El rey emérito deja España tras un goteo de noticias sobre sus negocios
04 ago 2020 . Actualizado a las 07:51 h.Hasta hace un par de años, los conocedores de la vida en la Zarzuela contaban que Felipe VI y Juan Carlos I despachaban de vez en cuando. Dentro de la inusual cohabitación, las charlas en estos seis años se hacían cada vez más esporádicas hasta quedar reducidas a la nada o limitadas a la comunicación interpuesta entre sus asesores. Un distanciamiento paulatino que casa mal con la versión oficial de que Felipe VI nunca estuvo al tanto de los negocios privados de su progenitor, como subrayó la Zarzuela en el comunicado del 15 de marzo.
Después de dejar el trono Juan Carlos de Borbón siguió, por decisión de Felipe VI, formando parte de la reducida Casa del Rey, al igual que doña Sofía. Centró su actividad en tareas protocolarias, y desde junio del 2014 hasta su retirada de la vida pública en igual mes del 2019 participó en 120 actos, pronunció 30 discursos y efectuó nueve viajes internacionales, como el de la firma de los acuerdos de paz en Colombia y los funerales por Fidel Castro.
Pero esa aparente normalidad se vio truncada por un fuerte encontronazo a raíz de la sorprendente exclusión de Juan Carlos de los actos del 40.º aniversario de las primeras elecciones democráticas. La Zarzuela responsabilizó al Congreso, pero el rey emérito no ocultó su disgusto. «Se ha excluido a quien condujo el camión de la Transición. Hasta han invitado a las nietas de la Pasionaria», se quejó a través de anónimos portavoces de su entorno.
Su actividad institucional, sin embargo, menguaba mes a mes. Eran más noticia los viajes privados con sus amigos a navegar o a sentarse en torno a una buena mesa que su presencia en actos oficiales. Hasta el 27 de mayo del 2019. Ese día, la Casa del Rey anunció que Juan Carlos de Borbón se retiraba a partir del 2 de junio de «la vida pública por completo». Dos meses antes, Corinna Larsen había buscado la mediación de Felipe VI en sus peleas con el emérito y amenazaba con implicar a toda la familia en supuestos negocios turbios.
Al trascender eso, el rey ratificó la jubilación definitiva de su padre y la retirada de la asignación anual de 194.000 euros. Se rompían así las penúltimas amarras.