De ciclones tropicales a megasequías: el clima más extremo que amenaza a Galicia

Xavier Fonseca Blanco
Xavier Fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

MeteoGalicia

La comunidad debe adaptarse al impacto de eventos meteorológicos que afectan a la seguridad, la salud y la economía de la comunidad

10 nov 2024 . Actualizado a las 10:58 h.

A medida que aumenta la temperatura media global, los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más recurrentes e intensos. La devastación generada por la dana en la Comunidad Valenciana ha sido el último episodio. Vendrán muchos más y de otra naturaleza. Estos son los principales desafíos climáticos que afronta Galicia a lo largo de este siglo y que amenazan la seguridad, la salud y la economía de los gallegos.

Ríos atmosférico

Inundaciones. Galicia no suele sufrir eventos de precipitación tan torrencial como ocurren en el Levante. El pasado miércoles la Aemet informó de que en localidad valenciana de Turís se acumularon 771 litros por metro cuadrado en 14 horas. Sin embargo, si hay un lugar de Europa donde llueve con intensidad es Galicia. Y aunque las aguas frías del Atlántico representan un aliado frente al cálido Mediterráneo, hay un fenómeno que provoca que las lluvias tiendan a ser más intensas: el río atmosférico.

Se trata de unas estructuras largas y estrechas que cruzan el océano y que transportan humedad desde las zonas tropicales a las latitudes medias. La humedad se incorpora a los frentes y aumenta su contenido de agua precipitable. Este fenómeno estuvo detrás de graves inundaciones como la del invierno del 2000, 2001, 2006, 2016, entre otros muchos. Desde noviembre del 2000 hasta marzo del 2001 en algunas estaciones acumularon más de 2.500 litros, el período más lluvioso desde que hay registros. En la Nochebuena del 2022, un río de humedad tropical propició una jornada de lluvias muy intensas que provocaron el trágico accidente de autobús en el que fallecieron seis personas.

Ciclogénesis explosivas

Fuertes temporales. No todas las borrascas que llegan a Galicia tienen la misma intensidad. Lo normal es que sean ciclones extratropicales que dejen un día complicado, pero que los gallegos reconocen como «el temporal de toda la vida». Sin embargo, hay un tipo de borrasca que supone un riesgo importante para la comunidad: las de carácter explosivo. Las ciclogénesis (génesis o formación de un ciclón) que llevan el adjetivo explosivo se forman cuando su presión central cae al menos 20 milibares en 24 horas. Cada invierno nos visitan unas cuantas. Su impacto depende de factores como la ubicación. Basta una para generar destrozos por toda la comunidad que pueden producir daños humanos y materiales. Cabe recordar enero del 2014, cuando llegaron 7 en solo dos semanas.

Ciclones tropicales

Una realidad nueva. Galicia es por derecho propio tierra de borrascas, pero en los últimos años nos han estado visitando huracanes que llegan desde los trópicos. En lugar de cruzar el Atlántico tropical impulsados por los alisios, se desvían y se desplazan hacia el norte, atraídos por un océano cada vez más cálido.

Casos hay muchos. Desde Leslie en el 2018, Pablo en el 2019 hasta el reciente Kirk. Durante el ascenso pierdan su naturaleza tropical, pero la visita suele llevar implícita un elemento sorpresa. Al fin y al cabo es un tipo de sistema de bajas presiones al que no estamos acostumbrados. El caso Ophelia de octubre del 2017 fue un buen ejemplo. Mantuvo categoría 3 muy cerca de España y sus vientos fuertes y muy cálidos dispararon las temperaturas y provocaron una trágica jornada de incendios.

Calor y sequías

Eventos que se retroalimentan. El concepto de megaola de calor está bien recogido en la literatura científica para referirse a episodios de altas temperaturas extensos, intensos y duraderos. La última ocurrió en Europa en julio del 2022 y afectó de manera intensa a Galicia. En Ourense se alcanzó el registro más alto con 44 grados.

Ese verano, la comunidad gallega venía arrastrando un largo período sin lluvias y la combinación de tiempo seco y cálido activó un mecanismo de retroalimentación que amplificó las condiciones. Incluso provocó un sistema convectivo de mesoescala, una tormenta tan grande como la comunidad. El poderoso aparato eléctrico del 15 de julio encendió la mecha de los incendios que entran dentro de la categoría sexta generación, al los que Galicia también tendrá que adaptarse.

Este tipo de eventos están directamente asociados con los meandros de la corriente en chorro, capaces de generar una meteorología extrema. En invierno, las ondulaciones que canalizan aire frío de origen polar hacia latitudes medias pueden propiciar temporales tan severos como el histórico Filomena. Mientras, las ondulaciones ascendentes no solo envían aire africano que eleva las temperaturas, sino que además puede alimentar un anticiclón de bloqueo que impulse megasequías debido al mismo mecanismo de retroalimentación, en el que la sequía amplifica el calor y viceversa.

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Olas gigantes

Subida nivel del mar. Una de las principales amenazas viene del mar en una comunidad con muchos kilómetros de costa. En un contexto de calentamiento, el océano aumenta su temperatura y se dilata. Hay que sumar, además, el efecto de que produce una mar combinada si hay una profunda borrasca. Ocurre cuando coinciden la dirección del mar de viento y de fondo. Por supuesto, también las intensas mareas. El récord de la ola más grande se midió durante un fortísimo temporal marítimo en la boya de Estaca de Bares el 6 de enero del 2014 con 22,03 metros de altura, de valle a cresta, superando la marca de 20,9 metros del 23 de enero del 2009, con el paso del Klaus.