La Policía invitó a esconderse a Winnie the Poo para no desairar a Xi Jinping
ESPAÑA
El habitual colapso de tráfico en el que malvive Madrid desde hace décadas se convirtió ayer en una auténtica tortura china para los cientos de miles de conductores que a diario acuden en coche al centro. Varias de las principales arterias de la ciudad permanecieron cortadas en plena hora punta con el objetivo de blindar la visita del presidente chino, Xi Jinping. La visita de cualquier dirigente de un país extranjero siempre conlleva importantes medidas de seguridad, pero nada comparable a lo vivido ayer. La Policía Municipal y la Policía Nacional, en coordinación con el equipo de agentes que sigue a Xi Jinping a todas partes, conformaron una gran muralla contra todo aquel que osase acercarse al presidente, la gran mayoría chinos residentes en la capital española, que, banderín en mano, se multiplicaron por los puntos por los que transitó la comitiva.
En la caravana destacaba el Rolls Royce en el que viajaba el presidente, a medio camino entre el tanque y la limusina. Cada vez que subía o bajaba, sus guardaespaldas formaban un pasillo sosteniendo un maletín que se transforma en escudo antibalas solo con sacudirlo.
Pero ayer no bastaba solo con garantizar la seguridad; también había que agradar. Al detalle. Hay mucho dinero en juego. Por eso las fuerzas de seguridad invitaron al Winnie The Poo de la Puerta del Sol que pide monedas a cambio de fotos que se ocultase tras la estación del metro para que el presidente no pudiese verlo. Este personaje de Disney está censurado en China debido a que la oposición lo emplea para ridiculizarlo. Solo faltaron las berlanguianas pancartas de Villar del Río: «Bienvenido, Mr. Xi».