Puigdemont se resiste a dejar el mando de Junts e intenta retener el control en Waterloo
ESPAÑA

El que no opte a la Generalitat borra el tono plebiscitario que quería darle al 14F
15 nov 2020 . Actualizado a las 00:29 h.Esquerra y Junts per Catalunya amagaron durante meses con convertir las elecciones del 14F en un duelo entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, los dos independentistas enemigos irreconciliables y protagonistas del desafío de octubre del 2017. Con el tiempo, ambos se han caído de la carrera al Palau de la Generalitat. El republicano, ya que está inhabilitado y cumpliendo pena de prisión, y el posconvergente, porque ha renunciado a repetir la fórmula con la que derrotó a su rival en el 2017: prometer su regreso a Cataluña en caso de victoria electoral.
Hace tres años fue un reclamo lleno de carga simbólica que acabó de desnivelar la balanza entre ERC y JxCat en las elecciones. Pero de inmediato se comprobó que era una promesa irrealizable. Un segundo engaño similar ya no colaba, ni siquiera entre los más acérrimos. La renuncia de Puigdemont a ser el candidato a la Presidencia de la Generalitat supone un paso más de JxCat en el aterrizaje a la realidad. Puigdemont, no obstante, no se ha apartado de la primera línea.
El poder en la distancia
El eurodiputado, instalado en Waterloo desde que huyó tras declarar la independencia en octubre del 2017, se asegurará un papel destacado en las listas de JxCat y amenaza a los suyos con seguir «liderando» el proyecto. Su apuesta es repetir la fórmula que empleó con Quim Torra: la de situar a un presidente de la Generalitat que le permita seguir manejando los resortes del poder desde la distancia. En esta ocasión, tiene dos problemas. El primero, necesita ganar las elecciones a Esquerra, lo que se antoja complicado, según las encuestas. Él se ha apartado como presidenciable. Se cura en salud ante la derrota, lo que cuestionaría su liderazgo interno, que sigue siendo muy sólido, pero ya no es incontestable.
El segundo problema que tiene es que ni con Laura Borràs ni Damià Calvet, los dos dirigentes de JxCat que se juegan en las primarias liderar el cartel de la formación, tiene asegurado el pleno control en la Generalitat en caso de victoria. Torra ya se distanció en los últimos meses de su antecesor y ninguno de estos dos candidatos es el favorito del líder nacionalista, que no ha logrado situar a alguno de sus peones (Jordi Puigneró y Ramón Tremosa) en la carrera presidencial.
Nuevas caras
Los primeras espadas del independentismo ya no estarán cara a cara en los comicios aunque su presencia en la campaña se espera que sea constante. JxCat pretendía convertir el 14F en un plebiscito sobre el mandato del 1 de octubre. Sin embargo, esta propuesta se ha ido desinflando, pues ni siquiera la compran ERC y la CUP. El cuerpo a cuerpo, con descalificaciones personales, que han protagonizado esta semana Gabriel Rufián y Laura Borràs en el Congreso ya anticipa que las elecciones no serán la antesala de ninguna declaración unilateral de independencia, sino más bien una lucha despiadada por la Presidencia catalana entre JxCat y ERC. El cambio de ciclo en el secesionismo se consumará si ERC gana los comicios y opta por explorar alianzas alternativas con los comunes y el PSC.
Borràs y Calvet, mientras, abren una nueva etapa de liderazgo en el secesionismo. La diputada en Madrid, con causa penal pendiente en el Supremo por adjudicar contratos presuntamente a dedo a un amigo, mantiene un discurso más radical que su adversario. De retórica rupturista y desafiante, es la favorita para ganar las primarias. Calvet tiene un perfil más centrista.
JxCat apuesta por un presidente efectivo desde el primer día. Y es que ya no solo compiten contra Esquerra. También les han salido contrincantes por el lado más templado del independentismo como el PDECat y PNC, que no está claro que entren en el Parlamento catalán, pero sí se llevarán miles de votos que en el 2017 fueron a parar a Junts.