La socialista asume la presidencia de Navarra debilitada por el futuro marcaje batasuno
03 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.María Chivite se convirtió ayer en segunda votación en la nueva presidenta de Navarra con los 23 votos del PSN y de sus socios Geroa Bai, Podemos y Ezkerra, y gracias a la abstención de cinco de los siete parlamentarios de EH Bildu, lo que le garantizó la mayoría simple en el Parlamento foral. La dirigente socialista había asegurado la víspera en el debate de investidura que el acuerdo de gobierno suscrito con los nacionalistas y otras fuerzas de izquierda nace con «mirada larga», pero la realidad es que afronta un mandato debilitada de antemano por liderar un Gobierno en minoría, por el marcaje al que le va a someter la coalición aberzale y por el choque frontal con Navarra Suma.
Chivite intuía que Javier Esparza, presidente de UPN y portavoz de la entente integrada por su partido, PP y Cs, sería implacable con ella en el debate de la Cámara de Pamplona, pero lo que no se esperaba era la dureza de la intervención de la representante de EH Bildu Bakartxo Ruiz, quien le advirtió de que su oposición será «contundente».
Control estricto de EH Bildu
La izquierda batasuna le ha marcado el terreno de juego. Sus representantes le han expresado su malestar por haber sido excluidos de las conversaciones previas a la constitución del Gobierno, le han avisado de que son la llave «para abrir y cerrar» las propuestas de su Gabinete y le han recordado que la razón fundamental por la que le han dado vía libre para llevar el timón de la comunidad es «frenar» a Navarra Suma. «¿Cuando tenga que aprobar determinadas iniciativas, dónde va a mirar, a la derecha o a la izquierda?», le preguntó el jueves Ruiz a Chivite. «Mi obligación es mirar a la ciudadanía», respondió la presidenta para tratar de no cerrarse ninguna puerta.
La principal destinataria del mensaje es la secretaria general del PSN, pero también lo es la propia militancia de la izquierda aberzale, a la que la dirección de la coalición debe convencer de que el paso que se ha dado tendrá contraprestaciones en materias sociales. Sin embargo, el aviso a navegantes de Bakartxo Ruiz a Chivite puede tener un efecto bumerán, porque ambos grupos están casi forzados a entenderse si no quieren que Navarra Suma bloquee la gobernabilidad desde la fuerza que le conceden sus veinte escaños. Para Bildu sería muy difícil explicar pública e internamente que su oposición puede poner en riesgo la acción del Ejecutivo y, por consiguiente, dar alas a las formaciones de derechas.
Bajo la alargada sombra de Bildu
María Chivite (Cintruénigo, 1978) ha forjado su carrera política en el ámbito local. La nueva presidenta de Navarra, que ha llegado al puesto envuelta en la polémica por el factor decisivo de la abstención de EH Bildu en su elección, comenzó su carrera como miembro de la ejecutiva de las Juventudes Socialistas y, sobre todo, como concejal en su pueblo (2003-2007) y posteriormente como edila en el Valle de Egüés (2011-2013).
Del escenario local dio el salto al Parlamento de Navarra como diputada en las legislaturas 2007-2011 y 2011-2012, cuando asumió respectivamente las responsabilidades de portavoz de Salud y portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Socialista.
Pasó la larga travesía del desierto en la oposición del PSN (que, en dos ocasiones y siguiendo las directrices de Ferraz, decidió dejar que gobernase UPN a establecer cualquier tipo de pacto, por activa o por pasiva, con Bildu) refugiada en el Senado (2011-2015), donde fue designada portavoz socialista en la Cámara Alta.
De regreso en Pamplona, asumió la secretaría general del PSN en el congreso extraordinario del 2014 y se convirtió en la líder de un partido atenazado por su propias contradicciones. Tras las últimas elecciones autonómicas, a pesar del rechazo de pesos pesados como Ábalos, Chivite convenció a Sánchez para que permitiese al PSN presidir Navarra aunque fuese al alto coste de aceptar la abstención de Bildu.