Borrell advierte que denunciará a las embajadas catalanas si incumplen la ley

Ander Azpiroz MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Borrel dijo que no puede recurrir a las embajadas mientras no cumplan la legalidad
Borrel dijo que no puede recurrir a las embajadas mientras no cumplan la legalidad Fernando Alvarado

El preceptivo informe previo de Exteriores ya se opuso a la creación de las seis nuevas delegaciones exteriores de la Generalitat

10 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Josep Borrell vuelve a plantar cara al independentismo catalán en el ámbito internacional. El jefe de la diplomacia advirtió ayer a la Generalitat que su departamento vigilará de cerca la actividad de la red embajadas que Quim Torra pretende abrir en distintos países. Y, si cometen alguna ilegalidad, Exteriores acudirá a la Justicia para denunciarla, señaló Borrell. El ministro reconoció, eso sí, que su margen de maniobra para actuar contra las oficinas con las que el independentismo trata de internacionalizar su causa es el que marca la ley. «Solo podremos recurrir a los tribunales cuando las actuaciones que se desarrollen desde ahí sean contrarias a la ley», añadió.

Este jueves, Exteriores emitió un informe desfavorable a la apertura de seis de las nuevas embajadas de Torra. Se trata de las de Europa central (Viena), Países Bálticos (Tallin), Balcanes (Zagreb), Portugal (Lisboa), Países Nórdicos (Estocolmo) y Mediterráneo (Beirut). Según marca la Ley de Acción de Exterior, las comunidades autónomas tienen libertad para abrir oficinas en otros países, siempre y cuando informen de ello a Exteriores, que emitirá después un informe no vinculante al respecto. En este caso, el departamento que dirige Borrell «ha informado desfavorablemente sobre la apertura de estas delegaciones al estimar que su objetivo claro y manifiesto, declarado de modo reiterado por las principales autoridades del Gobierno de la Generalitat, consiste en utilizar estas delegaciones para apoyar fines manifiestamente contrarios a los principios y objetivos de la política exterior de España».

Fuentes diplomáticas resaltaron el valor de este informe, que aunque no impedirá la creación de las oficinas sí las rechaza por primera vez. El Gobierno del PP aprovechó la aplicación del artículo 155 de la Constitución para liquidar las oficinas en el exterior de la Generalitat. No obstante, una de las prioridades de Torra desde que asumió la presidencia de Cataluña ha sido reinstaurar la red que se tejió a lo largo de la pasada legislatura e, incluso, ampliarla en países que, como el Líbano, en principio pueden tener escaso peso diplomático.

La Generalitat y Exteriores juegan al gato y al ratón con las embajadas catalanas. Es una batalla que se enmarca dentro de la guerra soterrada a cuenta de la obsesión del secesionismo por difundir su relato en el extranjero. Para Carles Puigdemont y los suyos, la vía para alcanzar la república pasa por forzar una mediación internacional, primero, y conseguir el reconocimiento de otros países después. La regla es simple: si nadie te reconoce, no eres independiente por mucho que lo proclames. De momento, el independentismo ha fracasado en ambos objetivos, pese a que las imágenes de las cargas policiales del 1-O o las sentencias desfavorables a la Justicia española en Bélgica y Alemania le han granjeado simpatías en las sociedades europeas. Acabar con ellas es uno de los principales cometidos de Borrell.

Artur Mas abre otra grieta en el secesionismo al abogar por dar apoyo a los Presupuestos

El expresidente de la Generalitat, Artur Mas, puso ayer en cuestión la decisión de Quim Torra de retirar el apoyo a Pedro Sánchez y no respaldar los Presupuestos Generales del Estado. Ya hace meses que está fuera de la primera línea de la política catalana desde que dimitió como presidente del PDECat, pero su opinión sigue siendo muy importante. Y ayer dio voz a los sectores del nacionalismo que no comparten la vía rupturista de Torra y que abogan por seguir negociando los Presupuestos. Mas incluso hizo suyos algunos de los argumentos que emplea el PSC para tratar de seducir a los independentistas, y que apoyen las cuentas españolas. Así, por ejemplo, dijo que el independentismo tiene que decantarse entre un Gobierno de Sánchez y Podemos o uno de Casado-Rivera y Vox, que es lo que podría pasar en caso de elecciones.

La pregunta es, afirmó, si se prefiere un Gobierno que cada día diga que «somos unos criminales y que tenemos que ser juzgados por rebelión» o un presidente que asegure, «desde la tribuna del Congreso, que no hay rebelión porque no ha habido violencia». «Yo prefiero esta segunda opción», expresó en TV3. Lo hacía, además, el día en que se cumplía el cuarto aniversario de la jornada de votación del 9-N, la consulta que, según Mas, propició que tres años después pudiera celebrarse el 1-O. Por tanto, habló como referente moral del independentismo.

La reflexión del líder nacionalista, que de momento no ha accedido a sumarse a la Crida Nacional, el partido que impulsa Puigdemont, llegaba solo dos días después de que Torra solemnizara en la Cámara catalana su ruptura con Sánchez e hiciera efectivo el ultimátum que le lanzó hace un mes. El presidente catalán anunció la retirada de cualquier tipo de apoyo al jefe del Ejecutivo mientras «continúe la vulneración de derechos civiles y políticos y no haya una voluntad clara de resolver el conflicto por la vía política». Fue su respuesta al escrito de acusación de la Fiscalía.

Crece la tensión

El toque de atención de Mas a Torra muestra la tensión que hay entre una parte del PDECat y los impulsores de la Crida (Torra y Puigdemont). El jueves, Torra se reunió con los diputados y los senadores de la ex Convergència. Medios de la órbita secesionista informaron de que Torra había ordenado al PDECat que presente en Madrid una iniciativa para reprobar al rey. El diputado Ferran Bel salió en tromba para advertir: «Torra no ha ordenado nada al PDECat, ni puede ni quiere hacerlo». La tensión en el soberanismo de centroderecha es máxima y con el nacimiento de la Crida hay riesgo de escisión.

La posición de Mas respecto a los Presupuestos no fue la única entre los barones del secesionismo que se pudo escuchar ayer. Marta Rovira, huida a Ginebra, rompió su silencio ocho meses después para mostrarse contraria a negociar las cuentas estatales con un Gobierno «opresor y represor». «¿Cómo se atreve a presionar a Esquerra para que apruebe los Presupuestos mientras pide 25 años para Junqueras?», avisó a Sánchez. «¿Cuántas partidas presupuestarias vale mi libertad?», remató. La posición de la secretaria general de Esquerra contrasta con la que expuso la consejera de Justicia, Ester Capella, también de ERC, que aboga por hablar de todo con el Ejecutivo, incluidos los Presupuestos.