El PSOE afirma que Sánchez irá a la investidura aún sin el sí de Junts
22 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Han pasado ya 18 días, la mitad de los que tuvo Alberto Núñez Feijoo, desde que el rey Felipe VI comunicó a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, que había encargado a Pedro Sánchez intentar formar Gobierno con la diabólica combinación salida de las urnas el 23 de julio, hace ya tres meses. El resultado, por ahora, no puede ser más infructuoso. Tras una primera ronda de consultas, al socialista solo le dio el sí la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurúa, en una semana marcada por la revelación del expediente de Arnaldo Otegi como miembro de ETA: al menos seis secuestros y varias órdenes de atentar, según un dosier policial publicado por El Mundo. Justo cuando los socialistas más se esfuerzan por blanquear el perfil democrático de los aberzales que lidera Sortu, uno de los herederos de ETA.
En total, Sánchez tiene 126 síes de los 176 que necesita, a los que, por lógica, habrá que sumar los 31 de la plataforma de Yolanda Díaz, pese al pataleo desde Podemos para reclamar atención y cariño en forma de ministerio. Y también los 7 de ERC, pese al órdago que lanzó Pere Aragonès el jueves en el Senado para exigir un referendo de autodeterminación antes de marcharse sin saludar al presidente de la Cámara Alta, Pedro Rollán, ni al resto de presidentes autonómicos con los que compartió asiento.
VOTACIÓN
Recado desde Waterloo. Aragonès dijo lo del referendo —la amnistía todo el mundo da por hecho que ya está— y el terremoto afectó a varias capas. En el PSOE primero hubo indignación. Y el PSC de Salvador Illa no tardó en acusarlo de «ir a Madrid a hacer el juego al PP». Pero en Ferraz, el recado fue mucho más contundente: Sánchez irá a la investidura tenga o no tenga el apoyo de Junts y de Esquerra. Sería su primer acto de campaña y una reivindicación de que no está dispuesto a «tragar con todo» como le acusan desde el PP. Si nada más recibir el encargo del rey, Félix Bolaños y María Jesús Montero, los principales negociadores de Sánchez, se frotaban las manos pensando en una rápida investidura «porque no hay tiempo que perder», en la sede socialista se mira al calendario con preocupación. Quedan 34 días para la fecha límite —27 de noviembre a mediodía— y todos los partidos han dicho que consultaran a sus bases. Además, entre el 1 y el 12 de noviembre se suceden los festivos en Madrid, lo que lleva todas las miradas a la semana del 13 al 17 del próximo mes.
Y ahí llega la segunda réplica del terremoto Aragonès, que alcanzó Waterloo el viernes. Carles Puigdemont, el propietario de la llave de la investidura tras la rendición sin condiciones conocidas del PNV de Andoni Ortuzar y Aitor Esteban, reunió a su núcleo duro —Jordi Turull, Laura Borràs y Albert Batet— para transmitirles su sensación de pesimismo en las negociaciones para apoyar a Sánchez. Al huido del 1-O no le preocupa mucho el resultado de la votación (no vinculante) entre los afiliados al Consejo de la República que se ha revuelto contra su liderazgo. Lo que le dijo a los suyos es que lo de hacer oficial el catalán en la UE no va a ser posible, que de la tramitación parlamentaria de la amnistía no se fía —y más después de la exhibición de poder del PP en el Senado— y que el PSOE no acepta un relator internacional, pero que tampoco convence a los secesionistas la resurrección política de José Luis Rodríguez Zapatero. El 27N sigue acercándose de forma inexorable y la duda es quién aguantará más tiempo el farol del órdago, porque todos se necesitan para sus objetivos.
Un ojo en galicia
Pensando en elecciones. Aunque el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, mantiene su hoja de ruta y, como Iñigo Urkullu, odia que le pregunten por un adelanto electoral mientras en todos sus cuarteles, también en el del PP, se trabaja con la perspectiva de una cita con las urnas antes de primavera, en cuanto se despeje el panorama en la Moncloa. Mientras, esta semana, los cuatro senadores socialistas gallegos han creado un «grupo territorial» para hacerse oír. Lo coordinará el lucense César Mogo y enseguida encontró réplica en las filas populares, con una nota suscrita por los doce senadores del PP para reclamar «estabilidad en las instituciones». Al frente de este colectivo se ha puesto el veterano José Manuel Barreiro, antagonista de Feijoo en aquellas históricas primarias que consumaron el relevo de Manuel Fraga hace ya 18 años.
Mientras, José Ramón Gómez Besteiro, proclamado esta semana candidato del PSdeG a la Xunta, intenta buscar su foco en Madrid, aunque su papel como negociador no pasa de la foto del pasado martes en Ferraz. Sánchez confía más en sus asesores externos que en los nominados dentro del partido. Pero sabe que Galicia será el primer test si es investido y Besteiro es su esperanza de asestar un fuerte golpe al PP.