«Si Tabarnia se separase, dejaría al resto de Cataluña en el tercer mundo»
ESPAÑA
«Si los distintos Gobiernos de España hubieran fijado los límites de la legalidad, no estaríamos en esta situación»
14 sep 2018 . Actualizado a las 07:29 h.Albert Boadella (Barcelona, 1943) se presenta como presidente de Tabarnia, que define como «un juego con una pequeña amenaza velada», la de resolver por referendo que Barcelona y una parte de Tarragona utilicen su derecho a decidir para separarse del resto de Cataluña en el hipotético caso de que esta lo hiciese de España. Y se pregunta por qué no el rico barrio madrileño de la Moraleja puede decidir independizarse. Reflexiona que es lógico que existan reglas del juego que cumplir, porque «el derecho a decidir de todo el mundo sería el caos».
-¿Con qué objetivo crearon Tabarnia?
-Para conseguir poner un punto de humor a una situación que está siendo cada vez más kafkiana. La paradoja es que hay una parte del territorio cuyo voto es mayoritariamente constitucionalista: Barcelona y parte de Tarragona; y otra parte rural que es nacionalista y separatista. Nosotros jugamos a la paradoja de que, si el Gobierno de la Generalitat quiere hacer un referendo para separarse de España, Tabarnia también tendrá ese derecho a decidir para seguir siendo una comunidad autónoma de España, con la sátira de que Tabarnia tiene el 80 % de los recursos de Cataluña y a la otra parte la dejamos en el tercer mundo.
-¿Qué es para usted el catalanismo?
-El catalanismo es un virus, inoculado hace muchos años, con consideraciones fóbicas de que somos mejores que el resto de los españoles, más limpios, más cultos y más trabajadores. En el inicio del catalanismo ya funcionaba esto, gente con pocos escrúpulos que fue alimentando estos bajos sentimientos de xenofobia. Ahora, aprovechando la estructura educativa, los medios de comunicación y asociaciones y clubes de catalanes que montó el señor Pujol, dos generaciones después tenemos este resultado. Cualquier frustración es culpa de los vecinos, y eso es muy rentable políticamente.
-¿Qué papel jugó la corrupción de Convergència?
-El punto de inflexión es cuando el conjunto de los Gobiernos del Estado dejan de hacer y miran para otra parte, a veces por intereses electoralistas y económicos, pequeñas corruptelas entre unos y otros. Eso es como un niño mimado al que si le dejas hacer todo te acaba quemando la casa contigo dentro. Si los distintos Gobiernos de España hubieran fijado claramente los límites de lo que se podía hacer dentro de la legalidad no estaríamos en esta situación. Se ha aplicado terapia de choque, pero esto no se ha acabado y se volverá a ella. Era más sencillo fijar límites en la educación, en los medios de comunicación, en la autonomía... e interviniendo en el momento preciso.
-¿Cómo se puede convencer a tantos con las mentiras del procés?
-La ficción es muy seductora. Las historias de ficción son formidables, las queremos todos. La realidad no nos gusta, es contradictoria, nos duele, tiene fallos. La ficción es formidable: Cataluña será la más rica de Europa, la historia de España es intolerante, con un pie siempre encima. Eso se cuenta desde los parvularios y es fácil que la masa se crea eso. Podemos poner de ejemplo cómo el pueblo de Alemania pudo creerse a un payaso criminal como Hitler. Eso se consigue con la unión en el odio: señalar a un enemigo común y unirse ante él. Es el discurso de que España es intolerante, fascista. Pero no olvidemos que, si dos millones se lo han creído y han ido a votar, el censo es de más del doble. Y aunque así no fuera, estos son los que están respetando la ley, la Constitución y el Estatuto. Quienes la transgreden son los nacionalistas.
«La lengua no se ha usado para el entendimiento, sino para marcar la diferencia»
-¿Cuál es el motivo de que haya renegado de la lengua catalana?
-La lengua ha sido el efectivo militar, el ejército de Cataluña. Sin ella, todo lo que está sucediendo no sucedería. No se ha usado para el entendimiento, sino para marcar la diferencia, la xenofobia. Ha sido un vehículo de enfrentamiento. Yo hablo en castellano a mis nietos porque no voy a participar en este mal rollo. Prefiero que desaparezca esta lengua antes de que sirva para el enfrentamiento de una sociedad.
