Cuando Sánchez urgió a Rajoy a someterse a una cuestión de confianza si no tenía Presupuestos
ESPAÑA
Solo Suárez, en 1980, y González, una década después, activaron el examen del Congreso y en ambos casos fue para ganarlo
14 dic 2024 . Actualizado a las 19:37 h.«O Presupuestos o elecciones». La hemeroteca persigue a Pedro Sánchez desde que el 5 de marzo de 2018 intentara colocar al entonces presidente Mariano Rajoy entre la espada de tener que sacar adelante un proyecto de cuentas públicas gobernando con la minoría de sus 137 escaños y la pared de exigirle nuevas generales si no lo conseguía. Rajoy acabó lográndolo gracias al aval de Ciudadanos y al decisivo espaldarazo del PNV, que lo dejaría caer una semana después al secundar la triunfante moción de censura que aupó a Sánchez al poder. Pero en aquella rueda de prensa en Ferraz, el líder del PSOE también reclamó a su rival otra cosa: que si no tenía Presupuestos y se negaba a abrir las urnas, que al menos se sometiera a una cuestión de confianza «por obligación con la ciudadanía y responsabilidad constitucional».
Sánchez le hizo un traje a un Gobierno «agotado» en su acción política, «asediado» por los casos de corrupción, en «guerra fría» con el partido, hoy en extinción, de Albert Rivera y contra el que cargó sin contemplaciones si la alternativa era prorrogar las cuentas. Este caldeado diciembre político, es el actual inquilino de La Moncloa quien sufre el embate de la oposición; quien se ve obligado a girar los platillos en el aire de los intereses no de un socio, sino de media docena; y quien escucha cómo el más incisivo de ellos, el Junts de Carles Puigdemont que le arrancó la ley amnistía considerada inconstitucional por los socialistas hasta el 23-J, le presiona con esa misma exigencia de que se someta al examen del Congreso para no ser ellos los presionados con el impulso a una moción de censura junto al PP y Vox.
El mecanismo de la cuestión de confianza está regulado por el artículo 112 de la Carta Marga en conexión con el 114. El primero establece que la iniciativa corresponde en exclusiva al presidente del Gobierno y que se le considerará otorgada la misma, la confianza, por mayoría simple; el segundo precepto establece que si el jefe del Ejecutivo la pierde, este deberá dimitir y se activará entonces el artículo 99 para intentar sustituirlo. En el casi medio siglo de democracia española, solo dos presidentes -Adolfo Suárez y Felipe González- se han arriesgado a someterse a la evaluación del Congreso, en ambos casos para dotarse de impulso político y en ambos casos, también, para ganarla.
En minoría y con humo Es ilustrativo asomarse al diario de sesiones del Congreso del ya lejano 16 de septiembre de 1980 en el que Suárez, en minoría e inmerso en el desmantelamiento del franquismo desde dentro, se presentó ante el legislativo tras la moción de censura con la que le había retado en mayo un González al alza y con el propósito de propulsar su programa económico, de despliegue del Estado autonómico y de afianzamiento de las libertades. Enfrente, bajo el humo del tabaco, tenía además de al joven y airoso secretario general del PSOE, a Manuel Fraga, a Miquel Roca y a Xabier Arzalluz. «En no pocas ocasiones he pedido, desde esta misma tribuna, la desdramatización de la vida española», clamó aquel día Suárez, en tiempos mucho más inquietantes -el golpe del 23-F estaba al caer- que los presentes. Roca le prometió el respaldo de la Minoría Catalana por coherencia programática y por «la voluntad de hacer gobernable el país». El 5 de abril de 1990, diez años después de que Suárez sacara adelante aquella cuestión de confianza, González se sometió a la suya para relanzar el modelo autonómico, siempre en la agenda, y arraigar a España en la UE. La ganó de calle, gobernaba con una absolutísima mayoría de 188 escaños. A él CiU no le dio su apoyo.