De cara a las municipales, los socialistas saben que lo peor que pueden hacer ahora es escenificar la más mínima fractura
03 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Nada une más que el poder. El PSOE, surcado por las cicatrices que han dejado seis años de cuchilladas internas, desde la caída de Zapatero hasta la victoria definitiva de Pedro Sánchez sobre Susana Díaz en mayo del 2017. Es cierto que hace ya un año que los críticos con el secretario general entendieron que debían admitir la derrota y remar en la misma dirección que la ejecutiva federal o, por lo menos, no interponerse en su camino. Desde el viernes, aplauden sin contemplaciones su audacia.
Una de las primeras en dar la bienvenida a su nuevo mandato fue la presidenta de la Junta de Andalucía. También lo hicieron el castellano-manchego Emiliano García-Page y el aragonés Javier Lambán, que en los últimos días habían deslizado sutiles advertencias en contra de cualquier tipo de cesión al independentismo. Ayer, Lambán defendió que Sánchez ha sido «incluso más rotundo en la defensa de la unidad de España que Mariano Rajoy» y aseguró que está «absolutamente convencido» de que su idea de país estará «plenamente defendida» desde el Ejecutivo.
Los socialistas que tienen que renovar sus cargos institucionales en ayuntamientos y comunidades autónomas dentro de un año han asumido que lo peor que pueden hacer ahora es escenificar la más mínima fractura y que toca aprovechar el potencial impulso que pueda darles ocupar el Gobierno de España. «Hace una semana estábamos al margen -dice un dirigente socialista-; esto nos pone en el foco. Nadie dice que vaya a ser fácil pero al menos esta posición nos permitirá cobrarnos alguna pieza simbólica e ir a las elecciones con un discurso de recuperación de las políticas sociales».