Rajoy intenta evitar que Ciudadanos se aproveche del voto constitucionalista y los fieles populares creen que darán la sorpresa
20 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cerró el lunes la campaña electoral del PPC pidiendo el apoyo para su partido y reclamando que mañana se «llenen las urnas» para «cerrar la herida de la ruptura» que han provocado los independentistas. En la cena-mitin de final de campaña en Barcelona, junto a su candidato a la Generalitat, Xavier García Albiol, Rajoy reivindicó su decisión de activar el artículo 155 de la Constitución y prometió que tras los comicios el PP tendrá «voluntad de diálogo», pero no aceptará «ninguna imposición», defenderá la reconciliación y velará por el cumplimiento de la ley. Aseguró que, en cualquier caso, el PP es, ha sido y seguirá siendo un partido «muy importante» en Cataluña. «Y si no, al tiempo», pronosticó.
El jefe del Ejecutivo cree que «Cataluña va a ganar» ya solo con esta convocatoria porque «las elecciones ya han roto el separatismo» y los catalanes «han recuperado su voz». Ante cerca de un millar de militantes, simpatizantes y cargos del partido, Rajoy prometió que los de mañana serán unos comicios «con todas las garantías». Una cita que, recordó, tuvo que convocar él mismo porque «otros no fueron capaces de cumplir con su responsabilidad».
Las palabras de Rajoy intentaron reanimar a un PP catalán que lucha contra el desaliento. Y no lo tiene fácil. Aspiraba a convertirse en el referente del constitucionalismo en Cataluña y está a punto de pasarle por encima una marea naranja. Eso dicen las encuestas y admiten la mayoría de los simpatizantes del partido con una mezcla de resignación y melancolía. «Habrá un trasvase claro de votos a Ciudadanos. Lo están haciendo mejor», confiesa Gregorio Orduna en el mercadillo de Vilaseca, un municipio fronterizo con Salou. De hecho, ambas localidades comparten algo muy importante: Port Aventura, una maquinaria turística y de hacer dinero que ha revitalizado la economía de la zona. En plena vorágine comercial, entre un mar de puestos de ropa, comida y una churrería, los populares han instalado una carpa de campaña con toda la mercadotecnia que tienen a su disposición: desde caramelos a polvorones. Pero si hay un artículo que gana por goleada es otro más simbólico: las banderas de España. Se reparten con bastante éxito. Ser militante del PP en Cataluña y trabajar a pie de calle no es sencillo. Un sector de la población los ve casi como agentes patógenos extraños y encima la gloria se la lleva la formación de Inés Arrimadas.
Gregorio Orduna es crítico con determinadas estrategias de su partido. «Ciudadanos ha sido más claro que nosotros con algunos temas». Por ejemplo, con la inmersión lingüística. «Es que aquí hay mucho adoctrinamiento en las escuelas. Yo llevo a mis hijos a un colegio concertado y tienes que oír unas cosas...». Eso sí, cree que la formación liderada por Albert Rivera puede ser un revulsivo para el PP: «Mi ideología liberal -razona- me dice que la competencia es buena».
También hay simpatizantes que mantienen el ánimo. Como José María Leal, que regala banderas, folletos y lo que haga falta. Su discurso es llano. «No se vive muy bien con todo este follón». A sus 63 años, es de los convencidos de que se necesita dar «un paso adelante» para frenar el avance del separatismo. Entre el gentío que pulula por el mercadillo aparece Josefina, de 88 años. José María la saluda. Le pregunta qué tal van las cosas. Y la mujer le comenta dolida cómo su hermana ha dejado de comprar lotería de Navidad porque el dinero de los décimos «va para España», le dice que teme por el futuro de su pensión, y reclama al PP que «luche» por evitar la ruptura. Acaba llorando mientras José María le dice que confíe en él y que esté tranquila. «Se te encoge el alma al oír estas cosas», admite.
La experiencia familiar que narra Josefina, la ruptura de relaciones a todos los niveles, ha sido experimentada por otros afiliados del PP catalán. «Yo he perdido amigos», afirma José Martínez Raya, orgulloso de su papel en las juventudes del partido. Representa el discurso sin complejos. «¡Hay una sensación de calma desde que el Gobierno de Mariano Rajoy aplicó el 155!», suspira. Harto de la «matraca» nacionalista y de que Carles Puigdemont y Artur Mas se «hayan envuelto en la estelada para tapar sus propios problemas», es de los que piensan que su partido tendrá mejor resultado de lo que auguran las encuestas.