El presidente del Gobierno ya regresó a España tras este encuentro
24 oct 2020 . Actualizado a las 22:38 h.El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, abandonó el Vaticano después de cerca dos horas de su llegada tras reunirse con el papa Francisco durante algo más de media hora y posteriormente con Secretario de Relaciones con los Estados, Arzobispo Paul Gallagher.
Sánchez que vino acompañado de su esposa, Begoña Gómez, llegó al patio de San Dámaso bajo una ligera lluvia a las 9.11 horas y fue recibido por el regente de la prefectura de la Casa Pontifica, Leonardo Sapienza, quien les acompañó al interior del palacio pontificio. Según informaron fuentes vaticanas, la reunión privada comenzó con algo de anticipación respeto a la hora oficial (9.30), a las 9.20 y terminó a las 9.55. En total 35 minutos de conversación a solas con el pontífice.
Después se produjo el tradicional intercambio de regalos y Sánchez entregó al pontífice argentino un facsímil del Libro de Horas del obispo Juan Rodríguez de Fonseca. Esta reproducción, cuyo original manuscrito data del siglo XV, es un libro de rezo para uso privado ricamente ilustrado.
Francisco entregó a Sánchez un bajorrelieve en bronce dedicado al tema de la misericordia, la acogida y la fraternidad en la que en segundo plano están representados una mujer con un niño en brazos entrando en la plaza de San Pedro y de fondo una barca con migrantes y en primer plano unas manos que se entrelazan.
También el papa regaló al presidente español la copia de todos sus siete documento, encíclicas y exhortaciones apostólicas, publicados en sus siete años de pontificado, y entre ellas la última Fratelli Tutti.
El presidente español y su esposa vestían de oscuro como manda el protocolo vaticano y las mujeres de la delegación no llevaban tocado en la cabeza. La delegación española estaba también compuesta por la embajadora ante la Santa Sede, Carmen de la Peña y miembros del equipo de Presidencia del Gobierno.
La difícil misión del político
En este encuentro, el papa subrayó ante el presidente del Gobierno español la importancia que tiene para un gobernante «construir la patria con todos» y recalcó la «difícil misión» del político de hacer progresar el país. En una intervención de varios minutos ante la delegación española presidida por el jefe del Ejecutivo -inusual en este tipo de visitas-, el pontífice dijo que la labor de un gobernante tiene tres canales: «hacer progresar el país, consolidar la nación y construir la patria».
«Construir la patria con todos», recalcó Francisco, quien subrayó a Sánchez su «gran respeto por la vocación política». «Es bastante trabajo, no es fácil, transmítalo a lo miembros de su Parlamento, lo que piensa el papa de esto». Y advirtió de que en este camino de construir la patria «siempre se encuentran coartadas», bien «disfrazadas de modernidad o de restauracionismo» movimientos «para que la patria sea lo que yo quiero y no lo que he recibido».
El papa lanzó otro aviso, el del riesgo que corre un país cuando de él «se apoderan» las ideologías. «Es muy triste cuando las ideologías se apoderan de la interpretación de una nación, de un país y desfiguran la patria», dijo.
Recordó el libro Síndrome 1933 del intelectual comunista Siegmund Ginzberg sobre la Alemania previa al nazismo en el que, subrayó, se explica que «las ideologías sectarizan, deconstruyen la patria, no construyen» y señaló que «hay que aprender de la historia eso». «En este libro este hombre, con mucha delicadeza, hace un parangón con lo que está ocurriendo en Europa: 'cuidado que estamos haciendo un camino parecido'», dijo el papa.
El pontífice insistió en cualquier caso en la ardua labor que supone la actividad política en todos sus ámbitos, desde la elaboración de la leyes a las relaciones internacionales o incluso las «dificultades de entendimiento con los localismos».
Y consideró que la misión de los políticos «es una forma muy alta de la caridad y del amor». «No es cuestión de maniobras o de resolver casos, que todos los días llegan al escritorio de los políticos, sino de servicio», dijo.
El papa despidió a Sánchez y la delegación española con un mensaje de cariño. «Me gratifica mucho (la visita) y les pido por favor que recen por mí. Y los que no rezan porque no son creyentes al menos mándenme buena onda que me hace falta», apuntó
Sánchez regresó inmediatamente a España en un momento muy delicado en el país, ante la petición de numerosas regiones al Gobierno de que declare el estado de alerta ante la incidencia de contagios que se ha disparado.