-Dijo que se avergüenza de ser catalán: ¿desde cuándo le pasa?
-Hace años, cuando empezó el nacionalismo con los Gobiernos catalanes de la arrogancia. El espíritu chantajista con el Gobierno del Estado me daba asco, y mis conciudadanos, con odio estúpido hacia Madrid o a los andaluces, tratados como vagos, eso me repugnaba. Ahora empiezan otra vez. El punto de inflexión fueron los Juegos Olímpicos. Todo el Estado los apoyaba, pero después vino un declive grande y los nacionalistas lo aprovecharon, sobre todo la traición del PSC, que había sido oposición al nacionalismo y se unió a él. Fue una traición al espíritu socialista, a la izquierda.
«El catalanismo es un virus con consideraciones fóbicas de que somos mejores»
-Ahora está con los constitucionalistas
-Ahora va dando bandazos, está con los constitucionalistas a medias. Cuando hay que hacer cosas en conjunto, se queda atrás, siempre ha sido un lastre para el PSOE, siempre amenazando con irse. Con Convergència sabíamos a qué atenernos, con el PSC, no, y se lo dice un exmilitante.
-¿Qué opina de la campaña de los lazos amarillos?
-Era de esperar, tratar de buscar rentabilidad a unas ideas y a todo un movimiento. Que si metían en la cárcel a unos, otros escapaban. Es colocarse en la posición de víctima que les ha dado un resultado fabuloso desde que yo era niño. Cataluña se ha colocado siempre desde Franco en la posición de víctima de España, y eso que entonces tenía más recursos económicos que el resto. Y con mentiras como que Franco prohibió el catalán, cuando lo que hizo fue que no se usase oficialmente. Lo mismo ocurrió en la Transición.
«En el mundo de la cultura, el silencio ha sido enorme porque depende de subvenciones»
El dramaturgo Albert Boadella presume de que Cataluña siempre ha tenido gran sentido del humor y un teatro sarcástico y cruel, pero asegura: «Cuando entramos en situaciones de fanatismo y tabúes intocables, el humor desciende». «Tomarse a los independentistas a broma es considerado insultante porque el fundamentalismo se ha convertido en una secta», afirma, y relata la importancia del humor: «Saber distanciarse de lo que uno cree y reírse de uno mismo es esencial. Es la antítesis del fundamentalismo separatista».
-¿Personajes públicos como usted, Borrell, los empresarios... reaccionaron tarde?
-Me separo de estos grupos porque en 1981 hice la primera versión satírica sobre Pujol, Ubú president. Siempre estuve en contra del nacionalismo. Con Els Joglars fui vetado en TV3 y en los ayuntamientos nacionalistas. Otros personajes públicos y empresariales han tardado. Fueron auténticos suicidas que estaban alentando una cosa que acabaría con su bienestar; en fin, unos kamikazes. Borrell siempre se dijo jacobino, pero como miembro del PSC de tanto en tanto se ha diluido.
-¿Y en el mundo de la cultura?
-El 90 % está por ellos y las excepciones han reaccionado tarde. Isabel Coixet y Joan Manuel Serrat lo han hecho el último año. Yo solo había oído a Loquillo. El silencio ha sido inmenso porque el mundo de la cultura está sujeto a prebendas y subvenciones, pero uno tiene que ser valiente y jugársela por lo que piensa. La dignidad de muchos catalanes, incluso ilustres, ha fallado.
-¿Comparte con Albert Rivera que TV3 manipula, como le soltó a una periodista en directo?
-Lo más relevante y lo más escandaloso no es que Rivera diga lo que piensa, algo que es real, sino la actitud de la periodista. Es algo tremendo, la plena demostración de que es casi como en el régimen de Franco. Defendió a TV3 por encima de su propio oficio. Saltó a defender el régimen y a aquello que es el núcleo del separatismo, y los periodistas incluidos, que son sus mercenarios.
-A usted le han amenazado de muerte los independentistas.
-Cuando uno se enfrenta de manera pública a ese régimen tiene sus contrapartidas. He sufrido agresiones, me han cortado árboles, lanzado bolsas de basura a mi casa y realizado pintadas de «Boadella lárgate». Lo de la no violencia es un cuento, y si no lo hacen con más violencia, perdone la expresión, es porque no tienen más cojones, siempre tienen que usar la puerta de atrás y a escondidas.