
El líder popular pone la ley trans como su próximo objetivo político y Sánchez se aferra al mantra de que el PP beneficia a los poderosos
21 feb 2023 . Actualizado a las 17:43 h.Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo parecen encontrarse cada día más cómodos en este extraño formato, en el que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición debaten en el Senado, y no en el Congreso, como sería lo habitual. La extensión de las intervenciones les permite explayarse por encima del rígido corsé que impone el reloj de la sesión de control en la Cámara Baja y articular una réplica que vaya más allá del zasca preparado de antemano por los respectivos equipos de asesores.
A Sánchez se le ve más desinhibido en el Senado. Relajado y manejando con soltura la ironía, en contraste con la rigidez que muestra a veces en el Congreso, apreciable en el bruxismo de su mandíbula. Y Feijoo, después de unos comienzos titubeantes trufados con algunos lapsus fruto de los nervios, parece haberle cogido la medida a este tipo de enfrentamientos en la Cámara Alta.
Tan suelto estaba Feijoo relatando los males de la ley trans e interpelando a Sánchez por cada una de sus consecuencias, que se le fue el tiempo y el presidente del Senado, Ander Gil, le dejó con la palabra en la boca y el micro cerrado. El líder de la oposición había colocado de salida una novedad a la hora de criticar la gestión de Sánchez. «España está cansada de su Gobierno y cansada de usted», le dijo. Y desgranó a continuación un muestrario de desencuentros entre ministros socialistas y de Unidas Podemos para concluir con un arriesgado trabalenguas: «con suerte preside medio Gobierno, pero el otro medio Gobierno le gobierna a usted». Lo que no dejó pasar Feijoo es la oportunidad de señalar que si por unos trenes mal medidos ha dimitido el presidente de Renfe, por esa «regla de tres» deberían dimitir las autoras de la ley del «solo sí es sí».
En su respuesta, Sánchez estuvo aseado y optó por tirar de una retahíla de leyes y datos para constatar la estabilidad de su Gobierno. Le restó credibilidad a Feijoo para hablar de feminismo y puso de colofón lo que ya es un mantra en todas sus intervenciones: «El PP beneficia a la mayoría elitista cuando está en el Gobierno o en la oposición».
Feijoo tomo brío en la réplica. Agradeció a Sánchez estas «sesiones de control» hacia él porque son un «entrenamiento interesante» de cara al futuro. Preguntó al presidente si cree que va a «comprar a España con la chequera» y le endilgó a continuación la responsabilidad de todos los males de una ley trans, que, a su juicio, va ser peor que la del «solo es sí es sí». Fue una ristra interminable de preguntas que Sánchez, por supuesto, dejó luego sin contestar. Pero, antes de que le cortaran la palabra. Feijoo dejó una frase que va a dar mucho juego político de cara al futuro: «Deje ya de molestar a la gente de bien y de meterse en las vidas de los demás».
Sánchez mordió conscientemente ese anzuelo y dijo que nunca imaginó que reconocer derechos molestara la «gente de bien». Aunque, entre uno y otro, nos quedamos sin saber quiénes son. Y, tras pedirle a Feijoo que vigile su espalda porque los mismos que le apoyan ahora adulaban a Casado antes de su defenestración, remató con la marca de la casa: «Ustedes defienden a los de siempre. A los de arriba».
No fue desde luego una faena para recordar por ninguno de los dos, ni para los anales del parlamentarismo. Y todo apunta a que estos cara a cara tan esperados acabarán en el tedio político.
