Hallan en el fondo del mar el cadáver de Olivia, la mayor de las niñas desaparecidas en Tenerife
ESPAÑA
Su cuerpo estaba metido en una bolsa lastrada por el ancla del barco de su padre. El buque Ángeles Alvariño continúa a esta hora de la mañana el rastreo en busca de Anna y Tomás Gimeno
13 ene 2022 . Actualizado a las 17:07 h.Tomás Gimeno cumplió su terrible amenaza. El 27 de abril, por la noche, le dijo a través de una llamada a Beatriz, su exmujer, que no volvería a ver más ni a él ni a sus dos hijas, Anna y Olivia, de uno y seis años. Ayer por la tarde, el robot submarino del barco oceanográfico Ángeles Alvariño, tras 45 días de búsqueda de estas tres personas por tierra, mar y aire, sacó del fondo del océano, en las aguas de Tenerife, el cadáver de Olivia, la mayor de las dos niñas desaparecidas hace un mes y medio y que, con una altísima probabilidad, ahora se sabe que al parecer fueron asesinadas ese mismo día por su padre.
El hallazgo se produjo al mediodía, a poco más de una milla de la costa tinerfeña y muy cerca del pequeño puerto de Güímar. Se trata justo de la zona en la que el 28 de abril, al día siguiente de las desapariciones, la Guardia Civil localizó el barco de recreo propiedad de Tomás Gimeno, con el que había salido a navegar la noche anterior, aparentemente sin sus hijas, pero con seis bultos a bordo, entre bolsas, maletas y otros enseres. El yate, de unos seis metros de eslora y con un potente motor fueraborda, se encontró vacío, a la deriva, sin manchas de fluidos humanos en su interior, y sin su ancla. Muy próxima, flotando, estaba la silla de retención de bebés que usaba Anna. Es también el sitio en el que el lunes pasado se halló y recuperó una bombona de buceo y una funda nórdica de Tomás Gimeno.
Tras once días de rastreo de los fondos marinos con su sonar de barrido lateral, los especialistas del buque detectaron un bulto sospecho en el fondo, a unos 1.000 metros de profundidad. Cuando el robot submarino logró extraerlo, se comprobó que era una bolsa de deportes lastrada por el peso del ancla de la barca de Gimeno, en cuyo interior estaba el cadáver de una niña de unos seis años. Durante la misma operación, según fuentes del caso, se consiguió sacar a la superficie una segunda bolsa de deportes, que estaba vacía, pero los técnicos observaron junto a ella la presencia de otro bulto en el fondo, que no pudieron identificar y que, de momento, tampoco han podido rescatar.
El buque Ángeles Alvariño continúa a esta hora de la mañana el rastreo en la zona donde, en el día de ayer, fue hallado el cuerpo sin vida de Olivia para tratar de encontrar a su hermana Anna, de tan sólo un año, y su padre, Tomás Gimeno.
El cuerpo localizado fue trasladado a tierra, al Instituto Anatómico Forense de La Laguna, donde, a falta de pruebas forenses y de ADN más concretas, que se realizarán en las próximas horas, se determinó que podría corresponder, «prácticamente con toda seguridad», a la desaparecida Olivia Gimeno. El hallazgo fue comunicado de inmediato a la madre de las niñas y al resto de su familia. Ayer mismo, Beatriz Zimmerman todavía estaba convencida de que Anna y Olivia seguían vivas.
La cronología de los hechos
El 27 de abril, el padre de las niñas, Tomás Gimeno, de 37 años, recogió a Anna, de un año, y a Olivia, de seis, en la casa de la madre de estas, Beatriz Zimmerman, a las 17 horas para pasar la tarde con ellas. A las 19.30, se desplazó a la residencia de sus padres y se despidió de su progenitor con un inusual abrazo («Nunca me abrazaba», aseguró el abuelo de las niñas). Fue la última vez que se vio a las pequeñas.
Después, regresó a su casa con las niñas, donde estuvo cerca de dos horas y, a las 21.30, las cámaras del puerto de Santa Cruz de Tenerife lo captaron ya solo, llevando dos petates militares y bultos desde su coche hasta su embarcación de recreo. A las 21.50 hizo su primer viaje a alta mar.
