Las grabaciones de la Guardia Civil constatan que la avalancha mortal se inició a las puertas de la última verja del paso fronterizo
10 nov 2022 . Actualizado a las 10:42 h.«Todo pasó allí, pero allí no pasó nadie. o casi nadie», afirman mandos operativos de la Guardia Civil. La tragedia de la valla de Melilla no ocurrió, en realidad, en la valla. Fue en una cancela y la «casi totalidad» de los inmigrantes que trataron de atravesar la verja acabaron en un «embudo mortal», sostienen los agentes que aquel 24 de junio estuvieron allí. Los vídeos aéreos y fotografías de la Guardia Civil a los que ha tenido acceso este periódico en las últimas horas confirman su versión.
Solo se ven cuerpos inertes en la cancela bajo control español. No se aprecian más posibles cadáveres en ningún otro lugar de la valla. Las grabaciones del instituto armado constatan que la avalancha mortal se inició a las puertas de la última verja del paso fronterizo y que esta acabó con decenas de personas tendidas inmóviles en el patio dentro de las infraestructuras del puesto fronterizo de Barrio Chino.
Una zona esta última —bajo soberanía española y bajo control exclusivo de la Guardia Civil— que fue la que el lunes visitaron sin cortapisas los diputados españoles desplazados al lugar, pero que aquel viernes estuvo inundada de fuerzas del país vecino para repatriar cadáveres y heridos a territorio marroquí.
Ese aciago 24 de junio, según responsables de la Guardia Civil en Melilla, lograron llegar a territorio español 133 inmigrantes subsaharianos, la inmensa mayoría de Sudán del sur y del norte. Pero ninguno, a día de hoy, ha admitido haber entrado en Melilla a través de la 'cancela de la muerte'.
De acuerdos con las investigaciones de la comandancia, todos los subsaharianos que lograron ganar tierra española lo hicieron trepando los más de seis metros del vallado doble, el procedimiento tradicional. Así, la inmensa mayoría de los sin papeles que llegaron a España consiguieron consumar su peligrosa aventura escalando al techado del puesto fronterizo de Barrio Chino y saltando el perímetro.
Un vallado todavía coronado por las concertinas que el ministro Fernando Grande-Marlaska se comprometió a quitar de inmediato tras su llegada a Interior en el verano del 2018. Responsables del instituto armado explican, mientras visionan las imágenes del perímetro fronterizo de aquel día, que «la inmensa mayoría» de los casi 2.000 subsaharianos que ese 24 de junio pretendieron asaltar «violentamente» la frontera optó por la vía aparentemente más fácil, directa y segura: la de esperar a que sus compañeros rompieran las cerraduras de la valla con radiales y mazas en una maniobra «perfectamente organizada» y así poder entrar a pie.
Sierra radial
Las grabaciones del dron y las cámaras apuntan a que la operación para violentar la cancela comenzó a las 8:29 horas con mazas de hierro. Un inmigrante encapuchado dirige los trabajos de asalto mientras un grupo de subsaharianos contiene a la muchedumbre para dejar operar al compañero de viaje que pretende reventar la verja. A las 8:32 horas entra en acción una radial. En el vídeo se aprecian las chispas.
A las 8:35 varios inmigrantes deciden no esperar a la ruptura de la cancela y se lanzan a trepar la valla del puesto de Barrio Chino. Y es que la situación en ese momento comienza a complicarse para los asaltantes. Nubes de gases (no se aprecia si lanzadas desde Marruecos o España) envuelven ya la zona. El lanzamiento de botes se intensifica en los siguientes minutos. A las 8:43, finalmente, los asaltantes revientan la cancela. Las imágenes muestran cómo una multitud rompe el cordón de seguridad establecido por los propios inmigrantes para dejar maniobrar a los encargados de hacer saltar la cerradura.
En cuestión de segundos, decenas de personas se precipitan en un gigantesca montonera humana en el patio de Barrio Chino, ya en territorio español. En la grabación solo se ve escapar de ese enorme cuello de botella a algún inmigrante. Apenas unos pocos logran saltar por encima del montón para llegar a una segunda cancela, también cerrada. Al toparse con el nuevo obstáculo, sobre las 8.45 horas varios subsaharianos se encaraman al tejado del puesto fronterizo para auparse sobre la valla.
Diez agentes, 2.000 asaltantes
A esas horas ya no hay ningún agente de la Guardia Civil en las infraestructuras del paso fronterizo. Fuentes de la seguridad del Estado afirman que los funcionarios recibieron la orden de replegarse, ya que solo había diez agentes frente a dos millares de asaltantes. No hay más grabaciones oficiales de lo que ocurre en la cancela donde decenas de inmigrantes, según las imágenes de ONG reveladas en los últimos meses, agonizaban ante la indiferencia de los agentes marroquíes, que habían penetrado en el patio del paso de Barrio Chino de soberanía española.
