El ocaso de Álvarez-Cascos, el antiguo secretario general del PP está huérfano de partido
ESPAÑA
Foro Asturias aprobó ayer unos nuevos estatutos para cerrar la etapa de Cascos, que se enfrenta a dos años de prisión por apropiación indebida y administración desleal
19 jun 2021 . Actualizado a las 17:30 h.Con un intenso sentido del drama, Francisco Álvarez-Cascos eligió un escenario teatral para anunciar su baja del partido que había fundado a su imagen y semejanza diez años atrás, en la Mesa de los Mareantes de Luarca denunciando que la formación, Foro Asturias, se había convertido en un grupo casi nacionalista. Lo cierto es que el anuncio de su baja de militancia también tenía bastante de escenificación ya que había sido expulsado formalmente días atrás después de que se concretara la acusación de la Fiscalía en el juicio que deberá afrontar por apropiación indebida y administración desleal y en el que se le piden dos años de prisión.
Álvarez-Cascos comenzó su larguísima carrera en Asturias, como concejal de Alianza Popular en Gijón en 1979 y la terminará en el mismo territorio pero sin partido aunque con la puerta abierta a seguir dando guerra. El gijonés lo fue casi todo en la política: temido secretario general del Partido Popular (conocido internamente como general secretario), con el primer Gobierno de José María Aznar fue nombrado vicepresidente y luego ministro de Fomento, algo que le dio una enorme influencia regional al ser clave en el diseño de importantísimas infraestructuras en el Principado. Cuando la dirección del PP pasó a Mariano Rajoy comenzó a sentirse cada vez más alejado de la línea del partido y tuvo enfrentamientos constantes con dirigentes locales asturianos que le llevaron a anunciar el paso a la actividad privada de la mano de su entonces esposa la galerista de arte, María Porto.
Pérdida de apoyo electoral
Era el año 2004 y la actividad de curator le duró poco. Con el estallido de la Gran Recesión y la desintegración del bipartidismo de los partidos tradicionales, tras un fallido intento de encabezar la candidatura autonómica del PP asturiano, rompió la baraja y formó su propio partido con el que se alzó en una victoria relámpago en el 2011 con la presidencia del Principado. También fue breve, con una exigua mayoría y durísimos enfrentamientos con el resto del parlamento, terminó por adelantar las elecciones tras no lograr aprobar su primer presupuesto. Comenzó entonces una constante pérdida de apoyo electoral que terminó empujándole a dejar la primera línea y a promover a la entonces alcaldesa de Gijón, su principal feudo municipal, Carmen Moriyón como su heredera.
El agitadísimo período electoral que siguió a la moción de censura de Pedro Sánchez fue una montaña rusa para Foro que vio reducidos a dos sus escaños en el parlamento asturiano y a cero en el Congreso. Sus adversarios internos aseguran que fue ahí cuando Cascos pensó en dar el paso definitivo para dejar la política, pero la repetición de las elecciones dio una nueva oportunidad a Foro con un escaño en las cortes gracias a concurrir en coalición con el PP. Los ingresos parlamentarios volvían a fluir y entonces se desató una lucha cruenta con Moriyón, conjurada en liquidar las muchas deudas del partido. Fue entonces cuando se inició una cadena de denuncias que terminó en los juzgados. Sus excompañeros le acusan de haber pasado todo tipo de gastos personales, desde entradas deportivas a zapatos o incluso videojuegos y el psicotécnico de su licencia de pesca, al partido además de autoconcederse un sueldo astronómico y sin apenas controles. Y el Fiscal lo ve probable y ha llamado la atención sobre el hecho de que bajo su mandato Foro no tuviera tesorero.
Foro Asturias aprobó ayer con el apoyo del 76 % de los compromisarios unos nuevos estatutos con los que pretende refundarse y dejar atrás más de dos años de fractura interna entre los partidarios de la actual líder de la formación, Carmen Moriyón, y del expresidente del Principado. Por su parte, Álvarez-Cascos se ha despedido solo con un hasta luego. Descartando volver al PP, aunque siendo afín a la línea de Pablo Casado, asegura que no dice «no a nada» si alguien le presentara una oferta que le resultara atractiva.