Aragonès intenta sellar la fractura abierta en su Gobierno por la agenda secesionista

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Pere Aragonès y Jordi Sànchez, este lunes al presentar el acuerdo al que han llegado ERC y Junts para formar un Gobierno de coalición
Pere Aragonès y Jordi Sànchez, este lunes al presentar el acuerdo al que han llegado ERC y Junts para formar un Gobierno de coalición Quique García | EFE

El presidente catalán solo tiene asegurado el mandato hasta el 2023, la mitad de la legislatura

19 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La lógica política diría que lo que ha pasado esta semana en el Gobierno catalán debería ser motivo más que suficiente de divorcio entre los dos socios y de ruptura del Ejecutivo. ERC y Junts no solo discrepan en el modelo social y económico, como se ha visualizado con sus posiciones contrapuestas al proyecto de ampliación del aeropuerto de El Prat -que apoyan los de Carles Puigdemont y rechazan los de Oriol Junqueras-, sino que chocan en lo importante, la agenda secesionista.

El intento de Junts de reventar la mesa de diálogo, la negociación más importante para Cataluña en 40 años, según Pere Aragonès, ha dejado al Gobierno autonómico tocado, pero de momento no hundido, aunque cueste entender que los dos socios no vayan juntos en el que se supone es el proyecto bandera de la legislatura. Aragonès no puede disolver la Cámara catalana hasta un año después de las elecciones (febrero del 2022), pero sí está en sus manos remodelar su Ejecutivo y gobernar en solitario. La salida de Junts ha estado sobre la mesa esta semana.

El Gobierno en solitario, de hecho, fue una de las opciones que estudiaron los republicanos cuando veían que el acuerdo de investidura se resistía con los de Puigdemont. A la vista de las turbulencias, el PSC y los comunes no han tardado en ofrecerse como socios alternativos.

Pero con el paso de los días, la voluntad es intentar reconducir la situación (Aragonès lleva poco más de cien días al timón), aunque unos y otros ya se han tomado la matrícula y se preparan para la próxima. Que la habrá, porque se tienen ganas desde hace años. Todo depende de la actitud que adopten los de Junts con la mesa de diálogo. Si continúan intentando dinamitarla, Aragonès tendrá un serio problema. El martes, ya los dejó fuera de la reunión con el Gobierno. 

El culpable de la ruptura

Diez años después del inicio del procés, ERC y Junts siguen juntos por la misma razón por la que Puigdemont no fue capaz de dar marcha atrás en octubre del 2017: nadie se atreve a aparecer como el culpable de la ruptura independentista. Más aún en este momento. Cuentan con 74 diputados sobre 135 y por primera vez superaron el 50 % de los votos (aunque la participación fue del 53 %).

Las acusaciones entre unos y otros son cada vez más gruesas. Los de Puigdemont, a ojos de los republicanos, no aceptan haber perdido la Presidencia de la Generalitat y son desleales; los posconvergentes, por su parte, acusan a Aragonès de aceptar la tutela de Pedro Sánchez, y temen que esa relación busque su aislamiento político. Advierten de que ERC está preparando la rendición del secesionismo. En Esquerra atribuyen a Junts las pitadas y los insultos a Junqueras y Aragonès en la Diada y critican el reino de taifas que es la formación heredera de Convergència. Puigdemont y Sànchez controlan el núcleo duro del partido, pero también está Laura Borràs, lideresa con voz propia, y Jordi Turull, que podría optar a arrebatar a Sànchez la secretaría general.

Los posconvergentes celebraron ayer su primer consejo nacional. Se debaten entre regresar al redil que les pide Aragonès o tensar más la cuerda con el riesgo de que se rompa. 2023 es el año clave para la legislatura catalana. Hay elecciones municipales, acaba el mandato de Pedro Sánchez -quien sigue necesitando a Esquerra para la estabilidad y para aprobar los Presupuestos- y es cuando expira el plazo pactado por ERC y la CUP para que la mesa de diálogo ofrezca avances que les permitan seguir apostando por ese foro. Aragonès deberá someterse a una moción de confianza en el 2023, en el ecuador de la legislatura. Si la mesa no da los pasos deseados, la CUP tumbará al Ejecutivo catalán, salvo que los comunes y el PSC acudan al rescate.

Junts afirma que su ausencia en la cita no fue por los nombres, sino porque su propuesta es firme 

Junts niega que su ausencia de la mesa de diálogo sea por los nombres de los delegados propuestos. No participan, sostuvo ayer el secretario general, Jordi Sànchez, porque llevan una propuesta clara y firme. «Nuestra voz sería la de la no renuncia» y por eso fue vetada, afirmó el número dos del partido de Carles Puigdemont.

«No nos han vetado por las personas, sino porque sabían que llevaríamos sí o sí luz y taquígrafo a un encuentro que se iba a celebrar sin orden del día, sin claridad en la forma en la que teníamos que abordar la autodeterminación y la amnistía», manifestó ayer durante el primer consejo nacional del partido. Sànchez insistió en que la responsabilidad de que Junts no esté en la mesa hay que buscarla en la Moncloa y no en la Generalitat.

«No podemos aceptar -señaló- que quienes vienen a negociar con nosotros nos impongan de qué hablaremos y quién hablará en nombre del independentismo». Descartó que las discrepancias surgidas con Esquerra vayan a poner en peligro su alianza en la Generalitat. Y dirigiéndose al PSC y los comunes, que se ofrecieron a los republicanos como socios alternativos, los emplazó a que si tienen «tanta urgencia por ganar un tripartito» lo «ganen en las urnas» porque con maniobras de salón «no conseguiréis que la unidad del 52 % quede rota».

En clave interna, animó a los dirigentes de Junts a convertir al partido en el «embrión» que aglutine la mayor parte del independentismo. Una tarea, añadió, que exige «trabajar como equipo», un mensaje dirigido a terminar con las rencillas internas.

El rey viajará a Barcelona en vísperas del 1-O 

Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, inaugurarán el Salón del Automóvil de Barcelona el día 30, víspera del cuarto aniversario del referendo ilegal. Lo habitual es que la apertura de la muestra se celebre el viernes, pero este año cae en 1 de octubre y varios grupos independentistas anunciaron movilizaciones para ese día. La Generalitat aún no ha confirmado si Pere Aragonès acompañará al jefe del Estado. La última visita del rey a Cataluña fue el 1 de julio para los premios de la Fundación Princesa de Girona. Aragonès no ejerció de anfitrión.