A las 8.50 las imágenes de los medios aéreos de la Guardia Civil se centran en la actuación de los agentes españoles. Los guardias civiles, con medios antidisturbios como gas y pelotas, están realizando un «embolsamiento» de los subsaharianos que acaban de descender del vallado. Se aprecia cómo a partir de las 9:00 horas los funcionarios españoles trasladan a la fuerza a inmigrantes a la frontera para su 'devolución en caliente'.
Poco antes de las 9.30, efectivos marroquíes despejan el tejado del puesto fronterizo de Melilla, en territorio español, así como la totalidad de las edificaciones del paso de Barrio Chino.
Díaz urge una investigación y estrecha el cerco sobre Marlaska
El ala socialista echa en cara al PP la tragedia del Tarajal de 2014 ante su insistencia para que el ministro salga del Gobierno
Miguel Ángel Alfonso / Cristina Vallejo (Colpisa)
La crisis política en que ha derivado la muerte de decenas de inmigrantes en el paso fronterizo entre Nador y Melilla repercute ya en la cohesión interna del Gobierno de Pedro Sánchez. Desde que se tuvo constancia del alcance de la tragedia del 24 de junio, Unidas Podemos ha mantenido una posición muy crítica con los hechos que se han ido conociendo y con la versión ofrecida por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Los morados han reactivado junto a otros socios del presidente la exigencia de una comisión de investigación en el Congreso para esclarecer lo ocurrido. Y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ya había manifestado lo mucho que le desagrada el drama humano vivido en la valla.
Pero hoy el contexto es otro, con Grande-Marlaska en serios aprietos ante las últimas revelaciones que certifican que la avalancha llegó a suelo español, así que las renovadas apelaciones de Díaz escenifican ya la brecha en el Consejo de Ministros en un asunto extraordinariamente delicado.
En Logroño, dentro de la gira de presentación de Sumar, la número tres del Gobierno y compañera de gabinete del magistrado vasco vino a estrechar el cerco en torno a él, a izquierda y derecha , al urgir «una profunda investigación» para «conocer con exhaustividad» las circunstancias en que acabaron muertos del inmigrantes que intentaban pasar ilegalmente a territorio español. «He sido clara desde el primer momento, con los derechos humanos no se juega, los derechos humanos no son 'relativizables'», quiso remarcar Díaz, que no ha ido, con todo, más allá.
La palabra dimisión, aún tabú
La palabra dimisión, esgrimida ya por la derecha pero también por ERC contra el ministro, es aún tabú en las filas de Unidas Podemos, que incide en pedir la comisión de investigación y en que el titular de Interior comparezca en el Congreso.
El presidente del grupo parlamentario morado, Jaume Asens, dio por hecho en TVE que las imágenes desveladas en las últimas horas contradicen la versión ministerial y presionó por ello al PSOE para que permita la comisión investigadora en el Congreso. Asens advirtió de que la «opacidad no puede ser espacio de impunidad para encubrir posibles desmanes y vulneraciones de los derechos humanos», antes de ironizar con que el ministro debe ir «al oftalmólogo» dado que sostuvo que la de la valla fue una operación «bien resuelta». «No hay mayor ciego que el que no quiere ver», redondeó.
La tragedia del Tarajal del 2014
Los interpelados guardaron ayer silencio sobre una crisis en la que el agua sube por momentos. Solo se pronunció la ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, quien llamó a esperar a las investigaciones judiciales abiertas en España y Marruecos y se revolvió contra la exigencia del PP para que su compañero de Gobierno deje el cargo o el presidente Sánchez le destituya echándole en cara su «cinismo» y reclamándole «prudencia». Cinismo que ha relacionado con la rebaja en la ayuda al desarrollo que aplican los populares cuando gobiernan, según afeó, pero, sobre todo, con otra tragedia migratoria: la de la playa ceutí del Tarajal de 2014, bajo el Ejecutivo de Mariano Rajoy, en la que 15 subsaharianos murieron en el agua tras recibir pelotazos de goma de agentes españoles.
El pulso entre el PP y el PSOE va delimitando sus contornos, con los conservadores hurgando en «las mentiras» de Grande-Marlaska y buscando su cabeza. De viaje en Chile, Alberto Núñez Feijoo corresponsabilizó a Sánchez del «engaño» en que se empeña, a su juicio, su ministro, al que Elías Bendodo mostró «la puerta» de salida.