Los ataques entre los partidos independentistas debilitan a Pere Aragonès en la mesa de diálogo
ESPAÑA
Torra asegura que ese foro no va a ningún lado y Borràs lo calificó de «producto de márketing»
03 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El presidente del Gobierno catalán tiene que lidiar con una fuerte resistencia interna de sectores independentistas que tratan de dinamitar el diálogo con el Ejecutivo central para llevarse por delante al republicano. Los ataques contra la mesa son diarios por parte de algunos de los primeros espadas de Junts, la formación de Puigdemont con la que Aragonès comparte Ejecutivo, de la CUP o de la ANC.
Los últimos en sumarse a la campaña de los posconvergentes contra la mesa han sido el expresidente Quim Torra, que cada vez que reaparece aprovecha para cobrarse su venganza contra los republicanos, y Laura Borràs, presidenta del Parlamento autonómico, que ni intenta mantener la neutralidad institucional.
«Alucinación colectiva»
Torra dijo que la mesa no va a ningún lugar, que Aragonès no tiene fuerza si no amenaza con la vía unilateral y que nunca habrá un referendo pactado, ni en el 2030 ni en el 2080. Borràs calificó las conversaciones entre el Gobierno central y el catalán como una «alucinación colectiva» y un «producto de márketing».
Dos pesos pesados de ERC se encargaron de replicar. El consejero Roger Torrent reivindicó la mesa y dijo que ya de entrada supone un «triunfo político», y el presidente del partido, Oriol Junqueras, llamó al independentismo a poner «toda la intensidad y las ganas» en el diálogo con la Administración central. A su juicio, si la parte catalana actúa con convencimiento y franqueza es posible que la comunidad internacional tenga «gestos» con el secesionismo.
Desde Ginebra, donde se reunió la cúpula de ERC, junto a Marta Rovira, que huyó a la ciudad suiza para eludir la acción de la Justicia, Junqueras trató de restar relevancia a la ausencia o no de Sánchez en el encuentro. El mensaje también iba dirigido contra los posconvergentes, pues en ERC creen que tratan de sabotear el diálogo con el único propósito de recuperar la presidencia de la Generalitat. Con el independentismo dividido, la posición de Aragonès en la mesa queda debilitada. Difícilmente puede hablar en nombre de todos (pues sus reclamaciones no las comparte la mitad de la población), sino que ni siquiera representará al conjunto del secesionismo.