El nuevo Gobierno socialista busca presencia internacional e iza la bandera socialdemócrata en medio del euroescepticismo de Italia y otros socios comunitarios
12 jun 2018 . Actualizado a las 14:21 h.Con rostro orgulloso, brazos cruzados y fondo negro, el nuevo ministro del Interior italiano Matteo Salvini aparecía en su perfil de Twitter con el mensaje #chiudiamoiporti (cerremos los puertos). El líder de la ultraderechista Liga cerraba el paso a las más de 600 almas rescatadas por el buque Aquarius y Pedro Sánchez utilizaba el mismo canal para ofrecer el Puerto de Valencia como punto de acogida al barco. El anuncio fue, literalmente, un triunfo para Salvini: «Victoria [escribía en mayúsculas], 629 inmigrantes en dirección a España, primer objetivo conseguido». Para el comisario europeo de Migraciones y Ciudadanía, Dimitris Avramópulos, la decisión del Gobierno español era motivo de celebración. La comunidad internacional no tardó en aplaudir la respuesta del nuevo Ejecutivo; el primer gran movimiento de Sánchez desde su llegada a la Moncloa.
El hombre que le empujó a presentar la moción de censura y que hoy preside su gabinete, Iván Redondo, es seguidor confeso de la serie política Borgen. La protagonista de la ficción danesa, Birgitte Nyborg, salva una caída en las encuestas de su gobierno interviniendo en la guerra civil de un país africano. Logra el apretón de manos de los líderes beligerantes en Copenhague y se erige como figura humanitaria internacional. Con una oposición cargando la losa de un Ejecutivo en minoría desde el primer momento, el golpe de efecto de Sánchez emplea una fórmula que recuerda a la serie.
«El PSOE entendió muy bien que una potencia media como España puede hacer de la cooperación una herramienta que no tiene con la fuerza militar», explica el investigador Gonzalo Fanjul, de la Fundación porCausa y el Laboratorio de Ideas de ISGlobal. «Borrell es una persona con la combinación de ideas e iniciativa política idónea para lanzar este tema. Expresó con claridad que quería recuperar la cooperación internacional como elemento distintivo de la política española», añade. La vía del ejemplo humanitario es, para Fanjul, una actitud «inteligente» para la posición del país en el exterior.
La reaparición en escena de España en el panorama internacional coincide con la imagen negativa proyectada por el gobierno italiano. «Es un símbolo poderosísimo frente a lo que están haciendo los italianos», argumenta Fanjul sobre el ofrecimiento a acoger el Aquarius. «Se ha producido un juego de vasos comunicantes, como si Italia se hubiese enterrado y nosotros hubiésemos emergido».
«España está de vuelta»
En el mismo día, la ministra de Transición Energética llegaba a Luxemburgo para anunciar que «España está de vuelta». Las palabras de Teresa Ribera resuenan en la memoria de Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano. Antes que ella, Aznar, Zapatero o Rajoy habían anunciado el regreso español a la esfera internacional. «En tema de renovables o descarbonización, España ha sido muy conservadora. Nos ha hecho alinear con países como Polonia y la nueva ministra asegura que merece la pena el esfuerzo», subraya Molina. «No es volver, sino cambiar la actitud», aclara.
El analista del think tank de estudios internacionales valora la campaña del nuevo Gobierno en el escaparate de la Unión Europea con los nombramientos de Calviño, Borrell o la propia Ribera. «Están yendo a Estrasburgo para dar su visión de Europa. Estar presente en los debates es positivo», contrapone al perfil bajo que mantuvieron Dastis o Escolano en la institución comunitaria. «Hay un pequeño giro, de Berlín hacia París o, por lo menos, hacia Bruselas», observa Molina. Para el investigador, los movimientos de Sánchez deben leerse en clave electoral ante el difícil panorama que tiene por delante con un Congreso muy fragmentado. «El objetivo de este Gobierno no es hacer política exterior, sino demostrar lo que puede llegar a hacer», concluye.
