Puigdemont exige a Sánchez que evite su detención en su regreso a Cataluña

Xavier Gual BARCELONA / E. LA VOZ

ESPAÑA

Puigdemont, este sábado en un acto de apoyo a Junts en Banys i Palaldà, en Francia
Puigdemont, este sábado en un acto de apoyo a Junts en Banys i Palaldà, en Francia David Borrat | EFE

El líder del «procés» acusa a los jueces de cometer un «golpe de Estado» por negarle la amnistía

27 jul 2024 . Actualizado a las 22:11 h.

Carles Puigdemont mantiene su promesa de volver a Cataluña para la sesión de investidura de Salvador Illa «cueste lo que cueste», a pesar de que el Tribunal Supremo le ha negado la amnistía y mantiene contra él una orden de detención en cuanto pise suelo español. Con ello, el expresidente de la Generalitat redobla la presión sobre Esquerra Republicana y en especial sus bases, que deberán ratificar o no el preacuerdo que la dirigencia, con Marta Rovira al frente, anunciará a principios de semana, como muy tarde el próximo miércoles 31 de julio, día en que se cumple el plazo dado a los socialistas. Con motivo del cuarto aniversario de la fundación de Junts, arropado por la plana mayor de los neoconvergentes, el líder del procés se dio un baño de masas ayer en Els Banys i Palaldà, la pequeña localidad del Vallespir francés que se ha convertido en los últimos tiempos en la meca del independentismo catalán.

Ante más de 2.000 personas, según cifras de los organizadores, y tras semanas de calculada discreción, Puigdemont reapareció en la escena política para cargar, en primer lugar, contra la cúpula judicial, a la que acusó de perpetrar un «golpe de Estado» por su negativa a aplicarle la ley de amnistía; también contra los socialistas en general y contra el primer secretario del PSC en particular, al que insiste en llamar «el candidato del 155». Su objetivo no es otro que ponérselo más difícil todavía a ERC, que estos días se debate entre facilitar la Generalitat a Illa o repetir elecciones. «Vienen momentos decisivos, críticos», advirtió desde el atril el político catalán, que señaló como una «amenaza real» un Ejecutivo autonómico presidido por Salvador Illa, a quien describió como la «versión más españolista» del PSC, más próximo a Josep Borrell que a José Montilla, «y en las antípodas de Pasqual Maragall».

Sin embargo, fueron los jueces el principal blanco de sus furibundas críticas. En su opinión, la resistencia judicial a aplicarle la ley de amnistía supone un «desafío a la democracia» comparable al golpe de Estado del 23F: «Antes había los Tejero y Armada, pero querían lo mismo que los de la toga nostra, que un Parlamento no pueda tomar decisiones que no les gustan; unos salen con tricornio y metralleta y los otros, con togas y puñetas». Ante este «desafío grave», dijo, «nos hemos de rearmar», dijo, y acusó al Gobierno de Sánchez de «mirar hacia otro lado» ante lo que calificó como la «rebelión de los jueces».

Sobre su próximo retorno a Cataluña, dejó claro que su «obligación es ir al Parlamento si hay debate de investidura; yo debo estar ahí y solo un golpe de Estado podrá impedírmelo», e instó al Gobierno a evitar su más que probable detención, «arbitraria e ilegal», porque «eso es lo que hacen los gobiernos democráticos».

Nervios en Esquerra

La negociación entre ERC y el PSC enfila su recta final y, aunque se habla de acuerdo inminente, lo cierto es que el pacto no está hecho. Los republicanos siguen viendo problemas en la financiación, ya que la oferta socialista dista mucho del concierto económico que exigen. Así que la incertidumbre entre los de Marta Rovira es máxima sobre la decisión que acabará adoptando la militancia, todavía muy reacia a hacer presidente de Cataluña al exministro de Sanidad.