Jaime Alfonsín Alfonso, el discreto guardián gallego de Felipe VI que se retira

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Jaime Alfonsín, arriba a la izquierda, en el primer desfile del Día de la Hispanidad de Felipe VI como rey, en el 2014
Jaime Alfonsín, arriba a la izquierda, en el primer desfile del Día de la Hispanidad de Felipe VI como rey, en el 2014 BALLESTEROS

Fue el primer jefe de la Casa del Rey que no era ni diplomático ni militar, pero ha dejado huella por su discreción y eficacia y seguirá siendo consejero privado del monarca tras casi tres décadas a su lado

20 ene 2024 . Actualizado a las 17:16 h.

Jaime Alfonsín Alfonso (Lugo, 1956) ha copado más titulares en su salida de la Casa del Rey que en toda su larguísima trayectoria al servicio de Felipe VI. Seguro que el revuelo mediático es lo que menos gusta a este abogado del Estado que ha consagrado las últimas tres décadas, desde 1995, a guiar los pasos del entonces príncipe y ahora monarca para afianzar una institución que disfruta del más alto reconocimiento popular.

Cualquiera que en las últimas horas haya querido indagar sobre la vida de Alfonsín habrá podido comprobar que no hay ni una sola entrevista del gallego. Porque el silencio y su capacidad para moverse en la parte de atrás del escenario siempre ha sido una de sus grandes virtudes, según glosan la mayoría de los habituales de la Zarzuela.

Poco podía imaginarse el pequeño Jaime en la Casa da Botica de Nadela, donde se hunden sus raíces familiares y donde su abuelo tenía un negocio, que iba a acabar siendo testigo directo de más de treinta años de historia de la corona española.

Jaime Alfonsín es el hermano menor de Isabel y Cristina, los hijos que tuvieron la farmacéutica lucense María de la Paz Alfonso y Jaime Alfonsín Castrelos, oriundo de Porráns, en el municipio pontevedrés de Barro, que llegó a ser director de la Casa de la Moneda.

Jaime hijo realizó sus estudios en Madrid, pero pasaba largas estancias en verano en Galicia. Además de a Lugo, solía acudir a Sanxenxo y no se perdía nunca el baile de la Peregrina en el Casino de Pontevedra. De aquellos tiempos hay algunas noticias de su habilidad para el tenis y, sobre todo, de su enorme capacidad de estudio. Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid en 1978, consiguió el premio extraordinario de la carrera y apenas dos años después entraba en la Administración central como abogado del Estado.

Profesionalización

Ocupó diversos cargos en el Gobierno de Felipe González antes de emprender una exitosa carrera en el sector privado. Hasta que en el 1995 fue reclamado por Juan Carlos I para que ejerciera de guía de su hijo Felipe en el tramo final de su formación como príncipe. Hasta entonces, el heredero apenas contaba con una oficina de apoyo y la llegada de Jaime Alfonsín supuso un importante cambio al dar un mayor protagonismo al futuro rey.

Se podría decir que la relación entre Alfonsín y Felipe de Borbón fue casi un flechazo. La relación se consolidó de inmediato. Como prueba de ello son los 29 años que el gallego ha permanecido al servicio del monarca, alargados en los últimos meses por el deseo expreso de Felipe VI para garantizar la normal jura de la Constitución de la princesa Leonor al alcanzar la mayoría de edad y, de paso, evitar un vacío institucional en una época de máxima convulsión política tras las elecciones del 23J y la doble ronda de consultas que el rey hubo de realizar antes de que Pedro Sánchez consiguiera formar Gobierno el pasado mes de noviembre.

Ese fue el momento elegido por Felipe VI para aceptar la renuncia de su leal colaborador, aunque seguirá al menos un mes más en la Zarzuela para hacer un fluido traspaso de poderes con su sucesor, Camilo Villarino, con el que, por cierto, tiene una muy buena relación personal.

Alfonsín fue, en el 2014, el primer jefe de la Casa del Rey que no era ni diplomático ni militar. Pero supo aplicar el orden, la discreción y la diplomacia a su gestión en momentos tan complejos como la abdicación de Juan Carlos I, el escándalo de Urdangarin o la petición del Gobierno de que el emérito desapareciera de la primera línea de la actividad de la familia real. Sin olvidar el papel de Felipe VI a la hora de frenar el desafío secesionista del 2017 o el ejercicio de arbitraje imparcial de la vida política española.

De todo ello, a buen seguro, no tendremos noticias por boca de Jaime Alfonsín, que seguirá siendo consejero privado, no remunerado, del joven al que ayudó a convertirse en rey. A él le esperan su mujer, Natalia Uranga, sus dos hijas, Natalia y María y mucho tiempo libre para dedicarlo a dos de las escasas aficiones que se le conocen, la lectura y el golf, con la sensación del deber cumplido.