Referente ideológico internacional
Lo que ya ha logrado en solo una semana es postularse como un referente ideológico a nivel internacional. «Digamos que Merkel representa a la derecha europea, Macron al centro y Sánchez a la izquierda», dice Molina. Fanjul entiende que, «en las horas bajas» que vive la socialdemocracia, España se ha convertido en el gobierno de este sello «más importante del mundo», a excepción de la coalición alemana encabezada por los democristianos.
Apenas han bastado una serie de decisiones para hacerlo: la voluntad de acoger a los refugiados del Aquarius, el ofrecimiento de diálogo con Cataluña o la composición del Gobierno con más ministras del mundo. Los analistas coinciden en encontrar un espejo al otro lado del Atlántico. El historiador catalán Xavier Casals coincide con el diagnóstico que dio el columnista Enric Juliana en La Vanguardia: «El trasfondo de la pugna de la política gestual Trudeau-Trump se traslada a la Europa del Mediterráneo con Sánchez y Salvini». Molina también ve semejanzas con el gobierno del primer ministro canadiense, que ha logrado «ganar mucho en imagen» para su país.
«Excepcional» ante la ultraderecha»
El euroescepticismo y la ultraderecha se han normalizado en Europa en los últimos años. Italia se ha unido a Eslovenia, Hungría, Polonia o Austria en la nómina de Gobiernos con un discurso antimigratorio y crítico con su continuidad en la Unión Europea. Este último, con el Partido de la Libertad de Austria ocupando la vicencancillería del país -liderado por Heinz-Christian Strache-, asumirá la presidencia de la Unión Europea en julio.
«Italia se había sentido abandonada por la política migratoria europea. Salvini ha hecho un gesto de dureza y ha obligado a replantearla. Tenemos una apuesta del líder de la Liga para ganar presencia dentro y fuera de Italia», entiende Casals, especializado en los movimientos de extrema derecha. Los resultados refrendan la gestión del ministro de Interior italiano, con un abrumador éxito electoral en los comicios locales celebrados este domingo en 700 ayuntamientos y «avasallando con su protagonismo a su socio de gobierno del MS5».
La llegada de la Liga al Gobierno responde a una pulsión en la sociedad, crítica con la llegada masiva de refugiados. «El tema migratorio está permanentemente en la agenda en Italia. Aquí está en el secesionismo y la unidad de España, mientras que la migratoria es irrelevante hasta hoy», analiza Casals.
«España es una excepción: no hay eurofobia, xenofobia ni homofobia», completa Molina. El investigador de Elcano repara en que, a diferencia de países como Italia, no hay una demanda en el electorado que exija un espacio para la ultraderecha xenófoba. «Incluso hay oferta como Vox, pero la gente no la compra», pese a que algunos sondeos ya dan presencia parlamentaria a la formación de Santiago Abascal.
Fanjul critica la «inacción» del Partido Popular en la llegada de refugiados. «Se trataba de hacer muy poco. Los 17.400 refugiados que se comprometió a acoger entre 2015 y 2017 son cantidades muy bajas pensando en el conjunto de la sociedad y la voluntad de ciudades dispuestas a recibirlos», señala. «La retórica del Partido Popular no fue tan agresiva y dura como la de los húngaros y este gobierno italiano, pero en la práctica nos hemos puesto de perfil», tercia el activista, por lo que espera una nueva postura en la política exterior española.
Por delante tiene dos citas marcadas en el calendario: el Consejo Europeo del 28 de junio y la cumbre Cumbre Iberoamericana que se celebrará después del verano en Guatemala. La primera tendrá como eje principal la política migratoria. «Hay una especie de deuda con Europa que este gobierno tiene que cumplir en el ámbito humanitario. La verdadera prueba de fuego no está aquí», en referencia a la acogida del barco Aquarius, «sino en el Consejo Europeo», recuerda Fanjul.