Claves de una crisis migratoria inédita: ¿qué está ocurriendo en Ceuta?

J. Cano / M. S. Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Decenas de personas se congregaron, el domingo, en un monte cercano a la frontera de Marruecos con Ceuta
Decenas de personas se congregaron, el domingo, en un monte cercano a la frontera de Marruecos con Ceuta Mohamed Benaissa | EFE

Por primera vez inmigrantes subsaharianos y marroquíes se están uniendo a través de redes sociales para intentos de entrada masivos

16 sep 2024 . Actualizado a las 10:49 h.

La presión migratoria sobre Ceuta ha entrado en una nueva dimensión para una ciudad que creía haberlo visto todo. Este domingo, por primera vez en la convulsa historia del control fronterizo de Ceuta, cientos de irregulares, entre 300 y 400 en cada embestida, protagonizaron hasta cinco intentos de entradas masivas: tres saltos consecutivos a lo largo del día por tierra, además de dos tentativas de desbordar a nado el perímetro tanto por el norte como por el sur. Imposible durante toda la jornada hacer bajar la tensión en los ocho kilómetros de la frontera, a pesar de que Marruecos ha desplegado en la zona el mayor operativo de control del que se tienen recuerdo. También por primera vez, los propios inmigrantes marroquíes que tratan de llegar al perímetro se están enfrentando abiertamente a sus fuerzas de seguridad.

En realidad, todo lo que está ocurriendo en los últimos días en la ciudad norteafricana es inédito. Nunca antes, como sucedió este domingo, inmigrantes marroquíes y subsaharianos se habían coordinado para tratar de culminar saltos masivos, olvidando por unas horas los habituales desprecios de los que los norteafricanos hacen gala frente a sus vecinos del sur y el resentimiento que los subsaharianos tienen a los magrebíes por el trato mientras esperan el salto a Europa.

Tampoco tiene precedentes el destacadísimo papel que las redes sociales, y muy en particular TikTok, están teniendo en este nuevo fenómeno migratorio, que está involucrando a menores y mayores de edad tanto magrebíes como subsaharianos. Desde mediados de julio el llamado movimiento «Harraga» («inmigrante sin papeles» en el dialecto dariya que se habla en el norte de Marruecos) está incitando constantemente a los jóvenes del país vecino a forzar la entrada en las ciudades españolas del norte de África como primera paso para salir de la pobreza. El hastag #Harraga se repitió durante el pasado agosto una y otra vez en las redes con imágenes de jóvenes, todavía mojados, que se mostraban eufóricos tras haber ganado a nado las playas de Ceuta por tras bordear el famoso espigón del Tarajal.

Esos llamamientos, en alguna jornada con niebla y corrientes favorables, como la del pasado 24 de agosto, superaron los cerca de mil intentos diarios de entrada a nado con algunos inmigrantes intentando bordear el espigón en varias ocasiones el mismo día. Sin embargo, el 30 de agosto, la decisión (también inédita) del Gobierno de Rabat de desplegar cientos de gendarmes, militares y fuerzas auxiliares en las playas cercanas a la frontera acabó con esos intentos marítimos. Las redadas, cargas y deportaciones a cientos de kilómetros de Ceuta parecían haber enterrado la vía de los nadadores.

Zona de la playa de Benzú que utilizan los inmigrantes para cruzar a nado desde Marruecos a Ceuta
Zona de la playa de Benzú que utilizan los inmigrantes para cruzar a nado desde Marruecos a Ceuta MARIA LOPEZ CEDRON

Con las playas blindadas, las autoridades del otro lado de la frontera se han venido volcando durante las dos últimas semanas en detener a jóvenes que se dedicaban a difundir vídeos alentando a continuar con el movimiento «Harraga». Hasta 60 marroquíes han sido detenidos en operativos montados por los servicios de información de la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST) en ciudades cercanas como Tánger o Castillejos, pero también de otros puntos muy alejados como Larache, Rabat, Casablanca o Fez.

«Perder el miedo»

Pero la represión policial no ha silenciado las redes ni a unos jóvenes marroquíes que «parecen haberle perdido el miedo a la autoridad». Lo único que ha conseguido ese aumento del control es que «Harraga» cambiara de táctica hasta desembocar en este 15-S. Desde hacía días los integrantes de este movimiento (sin líderes aparentes) venían llamando a saltos masivos, esta vez por tierra, a Ceuta. Un llamamiento que también hicieron suyo los centenares de subsaharianos que malviven por los alrededores de Castillejos a la espera de una oportunidad para entrar y que también tienen móviles desde los que amplificar el eco de esta campaña.

Con estos antecedentes, el domingo los intentos de entrada se sucedieron: tres por tierra por la mañana, por la tarde y por la noche por diferentes puntos del perímetro. En esas embestidas terrestres (que obligaron a cerrar de forma intermitente el paso fronterizo del Tarajal y que se saldaron con un número desconocido de heridos o fallecidos entre inmigrantes y fuerzas de seguridad) se vieron escenas de una «violencia inusitada» por parte de jóvenes marroquíes contra sus propios gendarmes y militares, según relatan policías y guardias civiles españoles, sorprendidos porque esa desafiante agresividad hasta ahora solo la habían visto entre subsaharianos. La noche y madrugada de este lunes en Fnideq (la Castillejos colonial), la ciudad pegada a Ceuta por su frontera sur, estuvo plagada de cargas y carreras.

De manera simultánea, este 15-S se produjeron dos intentos de entradas masivas a nado, aprovechando que parte de los efectivos que blindaban las playas tuvieron que ser desplazados a controlar la frontera terrestre. De nuevo el espigón del Tarajal, al sur del enclave español, fue escenario en el que decenas de nadadores intentaron entra a Ceuta. Mucho menos habitual fue ver a jóvenes inmigrantes intentado ganar la ciudad españolas a nado desde Belyounech, la frontera norte, cercana a Benzú, una zona mucho más peligrosa.

«Gran esfuerzo marroquí»

El domingo, según informó el Ministerio del Interior a última hora de la noche, ni uno solo de los centenares de inmigrantes que lo intentaron llegó a entrar en la ciudad a pesar de los llamamientos en redes. «Marruecos está realizando un gran esfuerzo en todo el perímetro fronterizo para evitar las entradas irregulares a Ceuta. La colaboración con las fuerzas de seguridad marroquíes es permanente y su extraordinario trabajo, sostenido durante los últimos días, ha permitido el control de la situación», explicó el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska, que se deshizo en halagos al Gobierno de Rabat. Uno reconocimiento que, por primera vez, sí que compartieron los agentes españoles.

Pero pese al éxito policial este 15-S para contener la avalancha, los responsables de las fuerzas de seguridad españolas admiten sin ambages que frenar este nuevo tipo de oleadas coordinadas entre diferentes nacionalidades y masivas va a ser muy complicado. «Sobre todo si la habitualmente dormida opinión marroquí despierta para posicionarse en contra de la dura represión policial a sus propios ciudadanos que tratan de huir de la miseria», apunta uno de los jefes del despliegue de la Guardia Civil.