Sánchez y su ángel de la guarda

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

ESPAÑA

RICARDO RUBIO

02 may 2019 . Actualizado a las 11:16 h.

«Tengo un conflicto entre el corazón y la razón», solía decir Felipe González cuando era presidente del Gobierno. El corazón le empujaba a realizar una política de izquierdas. La razón le impulsaba a ser pragmático y hacer lo que necesitaba el país, lo cual le valió la acusación de que gobernaba en clave conservadora. Sospecho que algo parecido le está empezando a ocurrir a Pedro Sánchez, aunque no es tan expresivo como González. Su corazón le lleva a entenderse con Unidas Podemos. Si siente alguna simpatía por los sindicatos, habrá anotado que también le piden un gobierno de izquierdas. La razón le conduce a hacer caso a lo que dice la patronal CEOE, cuyo presidente se esfuerza en hacer uso de su libertad para convencer a Sánchez de que pacte con Ciudadanos o gobierne en solitario. El programa económico de Pablo Iglesias le parece lo menos adecuado para la empresa española.

Sánchez está empezando la legislatura bajo presión. Después de que hablasen las urnas, ahora son los agentes sociales, con vocación de ser poderes fácticos, los que toman la palabra. Pero la decisión final solo será suya. Aunque parecía que no movería un dedo hasta pasado el 26 de mayo, ha comenzado a convocar a los líderes políticos, oficialmente para examinar la situación y evidentemente para cumplir el trámite de escucharlos y poder decir que ha negociado con todos, quizá incluso con Santiago Abascal, aunque todavía no está en la agenda.

Pero no nos engañemos: con Pablo Casado y Albert Rivera no se puede esperar ningún acuerdo más que una relación de cortesía. El problema está en Pablo Iglesias. Su partido no está dispuesto a dar ningún apoyo que no pase por entrar en el gobierno. Se considera el ángel de la guarda de Sánchez al que hay que proteger de la perversa derecha, que juntará sus 149 escaños para boicotear los avances sociales. Incluso puso en circulación algunos nombres que serían los protectores del socialismo. Y está dando un aire épico a sus aspiraciones, expuestas como una especie de cruzada contra los bancos, la patronal, el Ibex 35 y demás poderosos que quieren ganar esta batalla desde el dinero y no desde la voluntad popular.

La reunión Sánchez-Iglesias dará la auténtica medida de la capacidad de convicción del presidente. Es muy difícil decir no a quien quiere formar parte del Gobierno y, al mismo tiempo, conseguir que firme ese «acuerdo programático» que el señor Ábalos propugna. Es muy difícil, porque una de las partes se considera depositaria de las esencias de la izquierda y todo lo demás es voluble, comprable y, como mínimo, manejable. Y este cronista todavía no sabe distinguir dónde empieza la voluntad de servicio de Podemos y dónde sus ansias de tocar poder.