Poco antes, había conversado con su exmujer, ya que esta había ido a buscar a sus niñas sobre las 21 horas y no las había encontrado en casa. Gimeno le aseguró en primer lugar que estaba cenando con ellas, aunque luego le dijo que no las volvería a ver, ni tampoco a él.
Tomás volvió a tierra a las 23.30 horas y compró tabaco y un cargador de móvil en una gasolinera y, poco después, le pidió al vigilante del puerto cargar su teléfono. Y volvió a hablar con su mujer. Le dijo a Beatriz y la tranquilizó diciéndole que ya había acostado a las niñas y que las llevaría al día siguiente de vuelta.
Gimeno regresó al mar y ahí es cuando se le perdió la pista. Esa misma madrugada le envió mensajes de despedida a su familia y amigos, que avisaron a Beatriz a primera hora del miércoles 28. Ella se apresuró a poner una denuncia en la Guardia Civil y ese mismo día se encontró la barca a la deriva en una zona de gran profundidad, donde también apareció una silla infantil propiedad de la familia.
El pasado 7 de junio, el buque oceanográfico gallego Ángeles Alvariño, equipado con un sónar y un robot submarino, consiguió localizar en la zona donde buscaban a las niñas una botella de aire comprimido perteneciente al padre, aficionado al submarinismo, y una funda nórdica también de su propiedad.
Las hipótesis y el móvil
Solo un día antes de la desaparición, Tomás Gimeno había movido miles de euros de sus cuentas antes de huir con sus hijas, y en su círculo íntimo había trasladado la idea «de cambiar de continente».
Según los investigadores, Tomás y Beatriz Zimmerman pasaron un proceso de separación complicado y con enfrentamientos, con amenazas que nunca se llegaron a denunciar y, en julio del 2020, él contrató una agencia de detectives para espiar a la que aún era su mujer. Nunca aceptó su separación y la relación con las niñas se volvió diferente.
Los investigadores barajaban varias hipótesis, y plantearon la posibilidad de que Gimeno pudiera haber sido ayudado en su huida por otro barco con dirección a Cabo Verde o atravesando el Atlántico a Latinoamérica, una teoría que cobra sentido por la aparición de un velero con una trayectoria errática que navegó por la zona la misma noche que la embarcación de Tomás Gimeno. Aunque el análisis de balizas y trayectos marinos durante la noche y la madrugada han determinado que ningún barco estuvo cerca o fondeó junto a la lancha del padre de las niñas.
Reacciones
El presidente del Gobierno se manifestaba en las redes sociales a los pocos minutos de conocerse este hallazgo durante la búsqueda de las pequeñas. «No puedo imaginar el dolor de la madre de las pequeñas Anna y Olivia, desaparecidas en Tenerife, ante la terrible noticia que acabamos de conocer. Mi abrazo, mi cariño y el de toda mi familia, que hoy se solidariza con Beatriz y sus seres queridos», dice el tuit de Pedro Sánchez.
En la misma línea se ha manifestado la ministra de Igualdad, Irene Montero, quien ha coincidido en que «no hay palabras para acompañar a Beatriz en estos momentos de terrible dolor».
«Esta violencia que se ejerce contra las mujeres madres para golpear donde más duele es una cuestión de Estado. Estamos aquí para lo que sea necesario», añade.
Minutos después la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, se ha expresado en la misma línea que su homóloga de Unidas Podemos para «acabar con la #ViolenciaVicaria que tanto dolor está causando en nuestro país». «Vamos a trabajar en ello sin descanso», ha asegurado y, asimismo, ha aprovechado su mensaje para enviar «el abrazo más fuerte a la madre, Beatriz, y a sus familiares».
El presidente del PP, Pablo Casado, ha sostenido que «la esperanza ha cedido el paso a la desolación y al dolor más profundo por su pérdida». «Todo mi cariño y apoyo a Beatriz, su madre, y al resto de su familia en este momento tan difícil», ha trasladado.