La consolidación de Sánchez, la pandemia, el auge de Vox y la cuarta mayoría en Galicia, elementos diferenciales respecto a la negativa de Feijoo a suceder a Rajoy
19 feb 2022 . Actualizado a las 17:42 h.Desde que regresó a Galicia como vicepresidente de Manuel Fraga en el 2003, Núñez Feijoo ha renunciado al menos en cuatro ocasiones a irse a Madrid a realizarse como político. Tuvo la oportunidad de ser consejero de Esperanza Aguirre; Mariano Rajoy le hubiese hecho un hueco notable en su Gobierno; y el propio Pablo Casado, cuando fue elegido presidente, le invitó a escoger el puesto que quisiese en el partido, se supone que de la vicepresidencia para abajo. Estas ofertas quedaron relativizadas por el paso del tiempo, y desde luego que no tuvieron el impacto de su negativa a presentarse al congreso del PP tras la moción de censura.
El 18 de junio del 2018, un lunes, citó a la directiva de los populares gallegos para decir entre lágrimas lo mismo que le acababa de confirmar a sus más estrechos colaboradores por SMS: «¡Nos quedamos! Nada de filtraciones». Pese al adelanto en exclusiva a su círculo más íntimo, la dirección gallega ordenó llevar al hotel de Santiago donde se iba a celebrar la rueda de prensa con la que conectarían en directo varios medios nacionales dos carteles, uno para darle alas en España, y otro para reforzar su querencia inquebrantable por Galicia. Enseñó el segundo.
¿Fue Galicia la razón o solo una coartada? Su respuesta automática desde aquel día es que tenía un compromiso con los gallegos, pero eso ya lo podría haber argumentado desde la primera de las trece jornadas que dedicó a tomar la decisión. Hubo otros factores, y dudó, como lo demuestran las consultas con personas de su confianza. A nivel político pesó, y mucho, que la cita congresual hubiese sido tan atropellada y condicionada por la guerra abierta entre María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Un campo minado que nunca terminó de ver despejado, pese a los múltiples mensajes de dirigentes de toda España que le fueron llegando a su teléfono en aquellas tensas jornadas de reflexión y que le animaban a dar el paso adelante.
A nivel personal también influyó su hijo, que esta semana ha cumplido cinco años. Por esa vía, siempre reservada, nada ha cambiado. Pero sí hay otros elementos que son distintos a los del 2018. Si aquel episodio no fue suficiente para proyectar la imagen política de Feijoo, llegó la pandemia y unas nuevas autonómicas que supusieron su cuarta mayoría, sometiendo a la nada absoluta a los satélites de Podemos, a Ciudadanos y a Vox, que ahora es la principal amenaza electoral en España; marcando las distancias suficientes con los nacionalistas; y haciendo descarrilar en diferido el proyecto del PSOE en Galicia mientras Sánchez se consolida en Moncloa. Con todo, algunos militantes populares no le perdonaron su negativa en el 2018. Hasta esta semana.