El líder de Podemos reconoce que dijo bobadas, que no se corresponden con lo que piensa ahora, sobre el país bolivariano, cuya situación admite ya que es «nefasta»
14 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Nunca hasta la fecha el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, se había referido a Venezuela de una forma tan crítica como lo hizo ayer, al calificar la situación política y social por la que atraviesa el país sudamericano como «nefasta». Hasta ahora siempre se había posicionado como uno de los más firmes defensores del régimen bolivariano, incluso despreciando los informes de la ONU que dispararon todas las alarmas de la comunidad internacional al entender que Caracas vivía bajo una «crisis humana» en la que se combinaban los enfrentamientos en las calles, la malnutrición y el éxodo de ciudadanos del país.
El desmarque de Iglesias llega pocas semanas después de unas polémicas declaraciones del candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid, Íñigo Errejón, quien ensalzó los «avances» del Gobierno de Maduro, poniendo en valor las «tres comidas al día» de las que, aseguró, disfrutan los venezolanos.
Pero Pablo Iglesias no solo dio marcha atrás con Venezuela al asegurar que lo que dijo «hace algunos años no se corresponde con lo que piensa ahora», sino que incluso aludió a «las tonterías que haya podido decir o las opiniones políticas».
El secretario general de Podemos también entonó el mea culpa respecto a un texto suyo en un grupo privado en la red de mensajería Telegram (similar a WhatsApp) en el que ardía en deseos de «azotar hasta que sangrase» a la presentadora de televisión Mariló Montero. Iglesias lleva algo más de dos años siendo muy criticado por este asunto filtrado a la prensa por uno de los miembros del chat, pero hasta ahora siempre había optado por guardar silencio, sin llegar a admitir que esas palabras habían sido tecleadas en su móvil. Ayer no solo reconoció la autoría, sino que pidió disculpas. «Siento mucha vergüenza de haber hecho en un mensaje privado una broma machista imperdonable. A veces he hecho comentarios que cuando lees después dices: ‘es impresentable’. Ahí lo que uno puede hacer es pedir disculpas y decir: lo siento mucho y esto lo hice mal», admitió Iglesias.
Tanto el viraje en su mensaje con Venezuela como el perdón por su comentario machista fueron inesperados, en especial por el escenario en el que los realizó: la comisión de investigación sobre la supuesta financiación ilegal de partidos organizada por el PP en el Senado.
Cara a cara con el PP
Lo cierto es que la sesión de ayer en la Cámara Alta sirvió para poco más que para comprobar lo mucho que pueden llegar a disfrutar Podemos y el PP en un cara a cara. Las algo más de tres horas en las que Iglesias asistió al interrogatorio preparado por el senador Luis Aznar se convirtieron en una lucha sobre el fango que remató con un noble apretón de manos entre los dos contendientes que evidenció que cada uno había desempeñado su estrategia política; y después, tan amigos.
Pero hasta entonces el cruce de acusaciones y reproches fue constante, incluso a veces rayando los temas personales. La bienvenida del senador Aznar al invitado resultó ser toda una declaración de intenciones: «Gracias por venir. Supongo que entrar [en el centro de Madrid] desde Galapagar [la urbanización del extrarradio a la que se mudó Iglesias recientemente], lloviendo y con los problemas de tráfico generados por Carmena, habrá supuesto un doble esfuerzo», le espetó nada más comenzar.
Iglesias entró en el juego gustosamente, y en su presentación manifestó su absoluta incredulidad por tener que responder ante el PP por financiación ilegal, cuando los populares arrastran sentencias por, precisamente, acudir dopados a las urnas.
Aznar intentó buscar las cosquillas del líder de Podemos intercalando preguntas de todo tipo, pero acabó perdiendo los papeles y acusando de «falso» a su oponente dialéctico un par de veces en las que este logró sacarle de su casillas. Iglesias se comportó como un frontón y respondió con largas y ácidas evasivas a todas y cada una de las preguntas comprometidas sobre la supuesta financiación con fondos procedentes de los Gobiernos de Irán o Venezuela, alegando que fue una cuestión archivada por la Justicia. «Aburre usted a las cabras», le acabó diciendo Aznar al líder de Podemos.