La formación de un Gobierno de la Generalitat presidido por Ciudadanos habría hecho prácticamente imposible que el PNV accediera a respaldar las cuentas públicas
24 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando el pasado 27 de octubre tomó la decisión de disolver el Parlamento de Cataluña y convocar de inmediato unas elecciones autonómicas, Mariano Rajoy era plenamente consciente de que esa medida tendría un alto coste electoral para el PP. El propio candidato popular en Cataluña, Xavier García Albiol, le advirtió que en solo dos meses era imposible desmontar el aparato de propaganda institucional creado por el independentismo y que para que los catalanes apreciaran los efectos beneficiosos del fin de la inseguridad jurídica se necesitaban al menos seis meses. Rajoy, sin embargo, tomó esa decisión basándose en dos criterios. Uno, el convencimiento de que prolongar la intervención de la autonomía de Cataluña lastraría la imagen democrática de España ante el mundo. Y dos, que cuanto más tiempo pasara más se alimentaría el victimismo independentista y peores serían las consecuencias para el PP. Es imposible ya saber si Rajoy tenía razón o no, pero en la decisión del presidente pesó más el interés de la estabilidad de su Gobierno que los posibles resultados en Cataluña, aunque jamás imaginó que llegaran a ser tan catastróficos.
Pendientes de la CUP
El único consuelo del Ejecutivo es que lo ocurrido en Cataluña puede favorecer el objetivo de la aprobación de los Presupuestos del 2018. La formación de un Gobierno de la Generalitat presidido por Ciudadanos habría hecho prácticamente imposible que el PNV accediera a respaldar las cuentas públicas. Pero hora, aunque los nacionalistas vascos han sido muy críticos con la aplicación del artículo 155, la posibilidad de que se forme un nuevo Gobierno nacionalistas en Cataluña y de que decaiga la intervención de facto de la autonomía facilita que el PNV acabe apoyando los Presupuestos, a pesar de que el otro socio imprescindible sea Ciudadanos.
Esa posibilidad, que apuntalaría la estabilidad de la legislatura, pasa sin embargo por la formación rápida de Gobierno en Cataluña. Algo que depende de un partido antisistema como la CUP, que podría prolongar las negociaciones hasta el límite, como ya hizo en el 2015. Junts per Catalunya necesita al menos la abstención la CUP para investir a un presidente.
El Gobierno considera garantizado el apoyo a los Presupuestos de Ciudadanos a pesar de la tensión generada durante la campaña catalana, porque a los de Rivera les interesa mantener la imagen de que fomentan la estabilidad política y económica hasta que llegue su momento en las nuevas elecciones generales.