Visita Barcelona sin reunirse con Torra tras un cruce de cartas lleno de reproches
22 oct 2019 . Actualizado a las 08:39 h.Una semana después de que comenzara en Cataluña el estallido de violencia desatado tras hacerse pública la sentencia del procés, que se ha saldado por ahora con 600 heridos y millones de euros en daños materiales, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, acudió a Barcelona para solidarizarse con los policías heridos por los grupos radicales. La visita del líder socialista se saldó sin que se produjera un encuentro con el presidente catalán, Joaquim Torra, después de que ambos mantuvieran un cruce de misivas cargado de reproches. Durante las poco más de dos horas que Sánchez estuvo en Cataluña sufrió el acoso de grupos independentistas que proferían gritos en favor de los «presos políticos» e incluso de parte del personal médico de los hospitales de Sagrat Cor y Sant Pau, en los que saludó a algunos de los heridos.
Sánchez visitó la Jefatura Superior de Policía en Vía Laietana, epicentro de las protestas violentas durante toda la semana, y pidió a los agentes que garanticen «la moderación» y la seguridad para «asegurar esa convivencia que ahora mismo está puesta en cuestión». Alabó la «profesionalidad» de los efectivos policiales, pero les advirtió de que «la crisis no ha acabado». «Tenemos que persistir, ellos probablemente quieran persistir para cronificar esta crisis. Nosotros somos mucho más resistentes», afirmó. Para Sánchez, resulta «evidente» que los violentos han escogido Barcelona como «teatro de operaciones» para trasladar su «contestación» y convertirla en «algo mucho más extraordinario de lo que realmente es, que sin duda alguna lo es».
Advertencias a Torra
Antes de partir hacia Barcelona, el jefe del Ejecutivo en funciones había escrito una carta a Torra en respuesta a la que este le dirigió el pasado sábado solicitándole una reunión inmediata para «negociar». En su misiva, Sánchez descartaba esa reunión y criticaba al líder catalán por no haber condenado «de modo tajante e inequívoco» los actos de violencia y por haber «vuelto la espalda» «a más de la mitad de la población catalana. El líder del PSOE, que considera que el independentismo pretende aprovechar los disturbios para forzar una negociación, concluía su carta a Torra recordándole las tres obligaciones que debe mantener un gobernante para representar a su comunidad ante cualquier interlocutor: «condenar la violencia de forma rotunda; amparar a las fuerzas de seguridad que la combaten y evitar la discordia civil».
El líder catalán respondió con otra carta en la que le reprochaba no atender sus llamadas telefónicas, lo que «no es un buen signo de voluntad de diálogo», y le emplazaba a reunirse de inmediato aprovechando su visita a Barcelona, aunque no consiguió su objetivo. El líder de ERC, Oriol Junqueras, condenado por sedición, señaló también a través de TV3 que «la forma de acabar con los altercados es haciendo política» y que «el Estado tiene que sentarse de una vez en la mesa y hablar».
Casado pide al Gobierno que traslade a los presos del 1-O fuera de Cataluña
G. B.
El líder del PP, Pablo Casado, se trasladó también a Barcelona con la intención de trasladar su solidaridad a los policías, pero la Delegación del Gobierno en Cataluña le impidió el acceso a la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, a pesar de que en el PP aseguran que en un principio se le dio el visto bueno. El Ministerio del Interior aseguró que se siguió «el mismo protocolo de siempre» ya que «los partidos nunca han tenido autorización para entrar en jefaturas o delegaciones». Antes de partir hacia Barcelona, Casado pidió en Madrid que el Gobierno contemple la posibilidad de trasladar a los presos del procés a una cárcel situada fuera de Cataluña para impedir que la Generalitat pueda iniciar los trámites para facilitar la excarcelación de los condenados por sedición y malversación. Casado garantizó que si llega a la presidencia del Gobierno recuperará la competencia de Prisiones que fue cedida a la Generalitat por el Gobierno socialista de Felipe González en 1983.
Ante la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, Casado exigió a Sánchez que no negocie con el presidente catalán, Joaquim Torra, y advirtió de que «el Gobierno no debe abanderar el apaciguamiento, sino la firmeza democrática con todos los instrumentos que la ley pone a su disposición». Pidió además al líder del PSOE que atienda las llamadas telefónicas de Torra pero que lo haga para romper los pactos que el PSC tiene con JxCat y ERC en varios ayuntamientos y en la Diputación de Barcelona.