
Un repaso a la hemeroteca descubre un puñado de asesinatos perpetrados en la prisión
18 feb 2024 . Actualizado a las 10:12 h.¿Qué tienen en común el Mataviejas de Santander y el triple asesino de Morata? La respuesta es fácil: ambos han pisado la cárcel por haber matado y ambos han sido protagonistas de crímenes que se han perpetrado dentro de prisión. Pero el primero fue víctima; el segundo, verdugo. Esa es la diferencia. Un repaso a la hemeroteca descubre un puñado de asesinatos perpetrados en la prisión. Y en muchos de ellos, pero no en todos, la víctima también es común: el compañero de celda.
José Antonio Rodríguez Vega, apodado el Mataviejas, fue condenado por violar y asesinar al menos a 16 mujeres mayores en Cantabria a finales de los ochenta. El 24 de octubre de 2002 y en la cárcel de Topas (Salamanca) fue apuñalado por otros dos presos que, según señalarían, se sintieron molestos por «el tono presuntuoso con el que hablaba José Antonio».
En la celda no se puede tener lo que se quiera, y menos armas. Pero para matar vale cualquier cosa. Un ejemplo, en marzo de 2006 un recluso acabó con la vida de su compañero de celda, de 72 años, en el centro penitenciario de Alhaurín de la Torre (Málaga) al agredirle con un palo de escoba que formaba parte del equipamiento de la celda. El agresor lo partió en dos mitades que clavó numerosas veces a la víctima.
En marzo de 2023, un preso de la cárcel de Morón de la Frontera, fue estrangulado por un compañero de celda que usó el cordón de un zapato. El presunto agresor estaba pendiente de un procedimiento de expulsión a su país, Marruecos, por robos en domicilios. Él mismo retrasó su salida.
También bastan los puños para quitar de en medio a otro preso, como en este caso. En noviembre de 2021, Lisandro P.C., un joven de 19 años interno en la cárcel Madrid VI de Aranjuez y miembro de una banda de aluniceros, murió tras una pelea con otro recluso con el que se había citado en el baño para pegarse. Durante la pelea, el otro preso golpeó con las manos a Lisandro, que cayó al suelo y se golpeó en la cabeza contra la puerta del baño, lo que le dejo inconsciente. Fue evacuado a un hospital, donde murió.
Cámaras de vigilancia
Muy de moda está la técnica conocida como mataleón, una maniobra en la que el agresor rodea el cuello de su víctima con el brazo hasta que la estrangula. Un método que en julio de 2023 aplicó un preso a otro en la cárcel murciana de Campo del Río por una deuda de trabajo y drogas.
Parece mentira que ni siquiera lo tuvieran en cuenta, pero en las cárceles hay cámaras de vigilancia. Y son muchas, como la que en octubre de 2020 captó cómo un preso que cumplía condena por asesinato mató a otro interno encarcelado por delitos vinculados a la prostitución de menores e incapacitados y por violencia machista. El agresor asestó a su víctima múltiples puñaladas en el patio de la cárcel. El suceso quedó registrado por las cámaras de vigilancia.
A un recluso le bastó el cordón de la ducha para ahorcarse. Pero lo usó después de que en febrero de 2020 su cuerpo y el de su acompañante de celda fueran hallados en la estancia que compartían en la prisión de Perogordo en Segovia. Se trataba de un peruano de 38 años y un rumano de 25. Según las investigaciones, los dos reclusos mantenían una relación sentimental y el mayor estranguló al otro y luego se suicidó ahorcándose en la ducha.
A finales de 2018 J.M.R.H. era experto en la disciplina Muay Thai, un arte marcial tailandesa en la que competía. El 26 de diciembre de 2018, J.M.R.H, de 28 años entonces y que había ingresado en la cárcel de Soto del Real acusado de intento de homicidio a un vigilante privado, mató de una paliza a otro recluso, de 55 años.