tanto Pedro Sánchez como la nueva dirección del partido consideran ya superada. Díaz arremetió contra los independentistas catalanes y aseguró que, al contrario de lo que ellos se proponen, el pueblo andaluz «siempre consiguió sus derechos constitucionalmente, de abajo arriba».
La dirigente socialista aseguró que el 28 de febrero de 1980, fecha del referendo que dio la autonomía a Andalucía, la ciudadanía «pidió igualdad y no café para todos». «Pedimos no ser más que nadie, pero tampoco íbamos a permitir ser menos que nadie, porque queríamos ser iguales que los demás», señaló Díaz.
Una página difícil de arrancar
La secretaria general del PSOE-A estuvo arropada en su intervención por sus antecesores en la presidencia de Andalucía José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán y por dirigentes históricos como Alfonso Guerra. Y recordó unas palabras de este último, en las que aseguró que pidió «que nadie tenga tanto para poner de rodillas a otros ni nadie se tenga que poner de rodillas ante nadie porque no lo tenga».
La figura de Guerra, y lo que representa en el partido, es otro de los puntos de fricción entre el socialismo andaluz y la nueva dirección liderada por Pedro Sánchez. La reivindicación del ex vicesecretario general llega pocos días después de que Pedro Sánchez lo destituyera como presidente de la Fundación Pablo Iglesias. «Hay páginas en la historia del socialismo español que son difíciles de arrancar», señaló Díaz, quien añadió que «no es importante el cargo, sino el lugar que se ocupe en el corazón de los militantes y votantes». «Ese lugar lo ocupa por derecho propio Alfonso Guerra», concluyó.
Los congresos autonómicos muestran las disensiones internas
Varias federaciones socialistas celebran este fin de semana los primeros congresos autonómicos tras el federal del pasado mes de junio. El del PSOE andaluz, que es la federación más potente, ha puesto de manifiesto que Susana Díaz será la punta de lanza de la oposición interna a Pedro Sánchez. Pero no es el único cónclave en el que se han puesto en evidencia las disensiones internas. En el extremeño, el expresidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra, otro de los referentes históricos del socialismo español, no tuvo empacho en afirmar que «Ferraz mantiene la fachada pero se vació todo por dentro». En la misma línea que Susana Díaz, que se esfuerza en que se la vea como guardiana de las esencias socialistas, Ibarra señaló que la apuesta por «la modernidad» debe hacerse sin perder las «convicciones» de un partido con 138 años de historia. Ibarra, uno de los viejos barones del partido, es también uno de los más activos en el rechazo a cualquier acercamiento a Podemos. Según manifestó ayer en presencia del número dos del PSOE, José Luis Ábalos, no se trata de ganarle «a Rajoy o a Monago» sino de «ganar a la injusticia y las desigualdades», y hacerlo sin que «nos quiten las convicciones, que no ganen las conveniencias».
Entenderse con Podemos
El criterio contrario lo defendió María Chivite en el congreso de los socialistas navarros. «Vale ya de políticas conservadoras y antisociales, de políticas segregadoras que separan y enfrentan», manifestó la líder del PSN en presencia de Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE, quien una vez más volvió a rechazar cualquier tipo de pacto con la derecha. En esta línea, la navarra Chivite destacó que, con la victoria de Sánchez, los socialistas han recuperado la izquierda, aunque precisó que «si queremos gobiernos progresistas y si queremos que la derecha no gobierne en Navarra o en España tendremos que entendernos con Podemos, eso está claro».
Otro congreso que se preveía tenso era el valenciano, donde un sector del partido pretendía aprobar una moción para rompern la dependencia estricta de Ferraz y constituirse como una formación similar al PSC en el marco de un PSOE más federal. La moción planteada por la delegación de Gandía llegó hasta el plenario, pero finalmente fue retirada ante la presión del sector sanchista.
La andaluza se erige en guardiana de las esencias socialistas
G. Bareño
Ahora lo que toca es arrimar el hombro, apoyar y ayudar a Pedro». Solo unas horas después que se constatara su contundente derrota frente a Sánchez en las primarias del PSOE, Susana Díaz hacía esta declaración de intenciones. Pocos fueron los que creyeron entonces que la presidenta de Andalucía claudicaba y renunciaba a plantear oposición interna. Apenas 20 días después, en el congreso del PSOE, la andaluza salió con la cara desencajada tras una reunión con Sánchez en la que este le confirmó que no pensaba negociar con ella puestos en una ejecutiva en la que quería todo el poder, blindándose ante un nuevo intento de rebelión de sus críticos. Fue entonces cuando todos asumieron que el socialismo andaluz solo daba un paso atrás para tomar fuerzas y volver a dar la batalla. En un momento en el que el redivivo secretario general no solo está poniendo en cuestión el discurso territorial que el PSOE ha mantenido en los últimos años, sino que está rompiendo con la reciente historia del partido y con sus referentes históricos, con Felipe González y Alfonso Guerra a la cabeza, Díaz se dispone a enarbolar internamente la bandera de la igualdad entre todos los españoles que siempre ha defendido el PSOE y a erigirse como representante de las esencias del socialismo más ortodoxo. La presidenta andaluza es consciente de que, a pesar de su clara victoria en las primarias, existen amplios sectores del partido en todas las comunidades que no comulgan con el acercamiento táctico de Sánchez a Podemos y tampoco con la idea de que para evitar que Cataluña se separe de España es necesario ofrecerle privilegios en el terreno económico y fiscal y reconocerla como una nación en la propia Constitución, admitiendo su singularidad.
Díaz no está dispuesta a ceder. Y si el susanismo ha quedado fuera de la dirección del PSOE nacional, el control del socialismo andaluz seguirá siendo coto vedado para los sanchistas. Tanto Díaz como sus referentes, encabezados por Felipe González, consideran que la apuesta de Sánchez acercándose a Podemos y a los nacionalistas es suicida y el PSOE acabará pagándolo en las urnas, si antes no se reabre la fractura en el partido. Y, conscientes de que Sánchez tiene todo el poder, mantienen el discurso de las esencias socialistas para tomar el control cuando llegue el fracaso que ellos auguran.